La historia de Horton, un Lada Niva que fue restaurado
Restaurar vehículos de trabajo es una tendencia entre los cultores de automóviles de época.
Hay autos que se convierten en miembros de la familia, en una especie de animal mecánico de compañía, y cuando cumplen su cometido es posible hacerlos regresar a la vida como en sus primeros años cuando relucientes, salieron de la vitrina a brindar satisfacción y alegrías a sus propietarios.
Es el caso de un Lada Niva de 1981 con el motor 1.6 de 80 caballos y fabricado en Togliatti, antigua Unión Soviética. Es el amor de la casa de Hernán Mogollón, un carro que sanó sus “heridas de guerra” después de un minucioso periodo de restauración. EL COLOMBIANO habló con su propietario sobre este proceso.
¿En qué condiciones estaba el Lada Niva antes de la restauración?
“El carro fue adquirido en 2016 a quien lo tenía desde nuevo. Lo recomendó el mecánico que atendió el carro toda la vida. Aunque tenía la mayoría de sus partes originales, estaban en regular estado sobre todo la latonería, pintura, llantas, pisos y algunas partes mecánicas”.
¿Por qué decide restaurarlo? El Niva es un carro que parecería poco interesante para este tipo de proyectos...
“Mi familia es oriunda de un sector rural de Quipile, Cundinamarca, con una topografía bastante agreste y estado de vías en malas condiciones.
Mi padre siempre manifestó su interés por tener un campero 4x4 y cuando ingresó a trabajar como mecánico automotriz en la Empresa de Acueducto de Bogotá tuvo la oportunidad de comprar un carro, pero por cuestiones económicas buscó un Lada Niva de 1993 usado, pues era el único que estaba dentro de su presupuesto.
Para todos nuestros cercanos fue una locura comprar un carro desconocido, con poca representación y con cierta mala fama.
Mi papá se encargó de mostrarnos las ventajas y sobre todo, que un carro depende del mantenimiento que se le haga. Este lo tuvimos en Sopó hasta que se vendió por orden de mi padre. Posteriormente, yo compré un Niva de 2005 que tuvimos en la familia hasta que un amigo se enamoró de él y se vendió. Entonces, El Niva ha estado en nuestras vidas desde hace 25 años.
Cuando compramos el Lada de 1981, en una investigación preliminar se determinó que por ser un carro “barato” y no tener representación en Colombia, cuando se requería un repuesto original resultaba bastante costoso importarlo desde Rusia, por lo que resultaba más fácil modificar la mecánica y usar repuestos de otras marcas que se acoplaban y se preferían hacer injertos. Por lo cual fue muy interesante tener en mi poder un Lada casi original y de la época”.
¿Cómo fue el orden del proceso de restauración?
“Restaurar este carro se convirtió en mi proyecto personal. Decidí dirigirlo con la ayuda de mi papá, un amigo que es latonero y el mecánico que siempre vio el carro para sentirlo como un proyecto propio.
La restauración se inició con la revisión estética del carro y con ayuda del manual empezamos a detectar las modificaciones exteriores que le habían hecho, como la canasta superior sobre el techo, los espejos laterales, que eran más grandes, las exploradoras, las llantas que no eran del tamaño adecuado y la instalación eléctrica.
Mecánicamente se revisaron todos los componentes para detectar fugas y arreglarlas. Se reparó el motor, se arregló la suspensión y en un modesto taller de latonería de un amigo se desarmó totalmente.
Paralelamente, a medida que se desarmaba, cada parte interior que se encontraba en mal estado se llevó a sitios especializados de tapizado para restaurar: silla posterior, techo interior, tablero de instrumentos, carteras de las puertas y me dediqué a visitar los pocos talleres de Lada que existen en Bogotá para conseguir partes originales de la época que hicieran falta. Los elementos encontrados los restauramos en casa”.
¿Qué uso piensa darle?
“Será familiar, pues se convirtió en el orgullo de mi familia y de mis padres. En el club Lada Bogotá también ha sido un motivo de orgullo y motivación para los más de 150 asociados. Mi única hija, que conduce desde niña, ha adquirido el gusto por el carro, lo bautizó con el nombre de Hortón y ha manifestado que quiere conservarlo”.
¿Cómo fue el proceso de juzgamiento para las placas?
“La revisión se llevó a cabo en el Club Colombiano de Automóviles Antiguos y Clásicos Clac de Bogotá, fue revisado directamente por Robert Moore (representante legal del Clac) con asistencia de un mecánico. Lo más destacado fue el puntaje, pues obtuvo el 99 % de originalidad”.
¿Qué dice la gente cuando ve un Lada con placas de Antiguo?
“Llama la atención de maneras distintas: a las personas de mayor edad les gusta y normalmente hacen comentarios como ‘Esto sí era un carro de verdad!’ y explican sus experiencias con este tipo de carros, sobre todo, por el hecho de tener latas de verdad y que fue el primer vehículo monocasco 4x4.
A los jóvenes no les gusta la estética del carro, pero les llama la atención por el hecho de tener placas de Antiguo y preguntan ‘¿Qué es eso?’. En carretera me estoy acostumbrando a hacer cambio de luces para responder a quienes saludan en la vía”.
La pieza más difícil de encontrar...
“Fueron las llantas, que originalmente son bastante delgadas sobre los rines de 15”. Estas salieron del mercado hasta en Rusia.
El proceso consistió en encomendar a muchas personas del gremio automotriz hasta que alguien me relacionó una venta de llantas que tenía un juego completo desde hace varios años guardado en un depósito.
La historia del radio
“ Curiosamente fue una obstinación mía conseguir un radio ruso de la época. Por medio de internet y luego de revisar páginas por varios meses, mi sobrina encontró un radio casete ruso de 1980 original, con todos sus accesorios y que nunca había sido instalado. El radio pasó por varios países europeos, luego a Miami y, por último, Colombia. Tardó cerca de cuatro meses en llegar. Luego de realizar la conversión de euros a pesos fue bastante costoso, pero ha valido la pena”.
Hernán Mogollón
Propietario