El corazón, todo un motor
Su óptimo funcionamiento resulta en la buena salud de los órganos y los músculos a lo largo del cuerpo.
La función del corazón, en conjunto con el resto del sistema cardiovascular, “es la de llevar oxígeno hasta las células más pequeñas del organismo, para que estas absorban los nutrientes de los alimentos, los conviertan en energía y realicen funciones determinadas”, explica el cardiólogo especializado Clímaco de Jesús Pérez.
Es después de recorrer todo el organismo y transportar el oxígeno, que la sangre regresa al corazón y la bombea hacia los pulmones, desde donde se repite el mismo ciclo, una y otra vez.
El tamaño de este órgano, tan vital para cada ser humano, es proporcional al puño de cada persona y depende de la contextura de esta. Generalmente, se ubica en el centro del pecho, inclinado hacia el lado izquierdo, detrás del esternón y se apoya en el diafragma. Una razón de peso para comprender por qué sus latidos se escuchan más fuertes en este lado del cuerpo. La travesía de la sangre
Es así como el corazón necesita para su funcionamiento nutrientes y oxígeno, que obtiene gracias a la sangre que le llega a través de las arterias coronarias y que salen de la aorta (arteria principal del ser humano). Además, las venas cavas (las más grandes del ser humano) y las arterias pulmonares también se conectan de este órgano. El miocardio, por su parte, es el músculo encargado de las contracciones del corazón, alimentándose de grasa, no de azúcares, como el resto de músculos.
Un proceso natural
Cuatro cámaras: dos aurículas son las encargadas de recibir la sangre y los dos ventrículos son los que la expulsan. Lo integran también cuatro válvulas, que se abren y se cierran permitiendo el paso de la sangre de una cavidad a otra y finalmente a las grandes arterias por donde se distribuye la sangre.
Estructura en crecimiento
“Para el momento del nacimiento, las estructuras internas del corazón del bebé ya están completamente desarrolladas, cuentan con todas las partes que lo conformarán por el resto de su vida. Sin embargo, este no completa su crecimiento hasta los 17 años”, agrega el cardiólogo.
Además, la frecuencia cardíaca tiende a variar con el envejecimiento. En personas con rutinas saludables, dietas balanceadas y ejercicio constante, se presenta una reducción considerable en los latidos por minuto. Por otro lado, en aquellos que sufren de estrés, o llevan estilos de vida sedentarios, el ritmo del corazón aumenta con el paso del tiempo, lo que puede provocar arritmias e insuficiencias cardíacas