¿Burbujas sociales? La estrategia para frenar la covid-19 de la que poco se habla
Las burbujas sociales son una forma en hacer el propio rastreo de contactos. Aprenda a aplicarla en su día día.
Quiero pasarme la vida aprendiendo cosas nuevas y me hice periodista para asegurarme. Escribo sobre tecnología y gastronomía en la sección de Tendencias.
Una de las razones por las que países como China, Nueva Zelanda y Corea del Sur tienen datos de contagio de covid-19 mucho menores que los que se ven en Europa y América es porque estos países aplican, además del autocuidado, estrategias de rastreo de contactos. Así lo explica el profesor de la Universidad Nacional e infectólogo del Hospital Universitario Nacional en Bogotá Jorge Cortés.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta es una táctica que se basa en “identificar a las personas que pueden haber estado expuestas al SARS-CoV-2 y hacerles un seguimiento diario durante 14 días. El objetivo es detener la transmisión del virus mediante la reducción del número de personas infectadas que circulan entre la población”.
China, por ejemplo, hace este rastreo por medio de una aplicación móvil. Un estudio publicado en la Revista Science en mayo pasado, y destacado por el PhD en Ciencias Biológicas Carlos Álvarez en su cuenta de Twitter, revisó la viabilidad de proteger a la población por medio del rastreo de contactos usando algoritmos y tecnología y encontró que aplicada con rigurosidad es una estrategia eficaz.
La investigación, llamada Quantifying SARS-CoV-2 transmission suggests epidemic control with digital contact tracing, concluye que “el uso de una aplicación de rastreo de contactos que construya una memoria de proximidad y notifique inmediatamente a los contactos de los casos positivos sería suficiente para detener la epidemia si se utiliza por un número suficiente de personas, en particular cuando se combina con otras medidas como el distanciamiento físico. Una intervención de este tipo plantea cuestiones éticas relativas al acceso, la transparencia, la protección y el uso de datos personales, y el intercambio de conocimientos con otros países”.
En palabras de Cortés, “estos países tienen sistemas mucho más exigentes para hacer pruebas, seguir a la gente, saber con quién compartió y así mismo aislarlos. Buscan a muchísima gente, encuentran las agujas en el pajar y las quitan antes de que sigan infectando a los demás. Nosotros, en cambio, hacemos las pruebas cuando ya las personas están enfermas”.
Estas estrategias necesitan gran inversión de recursos en pruebas y tecnología. Y como explica la OMS, es necesario que el rastreo sea exhaustivo por parte de los distintos actores de una comunidad para romper con las cadenas de transmisión de la covid-19. Las burbujas sociales proponen aplicar algo similar sin necesidad de que sea a gran escala. Usted mismo lo puede hacer.
Ana Carolina Amaya, psicóloga especialista en investigación social y magíster en epidemiología explica que consisten en “tratar de crear un grupo seguro de personas que se comprometan a cuidarse en todos los demás ambientes para que cuando estén juntos puedan estar con menor riesgo entre ellos. O por ejemplo, la burbuja con la pareja afectiva, si no vivo con ella, es el compromiso de cada uno cuidarse por el otro, y en dado caso de que haya tenido una circunstancia de riesgo contarlo”.
Las reglas son: hacer una burbuja de máximo tres personas, para poder controlarla, y que estas personas no pertenezcan a otra burbuja social o microcomunidad.
Las burbujas sociales hacen parte de las estrategias de Nueva Zelanda, según se lee en el sitio web del gobierno. El país tiene un sistema de alerta de cuatro fases, en el que los ciudadanos tienen unas reglas claras, descritas una a una en la página, de las restricciones en movilidad y contactos sociales.
En la uno, la de menor riesgo de infección y en la que se encuentran en este momento, solo se prohíben las reuniones masivas de más de 500 personas.
En la dos, se restringe la circulación en el país y se puede tener interacciones sociales con personas ajenas al hogar; en la tres, se restringe la circulación en la ciudad, los negocios no esenciales deben cerrar y se aplican las burbujas domésticas; es decir, solo interacción con personas del mismo hogar (se puede ampliar únicamente para recibir un cuidador de salud en casa). No se permiten visitas de amigos ni otros familiares.
Otro término para llamar a este tipo de medidas es el “distanciamiento estratégico”, descrito por un estudio liderado por la Universidad de Oxford en junio del año pasado. La investigación, publicada en la Revista Nature, propone una modelización de diferentes escenarios para evaluar el impacto de las medidas para cortar la propagación del virus. Concluye que reducir los contactos es más favorable a largo plazo que los aislamientos totales o cuarentenas.
Este distanciamiento se puede aplicar en tres partes y tiene elementos similares al sistema de alerta de Nueva Zelanda. La primera es restringir los contactos a solo la familia o quienes comparten el mismo hogar, como lo propone el gobierno neozelandés en su sistema de alerta nivel 3.
La segunda es no interactuar con personas que no están conectadas con los lazos sociales habituales. Por ejemplo, evitar ir a una finca con desconocidos, porque no se tiene la seguridad de que se cuidaron previamente al encuentro, ni hay confianza para comunicar si se estuvo en una situación de riesgo. El estudio de Oxford los llama “conocidos ocasionales” y recomienda evitarlos al máximo.
La tercera estrategia es interactuar constantemente con microcomunidades o burbujas sociales. En este punto es fundamental la comunicación, acota Amaya. “La clave es informar en lugar de querer negar que estuve en una situación de riesgo por no asustar a los demás. No necesariamente es perder la vida social, sino aprender a limitar muchos otros espacios para poder tener cercanía con quienes confío y se están cuidando”, explica la magíster en epidemiología.
¿Y si lo hacemos todo?
Jorge Rodríguez, investigador del Instituto de Salud Pública de la Universidad Javeriana, aclara que las burbujas sociales no funcionan si son la única estrategia que se toma, sino que hay que combinar las medidas de protección personal (como la mascarilla bien puesta y el lavado constante de manos) para cortar realmente la propagación del virus.
Además, “si uno lograra convencer a mucha gente de que arme su burbuja, entre más burbujas haya, más gente se está cuidando y está tratando de prevenir contagios. Es formar prevención por grupos, no por personas”, recalca la magíster en epidemiología Ana Amaya.
No es tarde para incluir esta estrategia en su lista para cuidarse de la covid-19. recuerde, no hay fórmula mágica sino mucha recetas aplicadas al mismo tiempo.