Ciencia

¿Por qué la luz nocturna puede producir cáncer de seno?

No contiene elementos tóxicos, pero la iluminación artificial parece ser cancerígena, ¿por qué?

15 de febrero de 2018

Si la luz artificial no parece tóxica ni rompe enlaces químicos que dañen el ADN y tampoco contiene radiación UV ni hormonas, ¿entonces cómo podría incidir en el cáncer de seno?

Pues a esa firme relación llegan cada vez más investigaciones y la recomendación parece sencilla, pero difícil de cumplir hoy: no se exponga mucho a la luz artificial, uno de los grandes inventos de la humanidad y base de la vida actual en el planeta.

La exposición aumenta hasta un 14 % el riesgo de cáncer de seno en mujeres que viven en vecindarios con alta cantidad de luz eléctrica en las calles, de acuerdo con una reciente investigación publicada en Environmental Health Perspectives, realizada por científicos de las universidades Harvard, Boston, de Viena y de California en Los ángeles, encabezados por Peter James.

Los resultados concuerdan con estudios previos.

En el trabajo analizaron el sitio de residencia de 109.672 enfermeras y se estudió la ocurrencia de cáncer de seno entre 1989 y 2013, reportándose 3,549 casos, lo que se esperaría en esa población.

Se halló una relación directa entre el nivel de iluminación nocturna en el sitio de residencia antes del diagnóstico y su riesgo de desarrollar ese tipo de cáncer.

El vínculo es mayor en mujeres jóvenes diagnosticadas antes de la menopausia.

Richard G. Stevens, de la Universidad de Connecticut, quien también ha hecho estudios sobre el tema, en un artículo en The Conversation expresó que el riesgo debe ser mayor al considerado por los investigadores de Harvard, porque solo se basaron en imágenes satelitales de iluminación en el vecindario, pero las personas están expuestas a luz artificial más tiempo en el interior de sus viviendas y otros lugares.

Y si bien el cáncer pudo estar relacionado con otras condiciones, situación que también analizaron James y colegas, queda un margen de error. Sin embargo, el resultado concuerda con el creciente cuerpo de evidencias sobre esta nociva relación, que comenzó a ser vista en 1987.

¿Por qué?

Si la luz no es nada tóxica, ¿a qué se debe ese vínculo con el cáncer en mujeres?

Es un asunto del tiempo. Durante millones de años nuestros ancestros y los humanos mismos evolucionaron en un ciclo de 12 horas de luz y 12 de oscuridad: el cuerpo espera luz en el día y en la noche no. La artificial nocturna puede retrasar la transición a la fisiología de la noche, explica Stevens, que debería comenzar tras irse el Sol.

Un elemento importante en esa transición es el aumento de una hormona en la sangre, la melatonina.

Por ejemplo, a una longitud de onda de la luz más corta, como la que tira al azul, es mayor el impacto en la reducción de melatonina, retrasando la transición.

Se ha demostrado de hace tiempo que esa hormona tiene fuerte efecto anticancerígeno en ratas de laboratorio.

El vínculo con el cáncer de seno se ha establecido durante la búsqueda de factores que inciden en esta clase de tumor, sabido que son varios, a diferencia de otros tipos como el de pulmón que tienen en general una gran causa.

Esa asociación se encontró entre fumadoras y no fumadoras, y en enfermeras con historia de trabajo nocturno.

Incidencia

Hace 20 meses, la Asociación Médica Americana presentó una declaración con recomendaciones para elegir la iluminación LED que hoy está no solo en las calles sino en los ambientes dentro de las edificaciones, reafirmando la conexión entre iluminación y salud humana.

La sugerencia es no pasar de 3.000 Kelvin, es decir menos luz azul.

La iluminación LED es cinco veces más efectiva en la supresión de la melatonina.

Aunque no se ha establecido un vínculo con enfermedad, también un estudio de 2012 del Lighting Research Center demostró que la luz de sus dispositivos (tabletas, móviles y otros) reduce los niveles de melatonina en adolescentes un 23 % tras una hora de exposición y 38 % luego de dos horas.

Esta situación puede afectar el sueño.

La semana pasada otro análisis publicado en Hippocampus encontró que ratas africanas de la hierba (Arvicanthis niloticus) expuestas durante cuatro semanas a luz tenue perdieron cerca del 30 % de capacidad en el hipocampo, región cerebral básica para la memoria y el aprendizaje. Estos roedores, como los humanos, son activos en el día y duermen en la noche.

Los estudios deberían servir para tomar medidas en cuanto a la iluminación nocturna para reducir los efectos en las personas susceptibles a desarrollar cáncer.