Ciencia

¿Cómo es ser médico de astronautas y pilotos?

El primer médico aeroespacial de Riosucio, Caldas, Mateo González, le explica a EL COLOMBIANO en qué consiste este campo de la medicina que evalúa el cuerpo en condiciones extremas.

Periodista de la UPB. Amante de las historias y de las culturas. Estoy aprendiendo a escuchar y a escribir.

07 de mayo de 2021

Solo 25 médicos aeroespaciales hay en Colombia y Mateo González Agudelo, que se graduó en abril, es uno de ellos y el primero de Riosucio, Caldas. Egresado de la Especialidad en Medicina Aeroespacial de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, ha tenido experiencias en la Nasa y sueña con trabajar en el Gran Colisionador de Hadrones, en Ginebra.

Unió su pasión por la medicina y la fisiología del cuerpo humano con su amor por la astronomía y dedicó su trabajo de grado a analizar la accidentalidad aérea civil en Colombia durante una década, desde 2009 a 2018.

Considera que en el país se avanza en el área y que cada día se necesitarán más médicos aeroespaciales, por lo que resalta el trabajo realizado por su Universidad, que recibe a estudiantes de todo Latinoamérica.

¿Cómo su infancia contribuyó a que estudiara lo que estudió?

“Nací en Riosucio, Caldas. Mi madre, que ya falleció, fue docente de básica primaria y todo empieza desde ella. Me formó humana, académica y éticamente. Me inculcó la música, el arte y tener un buen rendimiento académico. En octavo comencé a ver biología y fue la pasión con la que el profesor transmitía sus conocimientos la que me inspiró a querer estudiar medicina. Mi mamá decía que teníamos, mi hermana y yo, que hacer un esfuerzo para entrar a una universidad pública. Me presenté a la Universidad de Antioquia dos veces, a la primera no pasé. Desde el principio me apasionó la carrera y estuve luego en el Grupo de Investigación de Enfermedades Infecciosas”.

En ese recorrido, ¿de dónde surge el interés por las ciencias espaciales?

“En el grupo de investigación conocí al doctor Carlos Andrés Rodríguez Jaramillo. Él marcó un hito en mi formación cuando yo estaba acongojado porque mi madre había acabado de fallecer. Él me contó sobre el escepticismo básico basado en el método científico. A partir de ahí comencé a estudiar más sobre la ciencia y la investigación y comencé a leer libros como “El mundo y sus demonios” de Carl Sagan, “El espejismo de Dios”, de Richard Dawkins y “La teoría del todo” de Stephen Hawking. Fue ese el punto de partida para mi amor por la astronomía, me parecía deslumbrante, me envolvió y hasta llegué a dudar de si la medicina sí era lo mío. Hice dos cursos del diplomado en Astronomía y pertenecí al grupo de astrobiología de la universidad”.

¿Cómo dio con la Medicina Aeroespacial?

“Cuando estaba en el internado (prácticas finales en medicina), me estaba preguntando qué iba a hacer al salir, en qué me iba a especializar. Me gustaban las áreas quirúrgicas, cirugía general y plásticas, pero al final tenía la duda y no le hice mucha fuerza. Buscando en universidades de España y Estados Unidos me encontré el programa de Medicina Aeroespacial y yo no tenía ni idea que existía y la sorpresa mayor fue darme cuenta de que lo daban en la Universidad Nacional de Bogotá. Me presenté y no pasé sino hasta la segunda oportunidad e inicié en enero de 2018”.

¿Qué hace un médico aeroespacial?

“Estudiamos el comportamiento del ser humano, su fisiología, en condiciones especiales, las que no son terrestres, a las que no está adaptado. Investigamos cómo se comportan sus órganos desde los sentidos, los sistemas sensoriales y demás en ambientes como el espacio exterior, la altitud (foco importante en pilotos), las profundidades del mar (con los buzos de la marina), aquellos sometidos a condiciones de confinamiento (que afectan el rendimiento neuropsicológico en la realización de las tareas, como los mineros), y demás. Gestionamos el riesgo y la seguridad y salud en el trabajo de estas personas y nuestro campo de acción va desde la medicina de aviación, hasta la hiperbárica, de accidentes aéreos, espacial hasta la medicina del viajero”.

Usted estuvo en la Nasa, ¿qué se hace en Estados Unidos?

“El complejo en Texas es gigante. Allí hicimos un curso de los principios de la medicina de aviación espacial y fue en conjunto con diferentes médicos de varias partes del mundo en interacción no solo multicultural sino multicientífica. Visitamos los diferentes centros de medicina aeroespacial y de la aviación y estuvimos con médicos astronautas que han estado en la Estación Internacional Espacial. Luego estuve haciendo una investigación de cinco meses en la Administración Federal de Aviación (FAA) donde en el Instituto Médico Aeroespacial Civil evaluamos los aspectos médicos de certificación y de adecuados estándares de rendimiento en el personal aeronáutico para que vuelen de forma segura. Todavía está pendiente por publicar ese trabajo porque se está potenciando la investigación hacia la crisis sanitaria que tenemos actualmente”.

A propósito, su trabajo de grado fue postulado para orden meritoria. ¿En qué consiste?

Fue sobre accidentalidad aérea civil en Colombia desde 2009 a 2018 y lo desarrollé aplicando una herramienta llamada Sistema de Análisis y Clasificación de Factores Humanos que identifica las causas humanas de un accidente y de toda la cadena inmersa en la operación aérea. El modelo se basa en el error que puede tener característica secuencial y atravesar varios agujeros. Analicé los errores y se determinó en cuáles operaciones se accidentan más”.

Después de todo esto, ¿cuál es su sueño a futuro?

“Soñar no cuesta nada y yo sueño con trabajar en Ginebra, Suiza, en el Gran Colisionador de Hadrones. Allí se hacen experimentos con partículas subatómicas y ese es considerado también un ambiente especial. Si te gusta la astronomía te debe gustar la matemática y la física y por eso Suiza sería como la Meca en cuanto a este tipo de investigación. El mundo subatómico es como el mundo aeroespacial”.

¿No sueña con ser astronauta?

“Serlo es muy difícil. Primero se necesita que el país donde estamos nacionalizados tenga programa espacial y aquí en Colombia no tenemos. La segunda opción es nacionalizarse en Estados Unidos y estudiar allá medicina u homologarla, lo que es un proceso largo. Además, se debe hacer especialización en Medicina Aeroespacial y sumado a eso se debe tener estudios en ciencias exactas, como física, bioquímica, química y demás. Es un proceso largo donde eligen a pocos, aunque la puerta no está cerrada para nadie. A mí, la verdad, no me encanta la idea de ir al espacio porque me parece un ambiente muy difícil e inhóspito”.

¿Cómo está el área en el país?

“La Universidad Nacional admite estudiantes de toda latinoamérica. Es un programa diverso que ha surgido con dificultades, porque sabemos que la educación en Colombia no es una prioridad y la universidad pública es de las que más se ven afectadas en cuanto a financiación pero, por fortuna, se han forjado muy buenos médicos aeroespaciales que ahora están en la Aerocivil, o como docentes de educación superior, o como controladores de tráfico aéreo, bomberos aeronáuticos, médicos militares; hay mucha diversidad en campos de acción. Hay cosas por mejorar pero estamos bien y se van a requerir cada vez más médicos”.