Andrea Guzmán, la científica colombiana que desde Europa estudia exoplanetas
La matemática y astrofísica bogotana Andrea Guzmán ha enfocado sus esfuerzos en estudiar exoplanetas y hacer las ciencias más incluyentes para las mujeres.
Periodista de la UPB. Amante de las historias y de las culturas. Estoy aprendiendo a escuchar y a escribir.
Desde pequeña, Andrea Guzmán Mesa aprendió a mezclar sus dos pasiones, los idiomas y el espacio, y las ha utilizado para cumplir sus objetivos como científica. Es magíster en Astronomía y Astrofísica del programa Erasmus Mundus de la Unión Europea y actualmente estudia un PhD en Astronomía en el Center for Space and Habitability de la Universidad de Berna, en Suiza.
Cree que para entender mejor el mundo se deben estudiar otros, lo que la ha llevado a enfocar sus investigaciones en las atmósferas de los planetas fuera del sistema solar, conocidos como Exoplanetas.
Su interés en el espacio, sin embargo, no la ha desligado de las realidades que ocurren dentro de la Tierra y sus objetivos buscan impactar la sociedad en temas que van más allá de la ciencia. Es cofundadora de Colombianas Haciendo Investigación en Astrociencias, Chia, un colectivo que busca visibilizar los avances de las mujeres colombianas en las áreas de ciencias espaciales a través de redes sociales, para que tengan una plataforma para darse a conocer e inspirar a más niñas y mujeres.
¿Por qué decidió, en un principio, estudiar matemáticas?
“Una pasión me llevó a otra, porque desde pequeña me encantaban los idiomas y en mi interés por aprender inglés mi mamá, cuando yo estaba en el colegio, me dijo que viera el programa de divulgación científica Cosmos, del astrónomo Carl Sagan, para practicar inglés y desde ahí me interesé por la astronomía. Luego, en el colegio, abrieron un club y tuve la experiencia de ir a la Nasa gracias a la invitación de una mujer investigadora colombiana. Inicialmente, opté en la universidad por aplicar a lenguas modernas, pero en la entrevista de ingreso enfrenté varias dificultades por mi situación económica. Al mismo tiempo, me ofrecieron una beca para estudiar matemáticas porque me había ido muy bien en el Icfes y decidí que desde esta área podría luego alcanzar el espacio”.
Lenguas y matemáticas parecen polos opuestos, ¿qué piensa del cambio de elección?
“Lenguas era mi segunda alternativa en vista de que no había muchas opciones de astronomía en el país. Con la oportunidad de matemáticas me dije “empecemos por ahí” y he tenido la fortuna de llevar las dos pasiones al tiempo, ya que durante la maestría hice un programa Erasmus Mundus, una oportunidad de la Unión Europea para estudiar en otros países durante dos años, así que pude aprender el idioma de los que visité y las culturas. La mejor decisión que pude haber tomado, que en ese momento no era tan clara, fue seguir la carrera de matemáticas que realmente me dio un panorama, no solo de la ciencia y la astronomía, sino del mundo en general”.
¿En Colombia hubiera logrado un camino similar?
“No creo, por muchas razones: no hay una inversión significativa del Gobierno en programas de ciencia, no existe el concepto real de lo que es una beca en comparación con otros países como los de Europa o Estados Unidos, donde realmente te dan la oportunidad de dedicarte solo a estudiar porque saben que los aporten que uno haga de forma científica serán su propiedad y, además, la movilidad es una parte central de ser académico, de ser científico: es necesario ir a otras partes, estar en contacto con otros sistemas académicos, otros investigadores, otras formas de hacer ciencia”.
¿Y volver al país?
“El problema es que muchos nos vamos y queremos volver pero no hay forma de hacerlo y ejercer la profesión que uno tiene. No es decir que ‘me tuve que ir de Colombia porque no tuve las oportunidades’, sino que incluso si en este momento quisiera regresar, no veo inversión o recursos para tener laboratorios o institutos de astronomía. Esto hace que muchos nos quedemos por fuera, porque hay otra visión de cómo es la ciencia, de la inversión en ella, y hay más opciones”.
¿Qué tendría que pasar en Colombia para que los investigadores decidan quedarse?
“Primero, debe haber voluntad del Gobierno Nacional para establecer políticas públicas, invertir recursos en universidades, infraestructura, que haya sinergia entre científicos y política. Los científicos debemos ser más activos, activistas, proactivos en ese sentido de tratar de explicarle a los gobernantes por qué es importante invertir en esto. Acercarnos a la toma de decisiones, ser consejeros académicos científicos. Y segundo, debe haber inversión del Estado en fortalecer la educación pública e institutos de investigación y que estos se desliguen de las universidades”.
¿Cómo ha sido ser colombiana?
“Son dos caras de la moneda. Provenir de una cultura distinta, de otra forma de hacer academia o ciencia, de ser mujer incluso, trae otro tipo de perspectiva a mis investigaciones. Pero también es claro que existen dificultades burocráticas o culturales. Se puede uno sentir en desventaja por provenir de latinoamérica ya que para acceder a los mismo recursos u oportunidades debo demostrar que tengo en mi hoja de vida dos o tres veces más de lo que las personas aquí tienen”.
Y, ¿cómo es ser mujer en la ciencia?
“Hay una frase que me gusta mucho de otra científica colombiana que se llama Alexandra Olaya Castro. Hace poco le preguntaron el rol de la mujer en la ciencia y ella dijo: ‘Es el mismo del hombre’. Y esto es cierto. No es que yo tenga un rol mayor ni menor. Creo que hay que enfocarse más en el contexto histórico, social, político, en el que la mujer se desempeñó, donde no tuvo acceso a la educación cuando los hombres sí. Aún estamos lejos de la equidad, pero si hoy una mujer, una niña, quiere ser científica, puede hacerlo. Uno no se convierte en lo que no ve, por eso es importante resaltar a estas mujeres en la ciencia, que sirven como modelos a seguir”.
Usted es cofundadora de Colombianas Haciendo Investigación en Astrociencias, Chia. ¿Qué la motivó?
“Un día estaba en la oficina, en Berna, buscando en el periódico e internet charlas de los planetarios de las universidades y vi que siempre eran los mismos astrónomos invitados, los mismos hombres y la misma mujer. Me preguntaba si solo hay una mujer en la Nasa, si solo yo estaba estudiando esta carrera. Con un par de colegas colombianas nos reunimos porque sabíamos que tenía que haber más. Hicimos un censo para saber a quiénes conocíamos y llegamos al resultado de que en este momento somos un poco más de 80 mujeres de Colombia haciendo astronomía en distintas partes del mundo y en diversos niveles académicos. El problema no era que no hubiera mujeres, sino que no había visibilidad, y por eso nuestro colectivo busca eso, reconocer, a través de redes, esos trabajos, charlas, congresos y demás donde participan ellas. Veo con felicidad cómo cada vez más estamos tomando esos espacios académicos, culturales, de los diarios, para mostrar las historias de esas colombianas haciendo investigación en astrociencia”.
¿Cómo dan visibilidad?
“Con charlas, hemos escrito artículos científicos entre nosotras, tenemos espacios de trabajo, entre otras cosas. Hace poco realizamos, con el planetario de Bogotá, una maratón del día de la mujer y la niña en la ciencia, con al menos 15 astrónomas colombianas alrededor del mundo. Esto sentó un precedente muy importante en la astronomía del país. Hemos escrito artículos para el MinTIC, entre otras cosas”.
¿Cuál sería uno de sus sueños respecto a las mujeres y la ciencia?
“Mi impresión en general es que cada vez más, no solamente en astronomía, sino en las diferentes áreas de la ciencias exactas y humanas, que son muy importantes también, se toma mayor conciencia de por qué es importante que esos espacios dominados por hombres estén permeados por las mujeres. Para que sean más diversos en términos de géneros, de raza, de cultura y demás, porque al final la diversidad termina por mejorar lo que hacemos. Un sueño, entonces, sería fortalecer ese tipo de redes de colombianas y generar más trabajos conjuntos o colaboraciones. Más puntual, quiero construir una red de científicas astronómicas de Latinoamérica”.
Retomando lo académico, ¿en qué consiste su investigación actual?
“Soy estudiante de doctorado en la Universidad de Berna, en Suiza. Mi tema de investigación son las atmósferas de los planetas que están fuera del sistema solar, conocidos como exoplanetas. Hago modelos teóricos analizando un grupo particular de planetas llamados neptunos calientes y cómo sus atmósferas están ligadas con su interior, cómo interactúan, y cómo esto nos puede dar claves de nuestro propio sistema solar. También estudio con el telescopio espacial James Webb que será lanzado este año y he intentado dar clave para la utilización de instrumentos a la hora de hacer observaciones sobre exoplanetas”.
¿Por qué estudiar la atmósfera y, sobre todo, de planetas que no están en el sistema solar?
“Porque los que tenemos cerca, como los del sistema solar, ya están bien estudiados. Somos ya capaces de enviar naves, sondas hasta ellos. Incluso sus lunas están muy bien caracterizadas. Si queremos entender nuestro sistema solar como un todo, necesitamos saber si hay otros sistemas planetarios similares al nuestro. Estudiamos otros mundos para entender mejor el nuestro. En cuanto a las atmósferas, las miramos porque podemos hacerlo y porque estas nos pueden dar indicios sobre la habitabilidad del planeta: si tienen oxígeno, nitrógeno, la vida podría desarrollarse allí”.
¿Usted cree que hay vida o que estamos solos?
“Creo que sea cual sea la respuesta es igual de maravillosa. Si estamos solos, imagínate lo loco. Como decía Carl Sagan, es un tremendo desperdicio de espacio. Además, ¿por qué somos tan afortunados de ser solo nosotros? Si sí tenemos compañía y la vida es algo normal, debemos entender cómo los procesos de esa vida son similares a los de acá. Se abrirían nuevas ventanas al conocimiento. Cualquiera de las respuestas es igualmente interesante y lo que yo hago lo hago con el afán de poder contribuir a responder esa pregunta”.
Finalmente, ¿cuál es el sueño o meta más grande?
“Una de las cosas que he aprendido con la pandemia es que se debe ser flexible con los sueños. El mío está mirando hacia la ciencia pero, si en algún momento cambia, eso está bien. Por ahora, estoy abierta a seguir como investigadora de la academia y ser buena en mi área o en otra área, pero también a convertirme en diplomática científica y poder trabajar en el Gobierno (no necesariamente el de Colombia), o con una ONG y utilizar las capacidades que mi trabajo me ha dado para generar impacto más allá del área de mi investigación”.
Foto: Nasa