Ya llegó el niño
El fenómeno de El Niño viene de una tradición asociada a la denominada Corriente del Niño que se presenta por le época de las fiestas navideñas, conocido por los pescadores del puerto de Paita, ubicado en el norte del Perú, que se presentaba con alguna frecuencia en períodos entre 2 y 4 años, los cardúmenes o bancos de peces desaparecían de la superficie oceánica afectando la pesca, deduciendo que dicha anormalidad era debida a una corriente oceánica procedente del Ecuador.
La realidad es que existe una corriente en el área oriental del océano Pacífico ecuatorial, denominada ENSO, que se calienta más de lo normal y genera una alteración en el patrón climático de la zona, impactando el continente desde Colombia hasta el Perú. En nuestro país han existido dos fenómenos severos en épocas recientes, entre los años 1992 y 94 y entre 1997 y el 98; sin embargo, durante otros períodos de tiempo se ha presentado la amenaza. El fenómeno contrario es el de La Niña, que consiste en un enfriamiento del océano, provocado por un cambio anormal en el ambiente, incrementando el régimen de lluvias de la región, todo esto generado por las distorsiones en el cambio climático.
En esta oportunidad, según las predicciones del Ideam, avaladas por el Ministerio de Minas y Energía, el fenómeno de El Niño ya se inició con todo rigor, manifestándose en una severa sequía y continuará durante el período comprendido entre diciembre de 2015 y abril de 2016; todas las alarmas en el sector eléctrico están encendidas, pero esta situación aún no ha trascendido a la comunidad de usuarios, tanto de energía como de agua potable; según los estimativos la inminencia de un racionamiento generalizado en todo el país de los dos servicios vitales para la vida de todos los colombianos, tendrá un alto nivel de ocurrencia. Ante esta situación a los Ministerios de Minas y Energía y de Ambiente y aguas, les ha faltado contundencia y mayor información para promover la disminución del consumo entre los usuarios del servicio.
El problema es real y por eso se hace necesaria la solidaridad de toda la comunidad, no solamente ahorrando ante la inminencia del cobro de mayores tarifas sancionatorias a quienes consuman más energía y agua o estímulos para fomentar el ahorro, sino acometer una campaña de ahorro efectivo al interior de los hogares y todo el empresariado colombiano. No podemos olvidar las consecuencias del racionamiento durante la presidencia César Gaviria con “la hora Gaviria”, quien debió cambiar el horario para reducir el consumo de energía y aplicar fuertes sanciones, aún con el corte del servicio a quienes desperdiciaran el agua por el fenómeno entre mayo de 1992 hasta febrero del 93.
Las administraciones municipales deben ser responsables y aplicar planes de contingencia para que toda la comunidad se solidarice con las campañas que promuevan el ahorro, porque solo así se evitará un problema mayor; las escasas lluvias que se presentarán no compensarán las necesidades para llenar los embalses de las centrales hidroeléctricas, las termoeléctricas solas no alcanzarían a abastecer la demanda y se incrementarían tanto los costos de generación, que pondrían en aprietos a algunas empresas de servicios públicos en su capacidad financiera y para compensarlo, sería necesario incrementar aún más las tarifas del servicio; ojalá esto no ocurra y la naturaleza por sí sola mitigue su efecto adelantando las lluvias, el fenómeno no está en manos del hombre solucionarlo y solo con el ahorro en el consumo podrá soportarlo.