Tres historias para Sebastián

Sorpresa. En aquel café de pocas mesas hay un hombre de pelo gris sin compañía. Con el celular en la mano observa en sets de unos cuantos segundos. Una, dos, tres veces y con los mismos gestos sigilosos. Tal vez porque “mirar fijamente a los desconocidos no es de buen gusto”, como escribió alguna vez el poeta y premio Nobel Derek Walcott, quien precisamente murió ayer. Finalmente se acerca para preguntar: ¿Cierto que usted escribe en el periódico? Y ahí empieza una conversación en la que me revela: no volvió a leer columnas de prensa ni a ver noticias porque “son una queja constante y todo está mal”, “cada vez hay más morbo y cuanto más sórdida la historia, mejor” y “falta mucho para que en esta ciudad la gente se interese por la naturaleza y ayude de verdad a los demás”. Estas tres historias que vienen a continuación son reales y van dedicadas a Sebastián, un lector de optimismo dormido. Tal vez para que recuerde que aunque hagan menos ruido, en esta ciudad también viven muchas personas buenas y todas las semanas hay historias modestas de ayudas mutuas que no ven la luz.
248 ángeles en 4 días: La orden del desalojo estaba clara: si el 15 de marzo a las 8 de la mañana no habían hallado una solución, las autoridades del municipio de Caldas se llevarían los 248 perros que encontraran en el Albergue Los Ángeles. La sentencia se produjo después de que a su directora a Ángela Reyes se le exigiera un documento llamado “uso de suelos” que exige el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) y que lugares como el suyo nunca pueden conseguir porque no son negocio. A partir de ese momento comenzó una cadena de llamadas, chats y correos que no se detiene. Gente de diversos lugares fue llegando durante 4 días para llevarse los perros amenazados de orfandad y evitarles un final oscuro. Muchos de ellos están ahora en negocios, casas, fincas o en apartamentos pequeños. Todos los voluntarios se comunican a diario para conseguir comida o un hogar mejor. Son movidos por el deseo de ayudar e ignoran la incomodidad.
Entre alcantarillas y viajes: Muchos le dicen “Papá Jaime” y el pasado martes conversó en Medellín frente a 800 personas que estuvieron en su conferencia de “Conversaciones para el alma”. Este hombre que se sumergió en alcantarillas para ayudar a niños solitarios, salvó familias o caminó por las alturas del Everest para ser más fuerte, demostró con sus historias cómo la calma interior, ayudar y creer que algo sí puede hacerse, siempre son elementos poderosos frente a lo adverso.
Ante el humo mortal: Por estos días, muchas salas de urgencias están llenas de enfermos, principalmente niños cuyos cuerpos no toleran la contaminación de nuestro aire. Ante el panorama incierto en Medellín, un grupo de vecinos decidió unirse para compartir y salir en menos vehículos al trabajo. Cada mañana, un conductor recoge al resto del grupo y algo similar sucede al regreso. Si las autoridades se durmieron para decretar el Día sin carro y permiten que tantos camiones o chimeneas emitan humo negro, ¿solo nos queda a nosotros tomar acción?.