“SOMOS MÉDICOS, NO CRIMINALES”
En varias oportunidades, en este mismo espacio, me he referido a casos puntuales de negligencia médica que han cobrado vidas o que han dejado secuelas graves en los pacientes. Hoy, con el mismo ímpetu, alzo mi voz para solidarizarme con el doctor José Edgar Duque, a quien no tengo el gusto de conocer.
Tampoco conozco a la señora María Teresa Restrepo, su “víctima”, pero la historia que protagonizan es dolorosísima, de lado y lado, y se resume en pocas palabras:
Todo empezó en el año 2007, cuando el doctor Duque, patólogo, hizo un diagnóstico equivocado de cáncer de seno y, en consecuencia, la señora Restrepo fue sometida a una mastectomía total derecha. Luego de la cirugía, la biopsia mostró que el tumor era benigno. Y ahí empezó el acabose para los dos.
Para ella, haber perdido “en vano” su seno derecho fue un evento dramático y doloroso.
El médico, con más de cuarenta años de ejercicio y docente de varias generaciones de estudiantes de medicina, ha sido criminalizado. Está condenado casi que a escribir su propia acta de defunción profesional, su licencia ha sido suspendida por dos años; será encerrado en una cárcel durante diez meses y tendrá que pagarle a la señora Restrepo la bobada de cuatro mil setecientos millones de pesos. Vuelva a leer despacio: Cuatromilsetecientosmillonesdepesos. “Si ganase diez millones mensuales, no comiera y no se vistiera, tardaría ‘solo’ cerca de cuarenta años en pagarlos”. La frase se lee en uno de los tantos comunicados de las asociaciones médicas que lo respaldan bajo el lema “Somos médicos, no criminales”.
El doctor Duque emitió un diagnóstico equivocado, pero la sentencia no presumió su buena fe. ¿A cuántos de los médicos que matan personas incautas cada semana en las clínicas estéticas de garaje los han juzgado con tanto rigor?
Algunos medios han hablado del “drama de una mujer que perdió un seno”. Ninguno se ha detenido en el drama del patálogo. Razón tenía el anónimo que dijo que “la gran paradoja de la medicina moderna es que el médico, además de defender al enfermo de la enfermedad, tenga que defenderse del enfermo”.
La doctora Carmenza Macía, de la clínica Valle del Lili, en declaraciones al diario El País, de Cali, dijo: “el fallo de la Corte le da un trato criminal al médico. Eso no se puede llamar justicia, la medicina no es una ciencia exacta, puede existir una equivocación, que evidentemente en este caso fue sin dolo. La condena es tan exagerada que le quita a este médico su libertad personal, su patrimonio y el derecho a ejercer su profesión”.
No se trata de minimizar el error cometido, pero uno podría pensar que la falta del seno se soluciona con un implante de silicona, que ya hasta los rifan en las emisoras y pronto empezarán a salir en las tapas premiadas de las gaseosas. Suena cruel y despiadado, lo admito, pero al médico le tocó pagar un precio demasiado alto.
El Gobierno nos pide perdón, olvido, borrón y cuenta nueva para quienes han destruido medio país a punta de bombas, secuestros y tráfico de drogas. Y entre tanto, la señora Restrepo nos manda un mensaje de incapacidad de perdonar a alguien que a lo largo de su vida ha emitido miles y miles de diagnósticos certeros y uno errado.
No sé a ustedes, pero a mí me parece que algo en esta sociedad no funciona como debería.