Ser pilo paga bien: ¿pero a quién?
Por PABLO J. PATIÑO GRAJALES *
pablo.patino@udea.edu.co
Favorecer con financiación pública a sectores menos favorecidos de la sociedad es el fin del programa “Ser Pilo Paga”, pero el medio que se usa para ponerlo en práctica degenera el fin, porque ha resultado financiando con dinero público a algunas universidades y porque sienta las bases de una especie de élite de beneficiarios que no retornarán a sus comunidades los logros particulares.
Una acción afirmativa aplicada al futuro del país a través de la educación superior podría ser mucho más democrática socialmente si se mantiene la exigencia de calidad y se amplía la cobertura. En tal caso son las universidades estatales que cumplan los criterios de calidad establecidos por el mismo Estado, las que deberían liderar una política con tal alcance.
Pero no. En el caso de marras, se eligió otra opción que además ha resultado más costosa de lo previsto. En efecto, durante el primer año el 85 % de los estudiantes beneficiarios decidieron estudiar en universidades privadas con matrículas más altas, lo cual obligó una financiación extra por parte del Gobierno. Por ello, si se compara con los créditos del Icetex, el programa puede apoyar menos estudiantes de bajos recursos económicos. Ante esta situación, como lo plantea la Ocde en su informe sobre educación en Colombia (Ocde, 2016), es pertinente y urgente una evaluación independiente del programa “Ser Pilo Paga” antes de ampliarlo o prolongarlo. No se puede disimular que mientras las universidades estatales reciben una financiación deficitaria por transferencias de la Nación, con este programa el Estado paga a universidades privadas que se benefician de la selección, el valor total de la matrícula que establece, en gran medida, la propia institución. Como consecuencia, más del 98 % de los recursos del programa están siendo entregados a las universidades privadas.
Una estrategia como “Ser Pilo Paga” es un factor que debilita aún más la universidad estatal. En el escenario del mercado y de la publicidad las principales universidades que tienen estándares de calidad iguales o más altas, no son atractivas porque tienen problemas de gobernabilidad, pero estos se deben en gran medida a problemas de financiación. En consecuencia, que se deban pellizcar las universidades públicas acrecentando el patrimonio de su calidad y pertinencia, mejorando su gobernabilidad y eficiencia administrativa por voluntad y esfuerzo propios, está fuera de toda duda; pero el pellizco fuerte deberían pegárselo los gobernantes de nuestro Estado para que entiendan que es más democrática, por eficiencia del retorno de capital, la inversión en la calidad de la educación con mayor cobertura e impacto social; y también quienes diseñaron el programa porque ya sabían sobre el destino de la elección que harían los jóvenes y sus familias.
Además, este programa aumenta la imagen negativa de la universidad pública porque al no ser elegidas varias universidades estatales queda la impresión de que no cumplen con los estándares aun contra la evidencia de su acreditación de alta calidad y de su mejor posicionamiento en variables fundamentales.
* Profesor Titular, Facultad de Medicina, Universidad de Antioquia.