Se acabó el tiempo
Hace tres semanas, alarmado por el editorial de este periódico que hizo un llamado para buscar respuestas a los retos urgentes de Rionegro y el Oriente cercano, un lector escribió:
“Rionegro y en general el Valle de San Nicolás hace rato no es de los orientales, desde los años 70 los grandes proyectos públicos y privados no se compadecen con las gentes de esta región, como tampoco de su frágil ecosistema, hoy a la ola urbanizadora y a la vergonzosa dirigencia política parece no importarles lo que está sucediendo. El territorio que tantos atractivos tiene y el agradable clima se están afectando, el río Negro está siendo secado, ya no tiene los reservorios de agua en sus llanuras de inundación, el río Negro, con solo tres días sin lluvias baja su nivel a caudales que solo se comparan con veranos muy largos, de esta catástrofe son responsables todas la administraciones del Oriente... cuando el Valle de San Nicolás sea una mancha de cemento, sin río ni quebradas, con sus laderas invadidas, con más fronteras invisibles, miles de indigentes y las vías llenas de carros, esperamos poder encontrar otro territorio tranquilo como este, con verdes llanuras y ríos limpios...”.
Estamos en el momento de aceleración de la transformación del Oriente cercano y no lo podremos detener. Este proceso de cambio se origina desde dinámicas económicas y sociales externas derivadas del área metropolitana y Medellín. La fuerza de estos procesos es inmensa y está dando un salto de escala, superando, de lejos, el liderazgo y la capacidad de las instituciones locales, se siente hoy una gran impotencia de frustración y desconfianza.
Podemos pasivamente mirarlo como una realidad trágica, que nos lleven a perder la mayor parte de los valores de este hermoso territorio. O enfrentarlo decididamente sin una mirada congelada en la nostalgia, con visión de futuro hacia una imagen posible (que sea hermosa), con la capacidad de traducir sus atributos hacia una realidad nueva. Se requiere creatividad, compromiso, consenso y decisión. Pero se acabó el tiempo y es urgente pasar del discurso a la acción. Si no lo hacemos ahora, en 15 años estaremos lamentándonos de lo que pudo ser y nos arrepentiremos.
Paradójicamente a pesar de que las principales fuerzas que están produciendo esta transformación son desde Medellín, la solución exigirá el liderazgo de los locales. La clave sin duda estará en los orientales nativos de este territorio y en sus instituciones, les pertenece a ellos. En su capacidad de construir consensos sobre acuerdos fundamentales y pasar de los lamentos a la acción. Llevamos años entre estudios, discusiones, procesos incompletos que no se hacen tangibles en la realidad. Lo primero será restablecer la confianza hacia una visión de futuro posible. Y esto solo se podrá restablecer a partir de algún hecho concreto y tangible que dibuje el camino a seguir.
Se acabó el tiempo, pero tengo la convicción de que el liderazgo y la capacidad sí existen, y están allí, entre los orientales.