Columnistas

¿Qué esperan para liberar a Luis Alfredo Ramos?

07 de noviembre de 2016

“Cada día que estoy lejos de ti, de nuestros hijos y nietos, sufro lo indecible, pero también me lleno de valor, fuerza y moral para demostrar a mi familia y a los colombianos que soy un nombre inocente”. Estas dramáticas palabras componen la misiva que, en enero, le envió Luis Alfredo Ramos a su esposa, María Eugenia Maya. Llevaba 873 días en prisión, como ha estado desde septiembre del 2013, sin que la Corte Suprema de Justicia resuelva su situación jurídica.

Guardé prudencia esperando que avanzara el proceso, no obstante mi admiración hacia Ramos por el buen trato a sus semejantes y por su calma para tomar decisiones. Muchas otras cualidades son propias de su condición humana, la misma que reafirman quienes han estado cerca de su vida y que, por su trayectoria, no son pocos. Luis Alfredo ha tenido un largo caminar no solo como político, sino también como ejecutivo de una de las empresas más importantes del país, el Grupo Santo Domingo, una experiencia que de haber continuado lo hubiese perfilado como un ejecutivo del talante de Gonzalo Restrepo, Nicanor Restrepo o Diego Calle Restrepo.

Fue, además, un destacado alcalde en la historia de Medellín. Pero lamentablemente entró en desgracia por haberse metido en política; desgracia que coincidió, precisamente, con el momento en que anunció su aspiración a la Presidencia de la República. Incluso desde que terminó su labor como gobernador de Antioquia, otras fuerzas ya se venían oponiendo a su futuro político.

Fue la masiva desmovilización de paramilitares y los beneficios jurídicos que prometió esta, la que llevó a muchos asesinos a “revelar supuestas verdades”. Y ello no solo truncó el camino de Luis Alfredo, sino que como se ha comprobado, dejó otros casos lamentables. Más se demoraron en promulgar esa ley que en hablar una andanada de falsos testigos: los que enlodaron a Nancy Patricia, a Luis Fernando Velasco y a mucho más.

Estos bandidos se venden a un tercero. Eso es lo que está sucediendo con Ramos. Nunca he sido su amigo, pero alguna vez acompañé a mi hijo Mauricio Lizcano a una reunión con Ramos -en su condición de gobernador de Antioquia-, y percibí a un hombre de excelentes maneras y de sanas costumbres. Así se lo comenté a Mauricio cuando salimos de aquella reunión. No en vano, dicen los filósofos, la percepción es la variable más importante para el conocimiento de las cosas y las personas.

El encarcelamiento de Luis Alfredo Ramos es producto de una piscina de tiburones, falsos testigos, que se ha convertido en un cáncer de la justicia. Tres mil ha reportado la Fiscalía General de la Nación, entidad que tuvo que crear una Unidad Especial Contra Falsos Testigos.

Quienes hablaron en su contra tienen un prontuario aterrador, son reconocidos bandidos. El exparamilitar Andrés de Jesús Vélez, por ejemplo, tuvo dos condenas en contra, la Corte Suprema de Justicia lo condenó a 20 años. Lo particular es que mientras sigue preso el exgobernador Ramos, Vélez está libre. ¿Qué espera la Corte para liberar a Luis Alfredo?.