Columnistas

¿Qué es un río?

18 de diciembre de 2017

De acuerdo con la Real Academia Española, un río es una corriente de agua continua, más o menos caudalosa, que desemboca en otra, en un lago o en el mar, y además una corriente es algo que corre. Si esas dos condiciones desaparecen, es decir, que tenga agua y además que corra, el río deja de llamarse río, desaparece, para convertirse en un nuevo terreno estéril. Por lo tanto, ¿cuántos ríos desaparecen en nuestras fincas o municipios anualmente sin que esta tragedia de la pérdida del agua nos importe?

Para proteger el recurso vital es fundamental entenderlo desde su territorio, el cual está demarcado por la línea divisoria de aguas y su punto central es el área donde afluyen o se encuentran las aguas que corren desde sus dos faldas. A este territorio se le llama cuenca. Pero el territorio vital del agua debe ir más allá de esta área, más profundamente, donde las aguas subterráneas fluyen de la misma manera como si estuvieran en la superficie, y cuya zona de recarga, es decir, desde donde se filtra el agua a las profundidades de las rocas, podría estar al otro lado de la montaña, sin que nos percatemos de la importancia de estos terrenos aledaños para el crecimiento del flujo de nuestra propia cuenca.

Es por ello que la gestión del agua se hace en un sistema multidimensional y no en un terreno cuadrado, donde además, los componentes sociales, económicos, climatológicos y ecológicos inciden directamente en la disponibilidad y calidad de sus recursos naturales y en el bienestar de las poblaciones que lo habitamos. El manejo sostenible de este sistema es la clave.

De acuerdo a la guía para la elaboración de planes de manejo ambiental de microcuencas del Ministerio de Ambiente, la cuenca está dividida de arriba hacia abajo, de acuerdo a su función ecológica, y cuyo interés debe ser muy claro en el momento de hacer uso del recurso, ya sea para captar el agua para un acueducto, riego o para uso industrial, o para hacer vertimientos de aguas contaminadas.

De arriba hacia abajo, el área de captación o zona productora de agua está conformada por las partes más altas de las cordilleras, las cuales son estratégicas por las coberturas vegetales existentes, y cuya función de regulación hídrica es vital para todo el sistema. Más abajo estarían las áreas de vertientes, que conforman las partes medias de las montañas, cerros o colinas que rodean a la cuenca. En este sector, afloran las aguas subterráneas y se aprecian las quebradas y arroyos bien conformados y de mayor caudal.

Y en la parte más baja o área de confluencia o zona receptora del agua, son las partes bajas de las montañas y las vegas de los ríos. En este sector se unen todas las quebradas, arroyos, riachuelos, en torno al río principal, el cual sigue su camino, uniéndose a otro río o llegando directamente al mar.

Allí en este territorio es donde se desarrollan los enfrentamientos actuales. Conflictos por el uso de los recursos naturales renovables. Conflictos por la disponibilidad del recurso hídrico, enfrentamientos entre la oferta y la demanda. Conflictos por ocupación del territorio asociados a riesgos naturales o socionaturales, que afectan los servicios ecosistémicos, los asentamientos humanos, la infraestructura y actividades productivas. Y conflictos por contaminación de fuentes abastecedoras de acueductos con afectaciones a la calidad y cantidad de dicha fuente..

Es por ello que la planificación y gestión de los recursos en un territorio hídrico se debe hacer a través de actividades que preserven, restauren y hagan uso sostenible de los mismos. Por ejemplo, preservar áreas ecológicas estratégicas por su vital composición y función. Restaurar parcial o total el área que ya haya sido afectada y hacer uso sostenible de los recursos naturales de una manera que no ocasione su degradación a largo plazo, poniendo en riesgo la posibilidad de satisfacer las necesidades de las generaciones actuales y futuras de vivir en nuestro río.