Columnistas

¿Para dónde te llevan Colombia?

08 de noviembre de 2015

Cuando escribo esta columna recuerdo, como si hubiese ocurrido ayer, la sangrienta toma del Palacio de Justicia por parte de guerrilleros del M-19 cuyo objetivo principal era quemar todos los expedientes con los cuales la Sala respectiva decidiría sobre el envío a Estados Unidos de los autodenominados “Extraditables”, cuyo líder era el narcotraficante Pablo Escobar. Pero el M-19 también tenía su propia motivación: poner en jaque al presidente Belisario Betancur y tomarse el poder.

En directo, por televisión, veo las llamas y la acción militar cuyo deber era defender las instituciones. Y no puedo creer que 30 años después de los sucesos estén injustamente presos el General Jesús Armando Arias Cabrales y el Coronel Alfonso Plazas Vega. Conozco de cerca el dolor y el valor de Plazas Vega y de su esposa, la senadora del CD, Thania Vega de Plazas, y buena parte de lo que han escrito, en lo que se comprueba la inocencia del Coronel. Sin embargo, cada miércoles, desde noviembre del año pasado, espero que la Corte Suprema de Justicia resuelva favorablemente su caso. Pero no lo ponen en el orden del día, en un acto que yo considero inhumano.

Pero en nuestro país suceden tantas cosas que he resuelto escribir sobre lo que acontece por estos días en el Congreso de la República, en La Habana y en zonas rurales.

Ya pasó en segundo debate la reforma constitucional, con el nombre “Acto legislativo para la Paz” que crea el llamado “congresito” y da facultades extraordinarias al presidente Santos, para aplicar los futuros acuerdos con las Farc. Es decir, unos pocos parlamentarios estarán en ese órgano. La senadora Claudia López quedó muy contenta porque se eliminaron las curules para las Farc. Pero la contentura debió durarle poco porque Cristo, Mininterior, salió a retornarles la dicha a los habaneros al hablar de la resurrección de dicho mico en las siguientes deliberaciones del Congreso.

Y mientras tanto quien sería cabecilla del frente 36 de las Farc advierte que están sembrando minas en la zona de Orejón, Briceño, Antioquia, como “mecanismo de defensa” ante los supuestos operativos de las autoridades. El país sabe que las zonas sembradas de coca están protegidas por minas antipersona. No es una cosa nueva. Lo viví en Caño Cristales y lo siguen padeciendo miles de erradicadores manuales de cultivos ilícitos y campesinos que son víctimas de esta atrocidad violatoria del DIH.

Y Estados Unidos se da cuenta, a pesar de Obama, que está llegando más droga a su tierra y que la mayoría entra por el Pacífico mexicano o vía Venezuela. ¿Qué dirán Maduro y Diosdado Cabello?

Concuerdo con Eduardo Mackenzie quien escribe que cada vez que Juan Manuel Santos trata de mostrarse como jefe de la extraña empresa que él llama “proceso de paz”, las Farc lo ponen en su sitio y dicen que quienes dirigen son ellos. Y que Carlos Antonio Lozada declaró en La Habana que él no considera “procedentes” las condiciones planteadas por Santos para acordar con ellos una tregua bilateral. También, que no quiere saber nada de “concentración” ni de injerencia de la ONU. Que basta con que el Ejército suspenda sus operaciones.

Para acabara de ajustar, Santos cree que para la refrendación de los eventuales acuerdos la figura ideal no es un referendo ni una Asamblea Nacional Constituyente sino un plebiscito. ¡Claro! Un referendo le permite al pueblo, el constituyente primario, analizar los puntos acordados y decir sí o no a cada uno de ellos. Este es el mecanismo más democrático, según mi opinión de simple ciudadana.

La Asamblea Nacional Constituyente puede ser una “caja de pandora”, máxime con la incógnita de quiénes harán parte de ella. Pero el plebiscito puede ser manipulado con extrema facilidad porque tendría una sola pregunta. Por ejemplo: ¿Usted quiere la paz? Conteste: Sí o No. Y, ¿quién no quiere la paz? Todos los ciudadanos de buena voluntad la queremos, la anhelamos. Lo importante es saber qué paz, de qué paz se habla, cómo podemos trabajar por la auténtica paz, que no es, en mi opinión, la que se está armando en La Habana