PALABRAS RODANTES
Sí, sí... Ya sé que el Metro de Medellín es un tema recurrente en este espacio, pero no puedo evitarlo. Donde muchos solo ven tumultos, trenes insuficientes y estaciones abarrotadas, yo veo inmensos beneficios para la ciudad, incluso por fuera del negocio de la empresa que es llevar gente de aquí para allá y viceversa. Palabras Rodantes es uno de ellos.
Muchos sistemas de transporte masivo del mundo tienen programas artísticos en sus estaciones o alrededor de ellas, como exposiciones de arte y programas musicales esporádicos, pero no se sabe de ninguno, como el Metro de Medellín, que se preocupe por inculcar la lectura entre sus usuarios de manera permanente.
Palabras Rodantes, con 83 títulos publicados, busca el fomento y disfrute de la lectura, pero también se ocupa de darles oportunidades a escritores de la región que posiblemente no serían publicados en otra ciudad y de rescatar a otros que están en el olvido.
La idea nació con los Trenes de la Cultura: en los vagones se pegaban fragmentos de la vida y obra de algunos autores y se ponía la imagen del elegido en una de las estaciones. Entonces surgió la idea de dejar algo escrito acerca del personaje para que los viajeros supieran un poco más de él. Con ese fin se imprimían diez mil folletos y la gente los leía.
Poco después, en una alianza afortunada, Comfama y el Metro entendieron que el sistema tenía que ofrecer más que transporte a sus viajeros. Y así, como una extensión de la Cultura Metro y de la mano de Miguel Escobar Calle y José Gabriel Baena, dos asesores de lujo en el mundo de las letras, seleccionaron algunos autores antioqueños y empezaron la publicación de Palabras Rodantes en 2006. Han pasado apenas once años y ya han sido publicados 83 títulos. Tomás Carrasquilla fue el pionero, con “En la diestra de Dios Padre” y “San Antoñito”. El más reciente fue Antoine de Saint-Exupéry con “El Principito”.
Tras la muerte de Miguel y de José Gabriel, llegó Luis Fernando Macías y los títulos se abrieron a la literatura universal en varios géneros: ensayo, poesía, cuento, crónica y cartas. Antón Chejov, Oscar Wilde, Simón Bolívar, Piedad Bonnett, William Ospina y Mejía Vallejo, entre muchos otros, hacen parte de la colección... Y contando.
Palabras Rodantes es una forma novedosa y plausible de democratizar y masificar el libro. De cada título se imprimen diez mil ejemplares, de modo que, mal contados, hay ochocientos mil libros, gratuitos y muy bien seleccionados, regados por todos los vagones y en toda la ciudad.
Las encuestas arrojan datos muy satisfactorios. Los usuarios dicen leer entre diez y quince libros al año, con una alta recordación de títulos. ¡Yujuuu!
En las estaciones hay dispensadores de confianza, para que la gente lleve el libro, lo lea, lo comparta y lo devuelva. No todos lo devuelven, pero en un país donde el grueso de la población no lee ni dos libros por año, no importa que algunos ejemplares se queden prestados para siempre.
No me canso de agradecer al Metro por hacerlo posible. Es una sensación mágica ir en el tren y tener la posibilidad de leer. Los recorridos se hacen “tan plácidos, tan plácidos [...] que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza, ¡y hasta las propias penas! nos hacen sonreír...”.