Columnistas

Mitigar el impacto del tsunami

Los fenómenos inflacionarios al igual que un tsunami, suelen avisar con tiempo que vienen en camino, pero solo podemos conocer la magnitud de su fuerza una vez golpean en la costa.

29 de enero de 2023

El fenómeno inflacionario mundial que estamos viviendo empezó a cuajarse en el año 2020 durante la pandemia del covid-19 cuando las cadenas de abastecimiento mundial se desajustaron. El primer síntoma apareció con el alza en los precios internacionales de los fletes marítimos que se mitigó al consumir inventarios disponibles sin reponerlos a la velocidad acostumbrada.

Frente a una situación sin precedentes, el gobierno colombiano de turno hizo lo que tocaba; aumentó el endeudamiento del país y echó mano de ahorros de emergencia para fortalecer el sistema de salud y entregar subsidios a las familias vulnerables. A su vez los empresarios nos ocupamos en cuidar a las personas y los empleos, optimizamos el escaso capital de trabajo y renunciamos a los márgenes con el fin de sobrevivir.

A finales del primer cuarto del año 2021, cuando la economía empezaba a repuntar, se desató una ola de protestas y manifestaciones con paros y bloqueos en las vías que afectaron gravemente el abastecimiento de materias primas para la producción de alimentos de consumo humano y animal, lo cual impactó rápidamente sus costos de producción.

Por fortuna nuestra economía traía una inercia imparable que atravesó la tormenta generada por paros y pandemia, logrando crecimientos históricos del PIB, por encima de varios países de la región y del mundo.

Como un guerrero valiente que se juega la vida con sus últimos alientos, nuestra economía mantuvo su dinámica de crecimiento durante el año 2022, logrando superar las emociones políticas de un año electoral que subió al poder el primer gobierno de izquierda radical en la historia nacional.

Como si fuera poco (algunos lo llaman poli crisis) la invasión de Rusia en Ucrania generó escasez mundial de fertilizantes y riesgos en la generación de energía que se tradujeron rápidamente en incremento de costos.

Gobiernos responsables y empresas conscientes hemos hecho nuestro mayor esfuerzo para mitigar la presión inflacionaria mundial que lleva tres años consecutivos acumulando energía como una ola de tsunami que se acerca amenazante.

Los fenómenos inflacionarios al igual que un tsunami, suelen avisar con tiempo que vienen en camino, pero solo podemos conocer la magnitud de su fuerza una vez golpean en la costa.

Un bajo nivel de inflación es el principal indicador de salud de la economía y del bienestar de la sociedad. Cuando se sale de control genera pobreza y hambre literal. Para controlarlo se requieren medidas de choque con muchos efectos secundarios, como la quimioterapia para el cáncer.

La buena noticia es que ya la ola impactó en la playa y toda su energía se desactivó. Al parecer ya alcanzamos el tope máximo de inflación y debe empezar a retroceder durante el año 2023.

La tarea para este año es reconstruir los daños ocasionados por el fenómeno y reflexionar sobre lo que debemos hacer para que la próxima ola nos encuentre mejor preparados.

Recuperar la salud de nuestra economía debe ser la prioridad en el discurso de gobernantes, empresarios y sociedad en general. Recordemos que sin economía no es posible bienestar social y sostenibilidad ambiental.

Sabemos que otra ola de tsunami viene acumulando energía desde hace rato. Es el cambio climático que pone en riesgo la seguridad alimentaria y causa daños incalculables en la infraestructura física del país.

Concentremos toda nuestra energía y talento para mitigar su impacto y aprovechar las oportunidades emergentes.

No es tiempo para promover paros ni protestas ni violencia. Eso seria como tratar de apagar el fuego con gasolina.