Columnistas

Medicamentos que matan

03 de febrero de 2020

Las dos muy malas noticias sobre medicamentos que la semana pasada causaron conmoción y preocupación son un toque de alerta para las autoridades. La primera, la absurda equivocación de una empleada de una droguería que entregó un potente opiáceo utilizado para dolores fuertes en lugar de un purgante, tuvo infortunadamente un desenlace fatal.

Fue, según los expertos, un error de medicación, definido como cualquier acontecimiento evitable en el que la dosis de medicamento que recibe el paciente difiere de la recetada por el prescriptor o de la que establecen las políticas y procedimientos de un hospital. El error puede darse en la entrega del medicamento en las farmacias o en el suministro en los hospitales.

Es un problema considerable a nivel mundial. La Organización Mundial de Salud (OMS) estima un costo anual de US$42 mil millones en todo el mundo atribuible a ese tipo de errores. En Colombia, con los reportes de errores de medicación de pacientes en 71 ciudades del país durante ocho años (2005-2013), un grupo de investigación de Andifarma detectó 14.873 errores de medicación. En general, el error humano siempre está muy presente como una explicación, aunque no es el único factor, también puede darse un mal manejo de los medicamentos en la cadena de producción y distribución.

En la segunda noticia, en algunos lotes de un conocido medicamento natural elaborado con extracto de caléndula se encontraron pequeñas cantidades de diclofenaco, un antiinflamatorio con propiedades analgésicas y antipiréticas, pero que puede tener efectos nocivos de largo plazo sobre el organismo y generar peligrosas reacciones alérgicas en el corto.

En este caso se trata de una falsificación de medicamentos. O mejor, de un tipo especial de falsificación, ya que de esta hay varias clases. Puede darse el caso de productos que contienen los principios activos correctos, pero en dosis muy altas o bajas, sin respeto de las normas de calidad, están aquellos que no tienen ningún principio activo, y otros que contienen impurezas o, como en este caso, los que contienen otros principios activos diferentes a los anunciados.

El medicamento falsificado puede llevar al fracaso terapéutico, incluso a la muerte por envenenamiento o provocar la resistencia del organismo a los tratamientos adecuados. Es una catástrofe de salud pública. Según la OMS, en el mundo un medicamento sobre diez es falsificado. En África la cifra sube a siete sobre diez y Colombia está en cuatro sobre diez.

El error de medicación y el falso medicamento son desafíos de salud pública porque ambos pueden provocar la muerte o graves daños en la salud. Creo que todos nos sentimos muy frágiles cuando conocimos estos casos. Ojalá la tragedia que se dio hace unos días propicie la revisión de la forma como se entregan los medicamentos, los protocolos, la capacitación de los encargados y el manejo de los productos. De otro lado, en el caso de la falsificación de medicamentos son necesarias no solamente las acciones sanitarias sino también penales, al tiempo que se involucra a la Fiscalía. Es indispensable enfrentar a las bandas organizadas que dominan el negocio, muchas de ellas con conexiones internacionales. Este es un oficio muy exitoso en Colombia, por los márgenes que se manejan y los pocos medios logísticos que se necesitan para fabricar y comercializar las drogas falsas.