“¿Maricaditas?”
Medellín, Bogotá, Cartagena, Barranquilla y Cali salieron el domingo a marchar por el orgullo gay. Ya no es a través de los canales internacionales, ni solo en Londres, San Francisco y Nueva York...
En un acto de coherencia, el presidente electo Iván Duque no dijo ni pío. El único orgullo al cual se refirió fue “que nuestro parque nacional Serranía Chiribiquete haya sido declarado Patrimonio cultural y natural de la humanidad por la Unesco”. ¿Qué más podía decir quien aceptó la adhesión política de Alejandro Ordóñez, Viviane Morales y sus respectivas cortes?
La noticia de Chiribiquete y la marcha del orgullo gay honran lo mismo: la biodiversidad. Parafraseo –tal vez con inexactitud– a Brigitte Baptiste, directora del Instituto Alexander Von Humboldt: los seres humanos somos parte de la biodiversidad que merece respeto.
Como en otros hábitats, entre nosotros abundan los depredadores, aquellos que creen que deben engullir ciertas especies para evitar su sobrepoblación. Inventan cuentos de terror, que el “lobby gay”, que la especie humana se va a extinguir si deja de procrear (¡como si la forma desmedida de parir le estuviera haciendo un gran aporte al planeta!). Contra el “monstruo” solo quedan la muerte física o la ciudadana, esto es, desconocer sus derechos.
De acuerdo con Colombia Diversa, durante 2016 se presentó el asesinato de 108 personas LGBT. Entre ellas, como víctimas más frecuentes: 43 hombres gais y 27 mujeres trans.
El lema de la marcha del domingo fue: “Ni un paso atrás”. ¿Existe el peligro de retroceder?
Recordemos que el punto de quiebre en la campaña del Plebiscito fueron las cartillas de educación sexual y la mentira de la “ideología de género” (la trampa idiomática de tratar como “ideología” lo que en realidad es un “enfoque”). Si a esto le agregamos un Congreso paquidérmico a la hora de legislar en defensa de las minorías...
El Centro Democrático y el Partido Mira insisten en la eliminación del enfoque de género de los Acuerdos. En la reglamentación de la JEP, el Gobierno flaqueó y aprobó la eliminación de la sigla LGBTI en casi todo el proyecto de ley.
Para esta columna, la magistrada Alexandra Sandoval Mantilla dijo que la JEP “está evaluando con calma lo que fue aprobado en el Congreso”. Y explicó: “Considero que el enfoque de género no es solamente un principio que se pactó en el acuerdo de paz, sino que responde además a las obligaciones del Estado tanto de su derecho interno, como de derecho internacional. De manera que respetar y garantizar los derechos de las mujeres, niñas y de la comunidad LGTBI que fueron víctimas del conflicto implica cumplir con esas obligaciones, pero además es necesario para visibilizar el impacto diferenciado y desproporcionado que vivieron durante el conflicto armado”.
¿Cómo entender que en Colombia haya políticos que valoran a los pueblos milenarios hijos del jaguar de Yuruparí (a quienes jamás han visto) y a la vez desprecian los derechos ciudadanos de la comunidad LGTBI (con quienes hacen fila en la caja registradora del mercado)?
Apelo de nuevo a la sabiduría de Brigitte Baptiste: “La escasez de respuestas reafirma lo inagotable del universo”.