Marcha contra la paz
Colombia se convertirá en el único país del mundo donde se realizará una marcha en contra de unos diálogos de paz. Increíble. Esta fue convocada por la oposición de la negociación con la guerrilla de las Farc bajo el título “Colombia quiere paz sin impunidad”.
Varios errores en este título de la marcha y en la marcha como tal. El primero es que la mayoría de los colombianos ya se ha expresado en las encuestas a favor de los diálogos de paz y ha expresado el apoyo al Gobierno en un salida negociada a este conflicto. Eso es contundente.
Decir que “Colombia quiere la paz sin impunidad” es una generalización falsa, ya que es un pedacito de ella la que rechaza el intento de conseguir la paz con la guerrilla.
El segundo error es que al decir “paz sin impunidad” se da a entender, erradamente, que al conseguir la desmovilización definitiva de las Farc, sus delitos no serán castigados.
Falso también. Los negociadores lo han dicho varias veces y los acuerdos hasta ahora alcanzados muestran que nadie ha negociado impunidad y que resarcir a las víctimas está en el centro de los objetivos del Gobierno.
Pero eso no importa y el expresidente Álvaro Uribe, según un comunicado del Centro Democrático, respaldó esta protesta, que fuera de demandar la paz sin impunidad, pide “no a la corrupción; no a los impuestos absurdos; no al comunismo en Colombia y libertad para los secuestrados”.
El párrafo es tan complejo que hay que analizarlo por partes y mejor hacerlo de atrás para adelante. “Libertad para los secuestrados” es un tema que todo el país quiere y la negociación con las Farc lo único que ha demostrado hasta ahora es que el diálogo ha facilitado que se liberen de manera expedita a los oficiales que se mantenían secuestrados.
Decir que “no al comunismo” en un sistema democrático establecido constitucionalmente es tan absurdo como rechazar a la derecha. Ambas posiciones políticas tienen derecho a coexistir y es el elector el que debe escoger cuál establece como sistema de gobierno, no una marcha.
Incluir “no a los impuestos absurdos” genera confusión, ya que se apela a un tema que nada tiene que ver con los diálogos de paz, y que es tan ambiguo meterlo en esta marcha como decir “sí a James Rodríguez”.
Finalmente, al gritar “no a la corrupción”, el expresidente Uribe queda algo doble con este tema, ya que sus gobiernos se caracterizaron por importantes escándalos de corrupción, y su administración es reconocida también por tener un gran número de colaboradores cercanos y de confianza del mandatario, en la cárcel o prófugos de la justicia.
Es claro que la oposición está en su derecho de atacar la negociación de paz, pero esto no debería quedarse simplemente en gritos de megáfono. Ya que al decir que apoyan la paz pero no esta paz que está negociando el Gobierno, no plantean ningún mecanismo propositivo para manejar la coyuntura actual más allá que el rechazo irracional.
La oposición no tiene que convencer a la sociedad colombiana de los problemas con la paz, deberían hacer una estrategia para convencer a los negociadores del Gobierno y lograr un diálogo más estructurado. Pero por el contrario, se quedan vociferando NO a esta paz y convocando a marchas sin un rumbo claro, que no proponen caminos más allá de la guerra.