Columnistas

La Reina Maga

05 de enero de 2016

Es un día especial. Cuando caiga la tarde, las calles de España se llenarán de niños y no tan niños para acudir en masa a las cabalgatas previas a la festividad de los Reyes Magos. Como saben, en España es tradicional que los regalos de Navidad los traigan Melchor, Gaspar y Baltasar la noche del 5 al 6 de enero. Aunque algunos han sucumbido a la introducción del rechoncho Papa Noél, los más aún prefieren alargar las fiestas hasta bien entrado enero, con las grandes cadenas y centros comerciales al frente. Antes, los niños deben enviar una carta a los Tres Reyes enumerando los regalos que quieren y los méritos contraídos a lo largo del año para recibirlos. En lugar de calcetines, niños y adultos dejan sus zapatos junto al Belén o al árbol; incluso se ofrecen dulces y tres copitas de licor para obsequiar a los Magos, y agua y paja para los camellos. De no ser merecedor de la distinción real, se recibirá carbón (un dulce negruzco muy similar al mineral) en vez de obsequios. El día 6 de enero, festivo en toda España, el país entero desayuna el típico Roscón de Reyes, una torta circular cubierta de frutas glaseadas y azúcar.

La festividad se comparte, pese al orondo Santa Claus, en varios países latinoamericanos, que se resisten también a sucumbir a la invasión gringa.

Las cabalgatas son uno de los más tiernos recuerdos de mi infancia. Hoy veo reflejada mi ilusión y fascinación en las caras de mis hijos al ver pasar a los pajes, carrozas y camellos de los Magos de Oriente por las calles de Madrid.

Sin embargo, todo cambiará hoy. En la cabalgata de dos distritos de la capital española desfilará por primera vez una Reina Maga. Afortunadamente, tal distorsión histórica no tendrá lugar en el desfile «oficial», pero todo se andará. Es lo que tiene estar gobernados por la izquierda radical bolivariana de Podemos. Como a los «podemitas» se la soplan las tradiciones católicas –más bien las aborrecen– se han sacado de la manga el pretexto de la igualdad de género para descojonarse en nuestra cara y cargarse la magia. El rizo lo han protagonizado en Valencia, donde también gobiernan los «podemitas». Allí, el pasado domingo tres reinas magas «republicanas» renombradas como Libertad, Igualdad y Fraternidad fueron recibidas en el balcón del ayuntamiento por el alcalde, Joan Ribó, tras perpetrar una cabalgata laica que no se celebraba desde hace 79 años. La bufa la instauró el gobierno de la Segunda República y sólo duró un año. Sin coronas y más parecidas a brujas que a magas, a las mozas se las llamaba «magas de enero» para despojar a la celebración de todo componente cristiano. Por bufonadas como esa, entre otras cosas, acabamos en una Guerra Civil. Hoy, algo más civilizados, sólo cabe preguntarse por qué torturan algunos a los niños con estas memeces. Si teclean en Google «tres reinas magas Valencia», podrán entender la cara de susto de los escasos niños que acudieron a esta burla. Por no ir, las magas «republicanas» no fueron ni a la peluquería.

No tengo nada en contra de quienes defienden la laicidad de las instituciones. Ni de los ateos. Pero la Navidad es para los cristianos y para cuantos quieran compartirla con respeto, sea por tradición, uso o costumbre. Tampoco tengo nada en contra de que una mujer o una niña represente a un Rey Mago. Al fin y al cabo, no hay nadie –por muy «hispter» que sea– capaz de calzar una barba como la de Melchor o Gaspar, por lo que hombres o mujeres acaban todos disfrazados. Lo que me molesta es la justificación. La «igualdad de género» en aras de la cual las izquierdas perpetran las tropelías más aberrantes. En vez de pelear por causas más nobles en pos de la igualdad entre hombres y mujeres –salarios parejos para cargos parejos, mayor protección a la maternidad, más altos cargos femeninos en las cúpulas directivas...– los «podemitas» de todo el mundo se dedican a «espantapajaradas» como estas. Lo siguiente será un «niña Jesusa» china. ¡Por la igualdad!.