Columnistas

La microempresa 4.0, en ruta de la formalización

17 de febrero de 2020

Por Fabio Andrés Montoya *

La decisión de un empresario de formalizarse no es precisamente como deshojar margaritas, se parece más a la decisión de casarnos, pues en ambos casos lo hacemos con la ilusión de que sea para toda la vida y por experiencias previas o ajenas, sabemos que son caminos con tropiezos, altibajos, y también, por lo general, con inmensas alegrías.

En una encuesta que realizamos a finales de 2019, encontramos que el 74 % de nuestras empresas no contaba con registro mercantil, el 89 % no hace aportes a la compensación familiar y el 80 % no paga salud y pensiones. Adicionalmente, entre más pequeña es la empresa menos afiliación se tiene a estos rubros; cifras que coinciden con el 75 % de informalidad estimado por Planeación Nacional.

En Interactuar sabemos que cuando una empresa se formaliza es porque está creciendo. También somos conscientes de que no todas las microempresas tienen la capacidad real de hacerlo y que incluso, estando en la informalidad, pueden lograr una vida digna con su negocio. Así mismo, estamos convencidos de que la microempresa puede ser una gran generadora de empleo formal para el país.

En este aprender, estamos haciendo grupos focales con nuestros empresarios, para entender sus dolores, miedos y motivaciones respecto a la formalización.

La primera pregunta que hicimos fue ¿qué entienden por informalidad? Los empresarios diferencian la informalidad de la ilegalidad. Decían que se es informal cuando se opera sin los requisitos básicos, como un registro mercantil, un certificado sanitario o que no se cumplen con todas las obligaciones laborales; mientras la ilegalidad se asocia más con el contrabando y la evasión de impuestos. Reconocen zonas grises entre esas dos clasificaciones, como el vender “remisionado”, no llevar al 100 % la contabilidad, no declarar completamente los salarios. También dejan claro que su principal dificultad para no ser formales es lo costoso, complejo y la ignorancia del proceso.

En el ecosistema del emprendimiento nos encontramos con distintas miradas. Para las cámaras de comercio, el primer requisito es el registro mercantil; para un fondo de pensiones o una caja de compensación, la formalidad está en lo laboral; y la lista continúa: la Dian (la facturación electrónica, nuevo dolor de cabeza), el Invima, los bomberos, etc.

El Gobierno Nacional en el Conpes 3956 entiende la formalidad como un “proceso multidimensional”, es decir, que va más allá de la dicotomía de ciertos registros legales. Y, quisiera entender, que “proceso” hace referencia a que la formalización no es un puerto de llegada sino una ruta que se construye con los empresarios.

Entonces, ¿cuándo se es realmente formal? En Interactuar vemos la formalización como un camino que se va recorriendo paso a paso, el cual tiene cuatro dimensiones: legal y tributaria, laboral, sectorial y técnica, y finalmente, empresarial. También creemos que tiene un ingrediente fundamental, la Mentalidad, vista como el derecho que tiene un empresario a verse y creerse como un “gerente” que puede crecer y generar valor; y estamos convencidos de que esa mentalidad la podemos desarrollar independiente del tamaño de la empresa.

Con base en los hallazgos de nuestras investigaciones, y con la visión de aportarle al país, estaremos haciendo nuevas propuestas para la formalización y la generación de empleo a través de la empresa micro.


* Director Ejecutivo – Interactuar