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La ironía de ser demasiado sarcástico...

23 de abril de 2021

“Las palabras tienen significado”, decía mi papá cuando usaba o pronunciaba mal una palabra. Mi mamá, por otro lado, tenía esa habilidad extraordinaria -supongo que como todos las madres- de encontrar el significado de todo lo que decía. Es increíble cómo algunas personas te entienden con solo una sonrisa o mirada, mientras que otras necesitan una disertación escrita para uno hacerse comprender. Hablando del significado de las palabras, la ironía siempre ha sido para mí una figura retórica fascinante. Definido, de manera sencilla, como el uso de un lenguaje que normalmente significa lo contrario y típicamente con un lado humorístico, encuentro en la ironía una excelente manera de expresar una emoción fuerte o simplemente enfatizar una idea; a diferencia del sarcasmo, que generalmente es el uso de la ironía para burlarse de alguien o, en un escenario extremo, transmitir desprecio. El sarcasmo, utilizado cada vez más en las redes sociales para criticar y hacer bullying, hay que saber usarlo con inteligencia y la mesura del caso, para no pasar los límites de lo decente. Como decía El Principito “...veo humanos pero no veo humanidad...”. Lo cierto es que abusar de la ironía y el sarcasmo como figuras no es tampoco la mejor opción, arriesgándose uno a ser mal interpretado, principalmente en temáticas o idiomas en los cuales no se dominan las palabras, los conceptos o el tono.

Esta semana celebramos el Día Mundial de la Creatividad y la Innovación. Para mí, hay una buena dosis de ironía saludable en torno a estos temas: la necesaria interacción y, hasta algún punto, la misma dependencia entre la planeación y la serendipia, la disciplina y la pasión, el orden y el caos. De hecho, hay algunos autores y pensadores que sugieren que no se puede planear la innovación. No estoy de acuerdo. Creo que es muy valioso encontrar ese equilibrio entre la innovación deliberada e incremental, las decisiones disciplinadas sobre la asignación de recursos y los resultados esperados, pero con espacio para el pensamiento libre, la toma de riesgos y el actuar movido por las emociones. Por eso es tan importante definir esa visión estratégica clara que conduzca a la organización y, con eso, el tipo de innovación, bien como los recursos pertinentes, requeridos para generar y capturar valor.

Hablando de ironías, hasta por la celebración del Día Mundial de Innovación, esta última semana se volvió a afirmar que Colombia tiene como objetivo convertirse en el Silicon Valley de América Latina... En primer lugar, no creo que realmente queramos eso: sí hay ciertos atributos, recursos y modelos que tiene sentido reconocer y apropiar; pero hay otros epicentros de tecnología e innovación en el mundo que deberíamos usar como referencia. Y no queriendo ser demasiado sarcástico, pero no creo que nos volvamos el centro de lo que sea si seguimos invirtiendo el 0,2 % del PIB en investigación y desarrollo o el 0,60 % en actividades de ciencia, tecnología e innovación. Avances en diferentes capacidades y recursos en el país han indudablemente existido, pero seguimos todavía distantes en varios indicadores que son necesarios para ser realmente competitivos como país en estas materias