La Gran isla de plástico
La isla Henderson es uno de los lugares más remotos del planeta. Situada en el Pacífico Sur, a 5.000 kilómetros de las costas chilenas, este arenal acumula la mayor densidad de basura del mundo pese a estar deshabitado. Con un ecosistema prácticamente virgen, sólo frecuentado por buques oceanográficos, en los 37 kilómetros cuadrados que tiene la isla se han llegado a hallar 18 toneladas de plástico, más de 600 restos de basura por metro cuadrado. Un 68 % de la basura se encuentra semienterrada bajo la arena y entre ella abundan artilugios de pesca, cepillos de dientes, encendedores, cuchillas de afeitar y sombreros de plástico duro de distintos colores. Lo más dramático del caso es que al lugar más contaminado del mundo llegan cada día 13.000 nuevos trozos de basura generados por todos nosotros a miles de kilómetros de distancia. ¿Por qué? La respuesta es que la isla Henderson se encuentra muy próxima al epicentro de una gran corriente marina del Pacífico Sur que viene a ser como el desagüe en el que se acumulan todos los desperdicios plásticos que van a parar a aquellas latitudes.
Un poco más al norte, entre California y Hawai, flota una inmensa isla de basura plástica equivalente a unas tres veces la superficie de Francia. Este estercolero marino, que contiene 80.000 toneladas de plástico, abarca nada menos que 1,6 millones de kilómetros cuadrados, según un reciente estudio publicado en la revista “Nature”. De este continente de plástico, al menos el 46 % de los residuos son redes de pesca que pronto serán engullidas por una gigantesca serpiente succionadora creada por la empresa The Ocean Cleanup. Esta barrera flotante es el sueño hecho realidad de Boyan Slat, un joven holandés de 26 años que diez años antes se propuso recaudar los fondos necesarios para limpiar los océanos. Hoy, con ayuda del Gobierno holandés, la aspiradora diseñada para acabar con la gran isla de plástico del Pacífico Norte, bautizada como System 001, se encuentra ya en las costas de San Francisco dispuesta para comenzar la fase final de su periplo. Durante las próximas semanas, los técnicos pondrán a prueba la estabilidad del equipo y llevarán a cabo diversos ensayos en mar abierto a lo largo de 2019 para, un año después, avanzar hacia su destino, a unos 2.000 kilómetros de las costas californianas. Según los cálculos de The Ocean Cleanup, el flotador System 001 será capaz de engullir el 50 % de la gran bolsa de basura en el Pacífico en sólo cinco años de funcionamiento. Después de esto, la iniciativa buscará financiamiento para continuar con su proyecto en otras zonas de concentración de basura marina.
Confío en que la operación de limpieza sea un éxito porque hoy mismo he estado buceando por las costas mediterráneas. Entre bancos de peces, estrellas de mar, pulpos y medusas, he pescado varios tapones de botellas, alguna que otra bolsa y hasta restos de productos de higiene femenina que escrupulosamente he recolectado con cuidado. Afortunadamente, no me he topado con ninguna isla de plástico, pero en mis frecuentes inmersiones de los últimos días –tocan vacaciones submarinas– he podido comprobar que la presencia de basura y plásticos en los mares va en aumento a un ritmo brutal. Y eso en un continente concienciado con la preservación del medio ambiente, no quiero ni pensar lo que estará ocurriendo en otros lares.
No soy un talibán en nada, tampoco en el ecologismo, y lo mismo que he defendido en estas páginas que aún no podemos desprendernos de las energías fósiles y a la vez he demandado un servicio social para que los más jóvenes limpien ríos, bosques y mares, sé que no podemos vivir sin plásticos. Nos son muy útiles, desde las prótesis médicas hasta en los aviones.
Pero sí debemos controlar su uso y, sobre todo, su reciclaje. Si somos capaces de almacenar con sumo cuidado el uranio también podemos contener la basura plástica. De usted y de mí depende.