Columnistas

La carreta vacía

23 de diciembre de 2014

Dice la vieja leyenda que “Alejandra caminaba agarrada de la mano de su padre cuando este, de repente, se detuvo en una curva del camino. Y después de un breve silencio le preguntó:

– Además del cantar de los pájaros, ¿qué oyes Alejandra?

Alejandra paró, avivando sus oídos, después de unos segundos, respondió:

– Papá, estoy oyendo el ruido de una carreta que se acerca.

– Muy bien – respondió su padre-. Tienes razón, se está acercando una carreta vacía.

Alejandra, asombrada, preguntó a su padre:

– ¿Cómo sabes que es una carreta vacía si aún no la has visto?

Entonces el sabio padre le respondió: Cuanto más vacía está la carreta, mayor es el ruido que hace”.

La historia de Alejandra y su padre se puede utilizar de metáfora para lo que le está pasando a los opositores del proceso de paz. Entre más argumentos pierden para atacar el proceso, más ruido hacen.

El golpe más reciente se los autopropició el excomisionado de paz, Luis Carlos Restrepo, quien, hasta ahora, venía siendo el referente para los uribistas en los asuntos de paz.

Restrepo, quien se encuentra en la clandestinidad ya que es investigado por la justicia por la falsa desmovilización de una supuesta columna guerrillera de las Farc, envió una sorpresiva carta pidiéndole al Centro Democrático que apoye esta negociación entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y la guerrilla.

En la carta, Restrepo textualmente señala “si hemos pedido como condición básica para apoyar el diálogo con los grupos armados ilegales el cese de acciones violentas, no es sensato quedarse al margen cuando las Farc lo anuncian”.

Correcto.

Pero parece que el Centro Democrático no lo entiende, o funciona con una sensatez diferente, puesto que una vez anunciado por parte de las Farc el cese de hostilidades y obtenido el requisito que el uribismo decía que tenia que tener la negociación, siguieron atacando la validez del proceso de paz como si nada hubiera cambiado.

Hasta ahora los hechos demuestran que todos han sido capaces de modificar sus posiciones cuando se demuestran sus faltas, menos el uribismo.

El gobierno de Estados Unidos cambió una postura que duró 54 años frente a Cuba y con una noticia histórica reanudó sus relaciones diplomáticas estableciendo que el embargo había fracasado, y rompiendo lo que el uribismo llama el castrochavismo.

Por su parte, la guerrilla más antigua del mundo realizó un cambio histórico con el anuncio de la tregua unilateral indefinida, que aunque necesita ajustes por problemas de verificación, es un gesto paz inequívoco. No sólo eso, sino que en un hecho sin precedentes, pidieron perdón a las víctimas de la masacre de Bojayá, expresando su responsabilidad en una de las páginas más dolorosas de la historia de la violencia en el país.

Finalmente el presidente Santos cambió y reconoció el valor de contar con el apoyo del Centro Democrático en la negociación y los invitó para que ayuden a lograr una paz estructurada para el próximo año.

Pero el uribismo no cambia.

Y pese a los hechos siguen oponiéndose al proceso de paz, sin construir con argumentos de peso y, en cambio, destruyendo con una carreta que parece vacía.