La carnívora China se compra Australia
El apetito carnívoro de los más de 1.400 millones de chinos avanza sin freno a medida que cambian los hábitos alimenticios de su pujante clase media. Un país donde hace pocos años apenas se consumía carne de vacuno ni productos lácteos ha visto cómo sus importaciones agroalimentarias alcanzaron en 2014 los 135.000 millones de dólares, el doble que sus exportaciones. La compra de carne de vacuno congelada y deshuesada creció nada menos que un 96 % en 2014. Aunque el principal proveedor alimentario del coloso asiático es Estados Unidos, la mayoría de la carne roja, cuyo consumo es todo un símbolo de progreso para los chinos, es Australia. Para garantizar el suministro, las grandes corporaciones asiáticas llevan tiempo comprando tierras y granjas en Australia con un único objetivo: el monocultivo bovino. Da igual que las empresas se dediquen al sector financiero, al textil o al inmobiliario, en lo que va de año las firmas chinas han comprado tierras por 260 millones de dólares (120 millones en los últimos dos meses) y preparan adquisiciones de granjas y ganaderías por 1.000 millones de dólares más. La degradación de la tierra en China a causa del uso masivo de fertilizantes ha hecho que, tras la firma del acuerdo de libre comercio entre ambos países, se haya desatado una oleada de compras. ¿Se está convirtiendo Australia en la granja de los chinos? Los datos son demoledores: las corporaciones chinas están cerca de disponer de tierras equivalentes a la superficie de Inglaterra. Hace tan solo cuatro años, China era el noveno inversor extranjero en Australia. Hoy es el primero, con 170.000 millones en 2014.
Además, como consecuencia de las severas leyes agrícolas y medioambientales australianas, los consumidores chinos consideran los alimentos importados de Australia tres veces más saludables que los propios y un 50 % más puros que los provenientes de Estados Unidos, Brasil o Francia. Mientras el interés inversor en la minería ha decaído de los 12.500 millones de dólares registrados en 2010 a solo 5.000 millones en 2014, el voraz apetito chino ha disparado las compras en el sector agroalimentario, que han pasado de unos 30 millones en 2010 a superar los 600 millones el pasado 2014. Pero esto no es nada. El coloso agrícola chino New Hope Group dispone ya de un fondo para invertir 500 millones en Australia y los grandes terratenientes locales se frotan las manos. Como la familia Kidman, que con una tradición de 116 años en la cría de ganado, ha llegado a acuerdos millonarios con los chinos para «desarrollar» sus tierras, con una superficie equivalente a la del estado de Kentucky, y se prepara para vender el imperio ganadero que, con unas 200.000 cabezas bovinas, levantó en 1899 el patriarca del clan Kidman. A favor del desembarco chino juega la fuerte depreciación del dólar australiano, que dejaría la operación en unos 228 millones de dólares americanos. Al menos 15 firmas asiáticas, según una información recogida por The Economist hace unas semanas, estarían interesadas en esas 200.000 vacas y en las tierras en las que pastan. Algunas de estas compañías son propiedad del régimen chino.
El dinero manda y por mucho que nos resulte extraño ver a lomos de unos caballos a «cawboys» amarillos con sus sombreros bien calados, lo cierto es que en Australia están ávidos de capital chino y dispuestos a vender hasta el alma para conseguirlo. Pekín ha comenzado la auténtica batalla del siglo para garantizar el suministro de alimentos a su población. Primero han atado la carne, luego irán a por el agua potable allá donde se encuentre. Un tesoro incluso más precioso.