LA ALCALDÍA DE VILLAFUERTE
juanjogp@une.net.co
El clientelismo, el tráfico de influencias, el manzanillismo y todos los vicios del viejo estilo de hacer política están representados en la simpática serie de televisión de Las hermanitas Calle, con el protagonismo del exalcalde y candidato a la Alcaldía de Villafuerte, el pícaro y taimado Libardo Zuluaga y su perrito faldero Fermín, ahora operador de control y locutor de la emisora que ambos sostienen para alentar la campaña electoral con todas las maromas y los engaños propagandísticos utilizados en la llamada democracia colombiana.
Ha habido siempre la creencia equivocada en que ese modo de buscar el favorecimiento de los ciudadanos es exclusivo de los pueblos y las ciudades intermedias, cuando en realidad suele reproducirse también, guardadas las proporciones, en capitales de departamento, así sean notorios los avances de los años recientes en materia de cultura política y apertura de nuevas expectativas con la llegada al poder local de personajes de mentalidad moderna, respeto a las diferencias, tendencia pluralista y firmeza en la defensa de la independencia frente a los grupos y partidos que por tradición han convertido los recursos públicos en botín de piratas y los puestos oficiales en obsequios y contraprestaciones por servicios prestados a sus diferentes causas.
Tales proyectos de renovación administrativa y superación de las costumbres viciadas se han malogrado cuando algunos líderes de corrientes avanzadas han incurrido en los mismos procedimientos que tanto cuestionaron para ganar las elecciones. En nombre de la moral y las buenas costumbres se han proclamado como adalides de la pulcritud y la decencia y sin embargo han ofrecido, a la hora de los balances, resultados tan cuestionables como los de sus antagonistas. La antigua e infernal maquinaria del poder es demoledora. Aniquila a quienes no sean capaces de resistir tentaciones como la vanidad y la soberbia, el amiguismo, el veto a los contradictores, el amangualamiento con viejos zorros que sí saben de artimañas para malgastar presupuestos y bienes oficiales y, en fin, el olvido del compromiso de servir, por la embriaguez de servirse sin límites ni controles.
Tipos como Libardo y Fermín y pueblos como Villafuerte los hay por todo el territorio nacional, en pequeño y en grande. Si no operan los organismos de control político y administrativo, si los medios periodísticos no asumen la responsabilidad de ser contrapoderes para fiscalizar con independencia y criticar y apoyar lo que sea digno de respaldo, si en los equipos de colaboradores se cuelan individuos que anteponen los intereses particulares para actuar como consejeros malévolos, si los mandatarios se emborrachan de poder y cancelan sus buenos propósitos, y si los ciudadanos no ejercen veeduría persistente, en los pueblos y en las ciudades, incluso las más grandes, seguirá perpetuándose el antimodelo de la Alcaldía de Villafuerte. “Hay gente mala”.