LA ABUELIDAD, EL POSTRE DE LA VIDA
También los abuelos vienen en todos los tamaños, en todos los colores, en todas las formas. Los hay flacos, los hay gordos, los hay ricos, los hay pobres, unos serán altos y otros serán bajitos.
La cabeza de los abuelos es blanca porque la coronó la belleza. Sus anchas frentes nos dicen que en esa urna sagrada se represó la experiencia.
Los ojos de los abuelos tienen profundidad de filósofo y color de atardecer.
Sus amplias narices olfatearon la vida para descubrir lo que está bien y lo que está mal.
Unos labios abuelos se mueven a toda hora para contar interminables historias de las acciones vividas con pasión.
Las manos se mueven acompasadas para desgranar el rosario de las necesidades de los que ama.
Las huellas de los abuelos se marcan en el alma de los hijos, de los nietos, de los suyos.
Es un privilegio esculcar los bolsillos del abuelo. También, como el niño, al que regresa, tienen una pita, un pedazo de bizcocho, la foto de la nietecita bañándose en la ponchera, la pastilla que se toma después del almuerzo.
Un abuelo es un decano de la vida, es un campeón de la experiencia, es un ser llamado a aconsejar al mundo. Hagámosle la venia a los abuelos y depositemos en su frente el beso agradecido por lo que fueron y muy especialmente por lo que son. Una oración por ellos no sobra, ellos siempre rezan por nosotros.
Un anónimo escribió: Dios creó al burro y le dijo: Trabajarás incansablemente de sol a sol, cargarás bultos en el lomo, no tendrás inteligencia, serás muy bruto y vivirás 30 años. El burro le respondió: Pero vivir 30 años es demasiado, dame solo 10... Dios se los dio.
Dios creó al perro y le dijo: Cuidarás la casa del hombre y serás su mejor amigo, comerás los huesos que te den y vivirás 20 años. El perro le respondió: vivir 20 años es demasiado, dame solo 10... Dios se los dio.
Dios creó al mono y le dijo: Saltarás de árbol en árbol, harás payasadas y vivirás 20 años. El mono le respondió: vivir 20 años es demasiado, dame solo 10... Dios se los dio.
Dios creó al hombre y le dijo: Serás el único ser racional sobre la tierra, usarás tu inteligencia para dominar a los demás animales y a la naturaleza, mandarás el mundo y vivirás 30 años. El hombre le respondió: Pero Señor, vivir 30 años es muy poquito, encímame los 20 años que rechazó el burro, los 10 que rechazó el perro y los 10 del mono. Dios se los encimó.
Por eso, el hombre vive 30 años como hombre. Se casa y vive 20 años como burro trabajando y cargando mercado. Se jubila y vive 10 años como perro cuidando la casa. Se vuelve viejo y vive 10 años como mono, saltando de casa en casa de los hijos y haciendo payasadas para divertir a los nietos. ¡Así es la vida!.