Columnistas

GASTAR EN DEFENSA, PERO COMO EUROPEOS

31 de julio de 2018

Por JAVIER SOLANA *
redaccion@elcolombiano.com.co

En la pasada cumbre de la OTAN, el presidente estadounidense no solo insistió en su demanda de que todos los miembros de la organización dediquen inmediatamente un mínimo del 2 % de su PIB a la defensa, sino que sugirió que este gasto debería terminar llegando al 4 %. Esto último es totalmente inviable, tanto por los sacrificios presupuestarios que deberían hacer todos los países como por la alteración que provocaría en los equilibrios militares del continente europeo. En un hipotético escenario del 4 %, se puede estimar que el presupuesto militar alemán sería, aproximadamente, 40 millardos de euros superior al francés.

En esta era de gran volatilidad en el panorama internacional es imprescindible que los europeos nos defendamos de ataques injustificados y reivindiquemos nuestros logros colectivos, pero esto no debe ir en detrimento de una dosis saludable de autocrítica. La pretensión de Trump de que los europeos aumentemos nuestro presupuesto en materia de defensa ya fue expresada en su día por otros presidentes estadounidenses, y es innegable que posee cierto fundamento. En 2014, los miembros de la OTAN que no gastaban un 2 % de su PIB en defensa se comprometieron a avanzar hacia este umbral a lo largo de la siguiente década. Pese a que los progresos han sido notables, es justo reconocer que algunos países europeos se encuentran todavía lejos de alcanzar esa cifra.

Los europeos podríamos hacer más por responsabilizarnos de nuestra seguridad. No se trata tan solo de una cuestión de solidaridad con nuestros aliados, sino que nos conviene con vistas a lidiar con las amenazas externas e internas que se están multiplicando y que se encuentran cada vez más interrelacionadas. La guerra de Siria es un caso paradigmático: la terrible tragedia que azota a la población siria desde 2011 desembocó en una crisis de refugiados que sacudió los cimientos de la UE.

Sin embargo, establecer cifras fetichistas de gasto no conseguirá atajar el problema de raíz. De poco servirá que los europeos gastemos más si no lo hacemos europeamente. Hoy en día, el presupuesto militar de la UE solo se ve superado por el de EE. UU. y es casi cuatro veces superior al de Rusia. Pero de qué modo y en qué capacidades se invierten los recursos, qué grado de implicación se tiene en misiones conjuntas de la OTAN y qué infraestructuras se ponen a disposición de EE. UU. en suelo europeo, son los criterios que importan.

Está fuera de lugar sugerir, como suele hacer Trump, que la OTAN es un instrumento mediante el cual ciertos países se aprovechan de la generosa protección de EE. UU. sin ofrecer prácticamente nada a cambio. Nadie pone en duda que el respaldo militar que EE. UU. provee a sus aliados representa un factor clave de disuasión ante posibles ataques, pero no es menos cierto que los demás miembros de la OTAN han arrimado el hombro y han acudido a la llamada cuando se los ha necesitado.

Pero el principal inconveniente no es que Trump no quiera hacer, sino que no quiere dejar hacer. Paradójicamente, mientras la Administración estadounidense reclama que los europeos nos hagamos más cargo de nuestra seguridad, no ceja en su empeño de socavar todo proyecto emprendido conjuntamente por la UE en el ámbito de la defensa.

* Ex secretario General de la OTAN.