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ESCANDALIZAR A LOS PEQUEÑOS: UN CRIMEN QUE CLAMA AL CIELO

01 de octubre de 2018

En nuestro lenguaje el término “escándalo” suele usarse como sinónimo de gritería, pero en su origen designa la piedra de tropiezo, y por eso Jesús en el Evangelio (Marcos 9, 38-48) usa el verbo escandalizar para referirse al hecho de hacer caer a otros. Es curiosa en este sentido la relación entre la piedra de tropiezo y la “gran piedra de molino”, atado a la cual dice Jesús que debería ser echado al mar todo aquel que escandalice a los “pequeños”.

El escándalo al que se refiere Jesús tiene que ver con el maltrato a menores, cuyos responsables –que no son sólo gentes del clero sino también laicos y laicas, no sólo célibes o solteros, sino también casados o convivientes en pareja, y no sólo de la religión católica, sino también de otras confesiones religiosas y no creyentes–, deben ser denunciados y castigados: los abusadores y corruptores, y en general quienes se aprovechan de seres vulnerables para inducirlos a conductas impropias de la dignidad humana. Y esto se aplica tanto a los abusadores sexuales como a quienes reclutan niños para el microtráfico, o para armarlos y dedicarlos a la violencia.

Dice Jesús en el Evangelio que quienes escandalizan a los pequeños se hacen merecedores de la “Gehenna”, término derivado del nombre Gehinnom, que se le daba a un quemadero de basura situado en el valle de Hinnom, cerca de Jerusalén y se aplicaba simbólicamente al castigo reservado para los criminales. Jesús lo emplea para referirse no a un lugar físico, sino al estado de sufrimiento eterno de quienes hayan optado por empecinarse en conductas escandalizadoras.

A la Gehenna se opone “la Vida”, identificada por Jesús como “el “Reino de Dios”. Este Reino consiste en la presencia amorosa del Señor que hace feliz eternamente a toda persona que, poniendo todo cuanto esté de su parte, acoge sus enseñanzas obrando la verdadera justicia, consistente en respetar la dignidad y los derechos de los demás. Pidámosle al Señor que nos ayude a todos a poner en práctica sus enseñanzas, para ser auténticos seguidores suyos realizando lo que significa su nombre: “Jesús”, que quiere decir “Dios salva” y que Él mismo dice que puede ser invocado por cualquier persona de buena voluntad.