El testigo
No todos los testigos en Colombia están muertos.
‘El testigo (Caín y Abel)’ es el documental sobre la vida y obra del fotógrafo Jesús Abad Colorado, ‘Chucho’, bajo la dirección de Kate Horne.
Este conmovedor homenaje al periodista y las víctimas del conflicto deja muchas preguntas: lo que no dice ‘El testigo’.
¿Dónde están los victimarios, Chucho?
Jesús Abad Colorado: “Siempre han aparecido en medios y son bien conocidos, para qué darles más protagonismo. Algunos dejaron los uniformes de la guerra, otros siempre han vestido elegantes hasta en el Congreso”.
En el documental, los victimarios solo están en inscripciones en paredes, ¿por qué?
“No están, ni han estado en ninguna de mis exposiciones fotográficas en veinticinco años de trabajo. Puede que tenga muchas fotos de los distintos actores armados, pero solo muestro los que han perdido en cada guerra nuestra, soldados rasos, paras o guerrilleros que siempre pertenecen a los sectores más pobres [...]. Busco en ellos su humanidad, lo que me atrae no es lo que los hace victimarios o la violencia que son capaces de ejercer; sino lo que los relaciona con la naturaleza, con los otros, con la trascendencia (la religión, símbolos que les dan sentido)”.
¿Por qué solemos saber de autores materiales y casi nunca de autores intelectuales?
“Esa misma pregunta se la hago a los sectores de Fiscalía General y de la justicia. Es muy fácil señalar al que hace ruido con las armas. Otros nadan en medio de tanta corrupción y gozan de impunidad con la criminalidad y los desfalcos al presupuesto nacional. Aquí hay mafias para todos los gustos, pero solo señalan a los narcos. Las cárceles son el mejor termómetro: hacinadas de personas humildes, y con patios y casas especiales para los poderosos”.
Cuando se trata de victimarios vinculados con el Estado, ¿has perdido la esperanza en la justicia?
“Muchas veces, porque ahí sí que es inoperante la justicia y la dilación de los procesos, la fabricación de testigos falsos y los montajes patrocinados por distintos sectores”.
Los asesinatos de testigos y periodistas en Colombia son inocultables, ¿cuándo ha tenido más miedo?
“He corrido diversos riesgos para dejar un testimonio. El dilema de hablar y el miedo se multiplican cuando imagen y palabra se juntan para decir yo estuve ahí, soy testigo. En crímenes como los de El Aro y posteriormente la muerte de mi amigo Jesús María Valle, también cuando la masacre de tropas combinadas de Ejército y paras contra campesinos y niños de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, en febrero de 2005. O la noche cuando las FARC mataron a Lisandro Tenorio, en López Adentro, Cauca, en agosto del 2012”.
¿Por qué elegir a las víctimas?
“Mi opción ha sido trabajar con las comunidades, con la población civil, con las víctimas; sin embargo, no me quedo ahí, pues busco también mostrar la capacidad de resistencia y resiliencia de la gente. No es entonces una apología del sufrimiento, sino la búsqueda de la capacidad de sobreponerse, de ser sujetos, de rehacer la vida y construir con esperanza. Reconocer al otro que es mi semejante, con nombre, con una historia: eso es respeto”.