EL QUIMBO:
GENERANDO MÁS POLÉMICA QUE ENERGÍA.
Los efectos negativos que una central hidroeléctrica produce para el medio ambiente en el mediano y largo plazo son tan complejos, que obligan a las autoridades a ser exigentes con los estudios técnicos para prever las medidas que mitigarán los impactos; razón suficiente para que la central de El Quimbo esté hoy “en el ojo del huracán”, generando más que energía, una gran polémica por su puesta en servicio.
Y surtieron más efecto las presiones y recomendaciones de los inexpertos que “pidieron a gritos abrir las compuertas de El Quimbo y evitar así la mortandad de peces en el embalse de Betania y de paso conjurar el fantasma del apagón”, que las voces sensatas y opiniones de especialistas en ecosistemas acuáticos que señalan los nefastos efectos negativos del error.
Quienes asistieron al proceso de ejecución del proyecto Hidroeléctrico de El Quimbo, afirman que hubo omisiones técnicas y violaciones jurídicas que determinaron que el Tribunal Administrativo del Huila, ordenara como medida cautelar, suspender temporalmente la operación de la central.
No retirar la totalidad de la biomasa (vegetación) contenida en el vaso del embalse antes de proceder al llenado; fue el camino fácil, un hecho grave en términos de contaminación de las aguas del río Magdalena porque dejó sepultado y para siempre pudriéndose en el fondo del embalse muerto de 1.400 millones de m3 de agua, una biomasa de 44 mil m3 disuelta en él.
Afirman los expertos que: “el problema no es la madera de los grandes árboles, sino la pequeña vegetación que se descompone rápido y para hacerlo, consume grandes cantidades de oxígeno, proceso que hace descender dramáticamente el oxígeno disuelto en el agua y deteriora su calidad; un hecho comprobado al medir la calidad del agua que entra a Betania”.
Al que se suma el argumento legal para la suspensión. Emgesa redujo el contenido y alcance de las obligaciones fijadas en la resolución de la ANLA a la empresa y autorizó la fase de llenado sin informarle de los términos a los “terceros intervinientes” para que no interpusieran los recursos de reposición, burlando así trámites administrativos.
Y frente al fantasma de ocurrencia de otro apagón como el del 92, el presidente Santos declaró que: “no puede ser que por la decisión de uno o unos jueces, millones de colombianos acaben sufriendo unas consecuencias realmente dramáticas.” “Por eso quiero hacer un llamado respetuosísimo, pero totalmente contundente, para que, por favor levanten esta prohibición”.
La única autoridad que pudo tutelar la pérdida que están padeciendo las gentes del Huila eran los jueces y que por antipopular que pareciera la orden del Tribunal Administrativo del Huila de suspender la operación de la central para defender los derechos colectivos frente a los individuales, era actuar con independencia porque no hay opción distinta a la de aplicar la ley por dura que ella sea; como cuando el Tribunal de Justicia de Berlín le dio la razón a un humilde molinero que frente a la arbitrariedad del monarca de turno, el Rey de Prusia Federico II el Grande, pretendía desconocer sus derechos.