El Problema del Islam con la Blasfemia
¿Será que los ‘musulmanes moderados’ finalmente van a alzar la voz en contra de sus correligionarios militantes? Personas alrededor del mundo se han hecho esta pregunta desde los horribles ataques contra la revista francesa Charlie Hebdo y un supermercado kosher en París.
De hecho estadistas, clérigos e intelectuales musulmanes se han unido a las voces de repulsa de líderes alrededor del mundo. Pero deben enfrentar otra tarea esencial: abordar y reinterpretar la visión islámica tradicional de “blasfemia”, o el insulto a lo sagrado.
Los terroristas de París aparentemente se vieron motivados por el afán de castigar la blasfemia, y el fervor por la misma causa ha generado militancia en nombre del Islam en varios otros incidentes.
Burla a Mahoma, ya sea real o percibida, ha estado detrás de casi todas estas controversias relacionadas con blasfemia.
Esto tal vez no parezca ser mayor cosa, pero tiene algo de curioso, dado que el profeta Mahoma no es la única figura sagrada del Islam. El Corán alaba a otros profetas como Abraham, Moisés y Jesús, y hasta dice a los musulmanes que no hagan distinción entre estos mensajeros de Dios. Pero por alguna razón, los extremistas islámicos parecen estar obsesionados solo con Mahoma.
Aún más curioso, la burla a Dios, que tal vez esperaríamos fuera la blasfemia más escandalosa, parece haber escapado su atención. Revistas satíricas como Charlie Hebdo han publicado caricaturas que ridiculizan a Dios, pero fueron víctimas de la violencia solo cuando ridiculizaron al profeta Mahoma.
Claro que esto no significa que los extremistas deberían amenazar y atacar a los caricaturistas por razones teológicas más diversas; obviamente no los deberían acosar nunca. Pero vale la pena estudiar el enfoque exclusivo hacia el profeta Mahoma. Una obvia explicación es que mientras Dios y los demás profetas también son sagrados para el Judaísmo y el Cristianismo, el profeta Mahoma lo es solo para los musulmanes. En otras palabras, el fervor viene no solo del mero respeto por lo sagrado, sino de la militancia por lo que nos es sagrado, y cuando digo nosotros me refiero a la comunidad de musulmanes.
Así que la sensibilidad exclusiva en cuanto a Mahoma parece ser un caso de nacionalismo religioso y no de fe verdadera, cuyo enfoque principal debería ser lo divino.
Pero este nacionalismo religioso aún está guiado por la ley religiosa Sharia, que incluye cláusulas que castigan la blasfemia como pecado mortal. Es entonces de vital importancia que los eruditos musulmanes aborden hoy el tema con coraje e incluso audacia. Podrían empezar por reconocer que, aunque la ley Sharia está enraizada en lo divino, la gran mayoría de sus mandatos son creados por el hombre, en parte reflejando los valores y las necesidades de los siglos 7 a 12, cuando ninguna parte del mundo era liberal y otras religiones, como el Cristianismo, consideraban la blasfemia como pecado capital.
La única fuente en la ley Islámica que todos los musulmanes aceptan indiscutiblemente es el Corán. Y notablemente, el Corán no decreta castigo terrenal para la blasfemia, ni para la apostasía (abandono o renuncia a la fe). De hecho el Corán tampoco ordena la lapidación, la circuncisión femenina, ni la prohibición de las bellas artes. Todas estas innovaciones doctrinales fueron introducidas en la literatura del Islam tal como las interpretaron los eruditos medievales.
De manera reveladora, los castigos severos para la blasfemia y la apostasía aparecieron cuando los imperios musulmanes cada vez más déspotas necesitaban encontrar una justificación religiosa para eliminar a sus oponentes políticos.
Uno de los primeros ‘blasfemistas’ en Islam fue el piadoso erudito Ghaylan al-Dimashqi, quien fue ejecutado en el siglo ocho por el Imperio Umayyad. Su principal ‘herejía’ fue insistir en que los gobernantes no tenían derecho a considerar su poder “un don de Dios”.
Antes de la expansión y el fortalecimiento políticamente motivados de la ley Sharia, el Corán dijo a los primeros musulmanes: “Dios les ha dicho en el Libro que cuando oyen que las revelaciones de Dios son puestas en duda o burladas, no se sienten a su lado hasta que comiencen otro tipo de discurso; seguramente entonces serían como ellos.”
Simplemente “no se sienten a su lado”, esa es la respuesta que sugiere el Corán para la burla. No violencia. Ni siquiera censura.
Sabios líderes musulmanes de todo el mundo le harían un gran favor al Islam si predicaran y reiteraran dichas posturas no opresivas y no violentas de cara a los insultos contra el Islam.
Ese tipo de instrucción también podría ayudar a sus correligionarios más intolerantes a entender que la ira es señal solo de inmadurez. El poder de cualquier fe no viene de la coerción a sus críticos y disidentes. Viene de la integridad moral y la fortaleza intelectual de sus creyentes.