Columnistas

El mundo se nos vino encima

06 de noviembre de 2021

Amable lector. Las protestas son la expresión de inconformidad contra hechos o situaciones que usualmente afectan a los seres humanos. A manera de ejemplo, la enorme desigualdad de los que tienen mucho y otros muy poco o nada. Cuando las protestas sociales lideradas por unos pocos se convierten en actos vandálicos, la situación de desigualdad se hace más notoria.

Colombia se encuentra en una encrucijada, pues, como van las cosas, vamos a permitir que una persona de la izquierda radical ocupe la presidencia de este país. El señor Petro, que fue un mal alcalde de Bogotá, es muy probable que pronto sea el amo de Colombia.

Es fácil imaginarse a Petro como a un ser diabólico. En su gobierno habrá menos ricos y mucho más pobres. Cuando se dice que el pueblo colombiano es inteligente, los hechos demuestran lo contrario. Su grupo supera a los otros que respaldan a los numerosos candidatos que también aspiran a ocupar la jefatura del Estado.

Es una realidad que estamos a un paso de tener a un presidente que acabara con lo bueno que ha logrado la democracia, sin importar que pudo ser mucho más. En su gobierno se propiciará la lucha de clases y millones de hombres y mujeres perderán su trabajo. El populismo ofrece ilusiones, pero nunca proporciona empleo.

La probabilidad de que el señor Petro se quede con la presidencia es alta. La mayoría del pueblo colombiano no tiene claro cómo se podrá evitar que muy pronto estemos transitando por el mismo camino que durante muchos años han recorrido Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Nos queda muy poco tiempo para actuar. Si no lo hacemos ahora, después de mayo de 2022, no valdrán las lamentaciones y menos las recriminaciones que se hagan los que soñaron con llegar a la Casa de Nariño.

En la actualidad no parece que haya un líder con la experiencia, criterio y carácter que se requiere. Sin embargo, entre los numerosos candidatos a la presidencia, lo sensato sería escoger entre dos solo uno.

La ley de probabilidades enseña que es más fácil acertar cuando se tira una moneda, que al caer es cara o sello. En cambio, si es un dado con seis lados, es mucho más difícil. Petro representa la moneda y el dado son todos los demás aspirantes.

El pueblo o, mejor, el rebaño, como se llama ahora, está angustiado; sin embargo, no sale a protestar. Si las cosas terminan mal, como parece, quienes manejan la compleja trama de la política, incluyendo a los dirigentes de los gremios, serán los únicos responsables de haber propiciado que un ser tan nefasto llegue a la Casa de Nariño