Columnistas

El espectro del comunismo en el bicentenario de Marx

27 de marzo de 2018

“Ningún pensador del siglo XIX ejerció sobre la humanidad influencia tan directa, deliberada y profunda como Karl Marx. Tanto durante su vida como después de ella tuvo ascendiente intelectual y moral sobre sus seguidores”, escribió Isaiah Berlin. En contraste con esta visión positiva de Marx, Vargas Llosa subraya en su último libro, La llamada de la tribu, “que el marxismo es, como lo fue el nazismo, una típica religión secular de nuestro tiempo”.

El marxismo comparte con la Iglesia católica el mesianismo optimista de la sociedad sin clases que conducirá al fin de la historia, y el dogma ideológico según el cual la historia es obra de la lucha de clases. El nobel peruano, -que hace una interpretación neoliberal del liberalismo-, quiere, como ya lo han hecho muchos, arrojar al basurero de la historia al autor de El Capital.

Pero la tiene difícil porque Marx sigue vivo. Este año se han hecho cantidad de publicaciones, congresos sobre su obra, se ha reeditado el Manifiesto comunista, y se hizo la película “El joven Marx”. En la U de A nos uniremos a esta celebración con un coloquio: “Marx y la teoría del reconocimiento”, organizado por el Instituto de Filosofía y Relaer.

Ni Vargas Llosa ni Hayek ni Aron, aceptaron la visión pesimista sobre el capitalismo, que Marx formuló. Para ellos, la doctrina liberal es la que ha hecho progresar más el conjunto de los derechos y la que ha creado las condiciones para el crecimiento del bienestar material para todos los seres humanos. Pero en su desalmado neoliberalismo olvidan que Marx admiraba el liberalismo social.

¿Does Capitalism have a Future?, editado por Immanuel Wallerstein y otros, es un interesante libro como para leer en este período preelectoral y vacacional, y entender mejor lo que está pasando en la economía mundial, saliendo así de esta modorra intelectual de la polarización a la que nos han llevado nuestros populistas del Twitter.

Marx predijo la caída del capitalismo -entre otras cosas- como resultado del desplazamiento de la mano de obra por cuenta de la tecnología y la maquinización de los procesos productivos. Randall Collins, otro participante en esta obra, muestra que este desplazamiento tecnológico, que en la época de Marx había afectado a la clase trabajadora, afecta hoy a la clase media, empleados, administradores y profesionales educados, y conducirá al fin del capitalismo.

No hay forma de prevenir que el capitalismo cause un acelerado desplazamiento del trabajo y un fuerte aumento de las desigualdades sociales y económicas. Los trabajadores serán reemplazados por robots y máquinas electrónicas, aumentará el desempleo y caerá la demanda del consumo. Los beneficios serán para una clase exclusiva de propietarios de robots, quienes se volverán inmensamente ricos. El inconveniente será que la abundancia de productos creados en virtud de los avances tecnológicos, no podrán ser vendidos porque sólo pocos ganarán lo suficiente para poder comprarlos. De esto concluye Collins que algún tipo de socialismo deberá entonces tomar el lugar del capitalismo. ¿Qué tipo de socialismo? Explicaré en una próxima columna.