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El 13 de mayo la Virgen María...

13 de mayo de 2020

Fátima, 1917. Europa se encontraba en medio de la Primera Guerra Mundial. Portugal había abolido la monarquía siete años atrás. El período de la Primera República impuso severas medidas anticlericales que llevaron a la expulsión de congregaciones religiosas, al cierre de conventos, a la anulación de matrículas en las facultades de teología, a la persecución y expulsión de obispos. Alonso Acosta, primer ministro portugués entre 1913 y 1914 dijo que pretendía erradicar el catolicismo y que dentro de tres generaciones este desaparecería por completo en su país.

En ese contexto la Virgen María se apareció a tres pastorcitos: los hermanos San Francisco y Santa Jacinta Marto y a la prima de ellos, Lucía Dos Santos, cuyo proceso de beatificación está en curso. Ellos tenían ocho, siete y diez años respectivamente.

Un libro fascinante -“Cien años de luz” de Ediciones Palabra-, narra detalladamente el acontecimiento. El mensaje central de estas apariciones es el de buscar la salvación de los hombres. La Señora, quien les dijo que les revelaría su nombre en octubre, les pidió que fueran a aquel lugar el 13 de cada mes y que allí la verían. Ellos supieron desde la primera vez que se trataba de la Virgen María e hicieron caso a su petición.

Fueron seis apariciones en total en las que los niños pudieron recibir varios mensajes: la necesidad de que la humanidad se acerque más a Dios y se aleje de las malas prácticas, la reiteración de la existencia del infierno, (la Biblia lo menciona en repetidas ocasiones) aquel estado del alma en el que van quienes libremente optan por el camino del mal y la necesidad de orar mucho para evitar que la gente caiga en este castigo eterno. Centenares de espectadores curiosos iban el 13 de cada mes a ver cómo los niños se llenaban de fervor ante la presencia de la Virgen.

El 13 de agosto, sin embargo, los niños no llegaron a la cita. ¿La razón? Fueron detenidos y llevados donde el administrador de Ourém, quien los amenazó con hervirlos en aceite en caso de que siguieran diciendo que la Virgen se les había aparecido. Pero no lograron nada. Los niños insistieron en que era cierto aquello que habían visto. Impresionante la valentía de estos tres pequeños que no se rindieron ni siquiera ante esta amenaza. Dos días después recuperaron su libertad. Cuatro días más tarde, el 17 de agosto, la Virgen se apareció en el mismo lugar y les reiteró el milagro que haría en octubre.

Este fue el milagro de la Danza del Sol que ocurrió delante de unos cien mil espectadores: desde periodistas, escépticos curiosos, hasta fieles creyentes. El sol comenzó a brillar más para luego temblar, dio vueltas sobre sí mismo, proyectó luces de diferentes colores y empezó a bailar en zig zag. En un momento pareció avanzar hacia la tierra hasta que se detuvo. Este fenómeno duró unos diez minutos. Los principales medios de comunicación portugueses lo registraron. Solo se vio en Fátima y no fue detectado por ningún observatorio astronómico. Pero unas 100 mil personas de diversos credos aseguran haberlo visto.

Muchas personas, al conocer la historia de las apariciones de la Virgen de Fátima se han encontrado con el amor de Dios y han cambiado de vida. Como dijo monseñor Antonio Marto, obispo de Leiria - Fátima: “El milagro más importante de Fátima no es propiamente la Danza del Sol sino la conversión del corazón y de la vida de tanta gente que sucede aquí sin que se vea y que también podemos llamar la “Danza de la conversión”, al ritmo de la música de Dios”.

* Fraternidad Mariana de la Reconciliación