Columnistas

ECONOMÍAS Y SOCIEDADES DE MERCADO

02 de marzo de 2018

En la época pre electoral los candidatos agotan su disponibilidad de tiempo para satisfacer las inquietudes y las apetencias de los electores. De otra parte, organizaciones interesadas en la suerte de la sociedad colombiana promueven espacios para que los candidatos expongan sus ideas y compromisos. En tal contexto, la Universidad del Rosario, El Tiempo y la Fundación Konrad Adenauer, patrocinaron el foro “Ética de lo público, responsabilidad de todos”.

En él, seis de los candidatos a la presidencia y las cabezas de tres de los organismos de control dieron sus opiniones al respecto, junto al profesor en Harvard de filosofía política, Michael J. Sandel. El foro en sí llenó las expectativas, pero quien sobresalió fue el profesor Sandel.

Sandel sostiene que las democracias están en peligro, porque los ciudadanos están frustrados con la política y con los políticos, carentes de un discurso convincente y efectivo, especialmente en aquello que pueda resultar trascendente para la vida y la ética del elector. También plantea en sus libros algo fundamental: las diferencias entre la economía de mercado y la sociedad de mercado.

Desde allí podemos construir una hipótesis sobre las causas de la corrupción, la inequidad, el individualismo y la indiferencia que nos caracteriza. ¿Por qué la piñata de recursos públicos en beneficio ilícito de los privados? y ¿por qué el soborno del sector privado al público?

Sandel acepta y alaba la función del mercado y sus mecanismos, como instrumentos esenciales para alcanzar el bien público, a la vez que reconoce a la economía de mercado como herramienta valiosa y eficaz para la organización de las actividades productivas. En cambio, critica a las sociedades de mercado, como generadoras de inequidad y corrupción.

Entre más cosas y relaciones se pueden comprar, más execrable resulta ser pobre, porque su vida se hace más limitada. Quien tiene capacidad de compra, no solo puede adquirir bienes materiales y suntuosos, sino acceder a diferentes niveles de salud, educación, acceso a la información, relaciones interpersonales, vida en familia y decisiones preferenciales de justicia. Las sociedades de mercado se constituyen en un modo de vida, donde todo puede ser transado, sin fundamentación ética alguna.

Una sociedad de mercado corrompe y erosiona los valores. Se puede comprar o vender un riñón para un trasplante, un vientre para un embarazo, una mejor celda en una prisión, la integridad personal, el sexo y el voto. Ello ha llevado a que el 1% de la población mundial posea más riqueza que el 99% restante y a que en las elecciones presidenciales pasadas de los Estados Unidos, más de la mitad de los fondos provinieron de solo 158 familias, en un país con más de 127 millones de votantes. ¿Permite ello el libre juego de los intereses democráticos?

Los anteriores aspectos deterioran las relaciones sociales, a la vez que abonan y explican la corrupción, la inequidad, la insolidaridad y la violencia. Pero lo que me parece más importante son las preguntas que Sandel formula y que son plenamente aplicables en nuestro entorno preelectoral: ¿Hasta dónde las leyes del mercado sirven al bien público?, ¿Cómo valorar los bienes sociales y cívicos para fortalecer la democracia?, ¿Cómo educar a los jóvenes para tal efecto?, ¿Cuál es el rol de los medios de comunicación en tales escenarios?

Si queremos sanear el país de tanta lacra, debemos procurar una sociedad donde no todo esté a la venta. Donde no todo sea negociable. Donde entendamos que hay bienes morales y éticos que el dinero no debe ni pueda comprar.