DESCANSO, COMPASIÓN, ACOMPAÑAMIENTO
El Evangelio de hoy nos presenta estos tres temas a través de un episodio de la vida pública de Jesús (Marcos 6, 30- 34).
En primer lugar, después de escuchar a sus apóstoles que al regresar de su recorrido le cuentan “lo que han hecho y enseñado”, los invita a “descansar un poco”. Quienes trabajan en situaciones de responsabilidad en las que otros dependen de ellos, frecuentemente tienen que atender a solicitudes que les llegan en tiempos previstos para el reposo. Otros se ven obligados a multiplicar sus esfuerzos privándose del descanso para poder conseguir el sustento propio y de sus familias. Pero, por otra parte, no faltan los adictos al trabajo que desconocen la necesidad de descansar.
El descanso es necesario, y para que sea verdaderamente re-creativo o renovador, exige la búsqueda de espacios y tiempos tanto de silencio interior como de encuentro interpersonal en ambientes constructivos de distensión y diálogo.
El segundo tema es la compasión, término que significa padecer-con el que sufre. En la lengua griega en la cual fueron redactados originalmente los Evangelios, decir que Jesús “se conmovió” o “sintió compasión” equivale a “se le revolvieron las tripas”, imagen viva de lo que significa el amor de Dios hecho hombre para compartir las situaciones dolorosas y acompañar a quien sufre. Ahora bien, el Evangelio no sólo nos invita a reconocer el amor compasivo de Dios, sino también a sentir y actuar como Él, especialmente en relación con las personas más necesitadas. Una de las causas más profundas de la injusticia social y la violencia es la indiferencia que lleva a muchos a desentenderse de los problemas de los demás.
El tercer tema es la imagen del pastor como acompañante espiritual. La situación descrita por el Evangelio al referirse a la multitud que “andaba como ovejas sin pastor” es de todas las épocas. Hoy también podemos decir que mucha gente anda “como ovejas sin pastor”, no sólo por la escasez de consejeros espirituales, sino también por la falta de fidelidad y entrega de quienes no cumplen debidamente con su misión de serlo. Pidamos, pues, por los agentes pastorales, para que las personas y comunidades que les han sido encomendadas se sientan espiritualmente orientadas y confortadas por ellos.