Columnistas

Desbaratando los monopolios

27 de noviembre de 2014

Esta semana, la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) formuló pliego de cargos a cinco empresas de la industria papelera que conforman un cartel empresarial que negoció internamente el precio del papel higiénico por más de quince años. Al controlar el 88% del mercado, las cinco empresas habían establecido un claro monopolio del producto. Hace poco menos de tres meses, la misma SIC había destapado un “cartel de los pañales”, similar al del papel higiénico, en donde un grupo de empresas se repartían el mercado y cuadraban los precios.

Esta situación habla, por un lado, de la precariedad de nuestro capitalismo, en donde cinco empresas pueden, al cuadrar sus precios, monopolizar un sector y acabar con la competencia de un producto. Y por otro, de la dificultad que sigue encontrando nuestro sistema económico en promover nuevas fuerzas productivas y generar competencia sectorial y no incentivar la disposición a monopolizar un mercado.

El asunto es que los monopolios son perjudiciales en términos económicos y sociales, porque constriñen la competencia; y la competencia es importante porque supone constantes mejoras para la sociedad y sus consumidores. Asuntos como bajos precios, mayor calidad y una disposición a la innovación suelen depender, casi exclusivamente, de un mercado dinámico con altos niveles de competencia entre las empresas.

Los monopolios económicos también ahogan la inclusividad de un mercado y trastornan la capacidad de desarrollo que debería proveer la actividad económica de una sociedad. Es decir, que en tanto un sector del mercado sea cooptado por una empresa o un cartel de empresas amangualadas, el emprendimiento se vuelve terriblemente difícil y frustrantemente costoso.

Nuestra economía continúa siendo bastante excluyente, premiando las rentas y los monopolios, la extensión por encima de la productividad, los contactos políticos y relaciones empresariales corruptas antes que la innovación y la gerencia.

Superar estos vicios va más allá de la importante labor que adelanta la SIC, el control solo es una de las caras del esfuerzo por desbaratar los monopolios, el Gobierno Nacional -y los gobiernos locales en la medida de sus posibilidades- deben aumentar sus esfuerzos por promover nuevos competidores económicos, con un apoyo decidido al emprendimiento y a la innovación, pero también con incentivos a la competencia de las empresas, como la búsqueda de nuevos tratados de libre comercio y más inversión extranjera.

Al final, como en muchos otros problemas públicos, el asuntos requiere que la voluntad de intervenir de valientes agencias como la SIC sean apoyadas por el Estado y sus funcionarios, entendiendo que de nuestros vicios nacionales, uno de los menos discutidos en la opinión pública, y sin embargo más perjudiciales, son los monopolios económicos; que hasta para comprar papel higiénico o pañales los consumidores colombianos tengamos que tratar con más mafias.