Columnistas

ARTBO

29 de octubre de 2016

Admiro los eventos potentes, los que tienen la capacidad de transformar ciudades, los que se atreven a ser únicos y diferenciados, los que inciden o transforman el ADN de la ciudad que los acoge, los que persisten y construyen una marca con identidad, los que aparentemente se parecen a otros, pero se diferencian de estos gracias a la visión de los equipos que los lideran, los que son imitados, en un país en que el que la copia más que admiración, es envidia. Eso y más es ARTBO, una feria que ha puesto a Bogotá y al país en el eje del arte, este es un proyecto apoyado y organizado por la Camara de Comercio de esta ciudad, que entendió el poder transformador de la cultura y la posibilidad del arte como vehículo de posicionamiento y promoción, hoy, que la economía naranja es el tema de moda entre los economistas del mundo.

Las resultados que ha generado este apoyo no pueden ser más elocuentes y estimulantes para la Cámara de Comercio y para la ciudad, ARTBO produjo el año pasado, en solo cuatro días, transacciones por ciento cinco mil millones de pesos, que representan casi el 0,8 % del PIB de la ciudad, según cálculos de Invest in Bogotá publicados en el diario Portafolio el 26 de octubre. Un evento como el Festival de Teatro, que se realiza cada dos años y dura dos semanas, derrama sobre la economía de la capital unos ciento veinte mil millones de pesos, las cifras de ARTBO no dan cuenta de lo que ha significado para la marca país en términos de reputación este evento.

Se estima además que ARTBO representa aproximadamente un 85 % del mercado del arte en Colombia y que la dinámica que genera en los 130 espacios culturales de la capital es incalculable, a lo anterior habría que agregar lo que representa para el sector turístico en espacios de consumo como hoteles, restaurantes y tiendas de diseño, gracias al altísimo perfil de los asistentes: propietarios de galerías, críticos, curadores, coleccionistas y amantes del arte en general. Para esta versión, se esperan unas 600 personas provenientes de algunas de las más importantes instituciones culturales del mundo.

Como respuesta o como crítica a lo que algunos han considerado son las deficiencias de ARTBO, han surgido otras ferias y espacios, Odeón, Barcu y la Feria del millón, son alternativas que buscan expandir el mercado del arte, en un país en el que aún el coleccionismo es incipiente y en el que valdría la pena que las cámaras de comercio de ciudades como la nuestra se cuestionasen acerca de su compromiso presupuestal con el arte.

Cuatro galerías, dos de los museos y una editorial de Medellin están presentes, el esfuerzo de estos titanes se visibiliza aquí. El espacio cultural Banasta y la galería Lokkus lo hacen en Odeón, mientras que mesaestándar editores, La Oficina y Plecto galería exhiben en ARTBO lo más representativo de sus artistas, gracias a todos por apostarle al poder transformador del arte.