Armero, la película
Armero se ha convertido en la película más taquillera de Colombia, y se podría pronto convertir en la película más vista en la historia del país. Seguramente esta una gran satisfacción para el director santandereano Christian Mantilla quien realizó la película con las uñas queriendo hacer un sentido homenaje a las víctimas.
Fue una tragedia anunciada. Expertos y organizaciones vulcanológicas habían alertado las autoridades locales sobre la posible erupción del Nevado del Ruiz, e indicaron que había que evacuar a la población. A pesar de eso, de manera irresponsable, y debido al cínico cálculo político de algunos, las autoridades se hicieron las de los oídos sordos, y 23 mil personas pagaron con sus vidas en la que fue una de las mayores tragedias en la historia de Colombia. De hecho, cuando el volcán hizo erupción la noche del 13 noviembre de 1985, una avalancha que descendió a gran velocidad por las faldas de la montaña, borró a la ciudad de Armero y causó también miles de víctimas en la ciudad de Chinchiná.
Vale la pena hacer una corta reflexión sobre la relación estrecha y directa que existe entre la indiferencia de las autoridades y una tragedia que le costó la vida a un pueblo entero. De hecho, en la película, se ve como las autoridades locales estuvieron más preocupadas por el impacto económico negativo que generaría la evacuación masiva de Armero y los pueblos de los alrededores, que por la vida de sus habitantes. “Usted propone que detengamos toda la economía, por la posible erupción de un volcán”, se escucha declarar a un político local en la película.
Es la cultura de los intereses particulares que corrompe a la política, la cual debería estar orientada hacia el bien común. La negligencia solo es el síntoma de los corazones cerrados al destino de los demás. De esta manera, la película no solamente reconstruye el ambiente en el cual se dio la tragedia de Armero, sino que se convierte también en una advertencia sobre los cambios de cultura política que el país necesita hoy, si quiere progresar.
Y es que hoy el progreso de Colombia requiere desarrollar una cultura política que no siga pensando en los intereses particulares de una elite, sino en el bien común de toda la ciudadanía. Una cultura política que ponga al centro de su actuar a la dignidad de la persona humana. Esta es una cultura política que replantea sus valores, o sea los criterios que informan la calidad de las decisiones, la prioridad de las urgencias y la ética de sus acciones. En otras palabras, es una política en la que el principio de responsabilidad es su pilar principal. Sería esta una política que se convertiría en el motor de la construcción de comunidad.
Entonces, La tragedia de Armero es también la metáfora de lo que puede pasar cuando la política se separa de su esencia; cuidar la cosa pública, o sea los intereses y las necesidades de todos. La película se convierte así también en una invitación a recordarnos que nuestras vidas son interdependientes.