Economía

El mayor banco de Latinoamérica, en la mira de Trump

Periodista de la Universidad de Antioquia con estudios en escritura de guión de ficción y no ficción.

24 de agosto de 2020

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) navega en un complejo engranaje cuestionado en su pieza más antigua y sencilla, dada siempre en buen estado por descontado. La irrupción de un candidato estadounidense en la carrera por la presidencia del organismo amenaza con romper un consenso histórico que establece que un latino debe liderar el BID; una regla no escrita sobre la que se cimenta el equilibrio del Banco, un actor del sistema financiero protagonista en la región.

“Hay pactos implícitos en lo internacional. No están escritos pero se cumplen como si así lo estuvieran. A un latino se le encomienda el BID, un norteamericano lidera el Banco Mundial y un europeo el Fondo Monetario Internacional”, explica Giovanni Reyes, de la Escuela de Administración de la Universidad del Rosario. La campaña para suceder al colombiano Luis Alberto Moreno, al frente del BID desde 2005, se desarrollaba en esos términos cuando el 16 de junio pasado Donald Trump anunció a Mauricio Claver-Carone como su candidato.

Nacido en Florida, de familia cubana, Claver-Carone se convirtió inmediatamente en favorito. “Estados Unidos ya tiene un poder intrínseco en el BID”, dice Edna Sastoque, doctora en ciencias sociales con maestría en economía de la Universidad Externado. El país es el mayor financiador del banco, aportando el 30 % de los recursos totales, lo que le otorga un poder de voto idéntico. Es decir que mientras su voto tiene un peso del 30 % sobre cualquier decisión, el de Brasil, México o Colombia, por ejemplo, es de 11,65 %, 7,2 % y 3,11 % respectivamente. Su elección era casi segura.

Para imponerse a su competencia, la costarricense Laura Chinchilla y el argentino Gustavo Béliz, el norteamericano necesita la mitad más uno del poder de voto de los 48 miembros del BID, una condición casi segura dado el peso del voto estadounidense y la confirmación del apoyo de Brasil y Colombia.

El presidente Iván Duque explicó el respaldo a la candidatura de Claver-Carone como un gesto de reciprocidad con EE. UU. (que votó por el colombiano Moreno a la presidencia del mismo organismo en 2005), y como la decisión correcta dada “la agenda clara de EE. UU. para dinamizar la recuperación de las economías de América Latina”. Esto, sin embargo, todavía no es suficiente para asegurar la presidencia.

Puede ver: Colombia apoyará al candidato de EE.UU. a la presidencia del BID, Mauricio Claver-Carone

Claver-Carone requiere, además, que en la sesión de elección haya una mayoría del número de miembros de las Américas. Es ahí donde un sector de la diplomacia latina está intentando jugar su última carta.

Chile, México y Argentina lideran una cruzada para que la sesión de elección del nuevo presidente, planteada para septiembre, se posponga hasta marzo de 2021. De esta forma ganan el tiempo necesario para que en Estados Unidos se lleven a cabo elecciones y se conozca si Donald Trump continúa al frente del país. De esta forma intentan evitar una influencia excesiva de Washington sobre un instrumento de financiamiento que en 2018 aprobó préstamos en América Latina por US 13.500 millones.

“Si además del poder natural que tiene EE.UU. sobre el BID, obtiene el poder gerencial y administrativo, pues...le estamos dando todo. Los equilibrios se van a romper”, apunta Sastoque. El sismo provocado por la candidatura norteamericana sugiere que a veces la estabilidad recae en pequeños y tácitos acuerdos en cuya aparente fragilidad radica su fortaleza: su cumplimiento no está obligado por nada más que la confianza.

Los riesgos existen

Que el BID sea liderado por un latino no es un golpe de suerte. No se trata de una división fortuita en la que a Europa le “correspondió” el FMI y a EE.UU. el Banco Mundial. Las tres instituciones, pilares del sistema financiero internacional, comparten los mismos propósitos de financiamiento a los Estados, pero con acentos marcadamente diferentes.

“Claramente todas buscan el desarrollo. El punto es qué se entiende por `desarrollo`. En el BID estamos hablando de uno sostenible derivado de la satisfacción de necesidades básicas propias de la región”, explica Carlos Arévalo, director de Investigación de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana. Ese énfasis le marca al BID un camino distinto al de sus hermanos.

Proyectos como acceso al agua, lograr el alcance de derechos económicos, sociales y culturales, así como el avance de infraestructura y mejores niveles de educación, son prioridades para el BID. “Incluso hablamos de un lenguaje. En el BID se asumen de forma mucho más compleja conceptos como los derechos humanos, algo que no sucede, por ejemplo, en el Bando Mundial”, detalla Arévalo. A través de la gestión del organismo, América Latina se ha mirado a sí misma y ha procurado construir sus propios caminos.

El liderazgo latino del BID, añade Sastoque, “fue el resultado del trabajo de muchos países de demostrar que dejamos de ser menores de edad: podemos autogobernarnos, formar una tecnocracia y participar como iguales en negociaciones internacionales. El quiebre del protocolo no reconoce ese ejercicio histórico y podría tener consecuencias”.

“Existe un riesgo, espero menor, de que la cercanía de Claver con el gobierno Trump haga que este lleve las actuales disputas con gobiernos como el chino y las posturas nacionalistas y poco globalistas, al seno del Banco”, analiza Cesar Tamayo, decano de la Escuela de Economía de la Universidad Eafit y con recorrido profesional en el BID como investigador. Las áreas de trabajo del banco tocan temas sensibles en los que Trump ya ha demostrado a nivel global desea tener influencia.

La tecnología es uno de ellos. “En temas de acceso a internet, muy importante hoy, Estados Unidos, con el control presupuestario que tiene más una eventual presidencia, podría impulsar una línea que diga `redes de 5G pero solo con Estados Unidos` o `5G pero solo con Europa`”, ejemplifica Arévalo, trayendo a alusión una estrategia que el presidente estadounidense ya utilizó en el viejo continente, presionando a la Unión Europea para que vetara de los contratos 5G a la multinacional china Huawei.

Puede ver: Expresidentes de la región piden un director del BID de origen latino

“Desafortunadamente esto nos regresa esas sensaciones que creíamos ya superadas de influencia directa de EE.UU. en la región” señala Sastoque. Una influencia de la que el BID, pensado y ejecutado por el presidente Eisenhower, con financiación mayoritariamente estadounidense y con sede en Washington, había escapado sorpresivamente.

“Y esto es un riesgo mayor en momentos en los que justamente vamos a necesitar mucho del banco porque vamos a terminar financieramente muy golpeados por la pandemia”, apunta Arévalo. Un diagnóstico con el que concuerda el departamento del Tesoro de EE.UU.

En la presentación de la candidatura de Claver-Carone, Steven Mnuchin, secretario estadounidense de esa cartera, reconoció que “el BID se encuentra en una coyuntura crítica”. En diversas entrevistas a medios internacionales, Carone ha señalado que su presidencia buscaría aumentar el capital actual del banco, que se cifra en US 170 mil millones, un propósito que también los otros dos candidatos han dejado entrever. El detalle es que cualquier aumento depende de la decisión de Estados Unidos.

“Es claro el mensaje que Trump está enviando a la región: recursos sí, pero con mis condiciones”, finaliza Arévalo. Un recordatorio de que aunque “el BID tiene alma latina, su chequera es gringa”.