Gilinski no cuestiona la ética de administradores de Grupo Sura
Revisor fiscal, EY, deberá aclarar el efecto económico de los contratos firmados hace 20 años.
Periodista de economía de El Colombiano. Oidor de tangos. Sueño con una Hermosa sonrisa de luna.
Las menciones sobre las denuncias recibidas por la firma EY, revisor fiscal de Grupo Sura, de sospechas de presunto fraude contable en la celebración de algunos contratos de la holding financiera, y los comentarios que hizo un pequeño accionista sobre la familia Gilinski y su aparición en los Pandora Papers, terminaron diluyendo la proposición central de la asamblea extraordinaria de accionistas de la compañía paisa, que se realizó ayer en Medellín.
La sesión citada por EY, a instancias de Jaime Gilinski, buscaba que se aprobara contratar una auditoría externa para que revisara el impacto contable y financiero que pueden tener, para Grupo Sura, los acuerdos suscritos con Grupo Bolívar (2011), Munich RE (2001) y CDPQ (2019), y la posible existencia de otros acuerdos o contratos similares (ver Para saber más).
A juicio del banquero, estas operaciones put o de compra-venta, que no eran conocidas por él, impondrían a la sociedad unas obligaciones de $3 billones a $4 billones, US$800 millones, dependiendo del momento en el que esos accionistas decidan liquidarlos.
“Eso es material, yo no lo conocía, ni los otros accionistas, tampoco los tenedores de bonos, ni quienes compraron acciones preferenciales. Mi cuestionamiento es que aquí hay algo que todos teníamos que haber conocido por los estados financieros”, expresó Gilinski, quien enfatizó en que no tiene ningún cuestionamiento ético contra la administración de Sura, en cabeza de Gonzalo Pérez.
Frente a esas manifestaciones, Pérez señaló que el compromiso de la administración es revisar y construir mejores prácticas, para asumirlas en beneficio de todos los accionistas de la empresa.
Además, sostuvo que con apoyo de asesores especializados, se continúan realizando análisis técnicos, contables, financieros y jurídicos que se requieren frente a posibles modificaciones a la política contable, que una vez se defina esta política, será debidamente informada a los accionistas y al mercado.
Y es que parte de las inquietudes de Gilinski, dueño del 38% de las acciones de Sura, radican en que no puede pasar que de la noche, el Grupo Bolívar por ejemplo, mande una carta pidiendo terminar el contrato, y que Sura deba salir a buscar $1,2 billones o $1,4 billones, que es mucho dinero para una compañía con un nivel de deuda alto.
“Quisiera que la deuda fuera cero, y eso se lograría vendiendo activos que no sean estratégicos y recuperando la capacidad para una holding fuerte”, añadió el banquero Gilinski, quien en otras reuniones ha abogado porque Sura le venda las participaciones que tiene en los grupos Argos y Nutresa.
No obstante, tras escuchar el sentido de los votos de los apoderados de los grupos Argos y Nutresa, quienes se declararon en contra de contratar una auditoría externa, el mismo Gilinski pidió retirar la propuesta de la auditoría externa, y confió en que dos o tres meses, cuando la revisoría de EY haga su trabajo, demuestre si sus preocupaciones son justificadas y cómo se reflejarían en las cuentas de Sura.
Caja de Pandora
El vocero de EY, Daniel Jaramillo, quien estuvo a cargo de la lectura de la revisoría en la asamblea, que se realizó en el hotel Marriott, de Medellín, ventiló que un miembro de la junta de Sura, del que no reveló el nombre, les hizo llegar una comunicación en la que denuncia supuesto fraude contable en Grupo Sura, relacionado con los contratos suscritos con Grupo Bolívar, Munich RE y CDPQ.
Aunque no se precisaron los fundamentos de las sospechas ni en qué consisten con exactitud, Jaramillo manifestó que en este tipo de situaciones “se requiere discutir con la gerencia el enfoque de la investigación, hacerle seguimiento y evaluar continuamente los hallazgos”.
Para otros asistentes a la reunión, este tipo de señalamientos hacen parte de la estrategia de la familia Gilinski porque se contabilicen negocios cuyos valores, en el momento actual, no es posible registrar en el balance de estados financieros.
“Están obligando a la administración a actuar sobre lo imposible. ¿Cómo se registra un negocio que al final puede arrojar pérdidas o ganancias? Eso solo se sabrá el día que los titulares de esos contratos decidan liquidarlos, y para saberlo se necesitará un avaluador”, expresaron.
Otro momento que se vivió en la asamblea lo protagonizó el abogado y pequeño accionista de Sura, Fernando Rodas, quien apoyado en registros de prensa llamó la atención frente a la figuración de la familia Gilinski en la investigación divulgada el año pasado, llamada Pandora Papers.
Aunque Rodas reiteró que su intervención era respetuosa y sin intención de ofender, resaltó que en esas averiguaciones Jaime Gilinski aparece como beneficiario de por lo menos 19 sociedades offshore (con sede en el extranjero), y que de igual manera están relacionados su padre Isaac, y su hijo Gabriel.
“Es justo que las sociedades (de los Gilinski) que llegaron en los distintos tramos de las OPA a Sura, que ahora están pidiendo tantas explicaciones, entreguen las claridades frente a las posibles imbricaciones que habría entre el flujo de dinero con el cual se están pagando estas adquisiciones y asuntos que podrían involucrar, no lo afirmo, sociedades ilegales”, dijo Rodas.
Ante esta intervención, Jaime Gilinski no se quedó callado. “Al señor (Rodas) no le voy a responder porque la manera en que habló es humillante y no merece respuesta. Vengo de una familia de casi 100 años de tradición de trabajo, mi abuelo, mi papá y mis hijos, y lo que usted dice es absurdo y humillante”.
El enroque
Las dudas por los acuerdos firmados por Sura desde 2001 y la asamblea celebrada ayer para despejarlas, coincidieron con una efeméride: un 25 de agosto, pero de 1981, se firmó la permuta por medio de la cual se consolidó el llamado Grupo Empresarial Antioqueño (GEA).
En aquel entonces, el empresario Jaime Michelsen Uribe intentó controlar la Compañía Nacional de Chocolates, pero varias empresas paisas se unieron para evitar ese objetivo.