La exportación de flores habría sumado US$2.000 millones
Este sector agrícola y exportador se alista para atender el primer pico de mercado de este año 2023.
césar herrera
San Valentín tal vez no sea el santo que mayores adeptos tenga en Colombia, pero a poco más de tres semanas de celebrar el día que la iglesia católica le dedica (14 de febrero), los floricultores lo tienen entre ceja y ceja, pues la fecha representa para ellos uno de los picos más importantes del año en cuanto a exportaciones.
Y es que ese día se celebra en varios países del mundo con gran entusiasmo y alegría el San Valentín, momento que aprovechan los enamorados para fortalecer sus sentimientos o renovar sus afectos, para lo que las flores son un instrumento ideal.
Las cifras de ventas al exterior de flores colombiana son relevantes y faltando los datos de diciembre de 2022 las exportaciones podrían haber superado los US$2.000 millones, lo que sería una cifra histórica. Según el Dane, entre enero y noviembre del año anterior, los despachos sumaron US$1.950,3 millones, cifra mayor en 22,5% frente a los US$1.591,6 millones del mismo periodo de 2021.
De esos números hacen parte flores y capullos frescos por US$919,4 millones, rosas por valor de US$371,3 millones, claveles por US$179,4 millones, así como pompones por US$123,3 millones, hortensias por US$84,3 millones, claveles miniatura por US$75,9 millones, y alstroemerias por US$72,9 millones.
Inicio de despachos
El momento es crucial para los cultivadores de flores. La proximidad del festejo en Estados Unidos vuelve a exigirles exactitud en la estrategia a seguir, para que las siembras iniciadas a finales del año pasado hayan despuntado y el material esté a punto para ser enviado a ese mercado.
Para esta celebración, los floricultores colombianos tuvieron varios meses de preparación para asegurar la disponibilidad del producto en más de 100 mercados del mundo, entre los que se encuentran, principalmente, Estados Unidos, así como Japón, Inglaterra, Holanda y España.
Mañana, al iniciar la semana, la actividad agroindustrial sostiene un pulso contra el reloj. Invernaderos del Oriente antioqueño ya tienen recolectados los crisantemos cortados manualmente y dispuestos para empezar a ser llevados a la terminal de carga del aeropuerto José María Córdova de Rionegro, desde donde serán enviados a Norteamérica.
Aunque el transporte marítimo poco a poco ha ganado terreno ya algunas empresas han ejecutado despachos para cumplirles a su clientes.
Los investigadores económicos de Bancolombia explicaron que tradicionalmente las flores exportadas hacia Estados Unidos viajan vía aérea por la facilidad que existe de tener los aeropuertos cerca de los centros de producción en Cundinamarca y Antioquia, y la posibilidad de llegar a Miami en pocas horas.
“Ahora, aunque la participación de Estados Unidos en las ventas de flores colombianas se mantiene muy constante año tras año (alrededor del 78%), el transporte vía marítima viene creciendo de manera lenta pero progresiva. Mientras que en 2016 el transporte marítimo representaba apenas un 4%, para 2021 llegó al doble (8%)”, anotaron.
A su turno, los empresarios de este sector sostienen que los pedidos para esta temporada estuvieron bastante activos, pero los costos de producción han aumentado en perjuicio de la competitividad de las flores colombianas frente a la de otros productores como Ecuador.
Se destaca que el comercio minorista de flores se ha volcado a los supermercados estadounidenses después de la pandemia. Una encuesta de opinión del consumidor de productos florales en los supermercados (publicada por Freshproduce) ubica a ese canal de venta como la primera opción.
Pero, el buen momento por el que pasa el sector no está exento de situaciones con las que los floricultores tendrán que lidiar.
Así, el ascenso del valor de los insumos agrícolas en porcentajes del 40% y más, las inversiones en tecnología, la implementación de sistemas de riego automatizados, el control de plagas y en especial la mano de obra hacen que los ingresos, algo impulsados por la tasa de cambio del dólar, casi no alcancen a compensar los gastos en los que deben incurrir las empresas.
Otro ejemplo representativo de ello fue el aumento del 16% del salario mínimo y del 20% para el auxilio de transporte, reajustes de la órbita laboral que terminan sumando y elevando la lista de gastos de este sector.
A lo anterior se añade otro fenómeno ya enquistado en el campo colombiano: la escasez de mano de obra, y aunque algunos cultivos tienen el personal justo para atender las faenas, en otros casos es necesario contratar buses de Medellín hacia los predios productivos de Rionegro y La Ceja. En Bogotá, algunos empresarios han tenido que llevar trabajadores desde La Guajira.
“Hay gente muy acomodada con los subsidios entregados por el Gobierno y no quieren trabajar en este tipo de tareas. Ese paternalismo afectó para mal la disponibilidad de mano de obra”, coincidieron en mencionar los floricultores paisas.
Y, como si fuera poco, desde la logística está el incremento del precio del petróleo y su efecto en los fletes aéreos, y el mayor riesgo de contaminación de carga por narcóticos por cuenta de la expansión de cultivos ilícitos en el país.
Horizonte complejo
Mientras los productores de flores se concentran en atender y cumplir a rajatabla los compromisos con sus clientes y colmar las expectativas de los compradores, los analistas económicos elaboran sus propias cuentas y sacan las proyecciones.
En ese contexto, los analistas de Bancolombia advierten que la eventual desaceleración económica podría impactar las exportaciones de flores colombianas en este 2023.
El crecimiento de la demanda en medio de problemas de oferta llevó a que en 2021 y 2022 las exportaciones de Colombia crecieran a doble dígito. Para este año, una eventual desaceleración en Estados Unidos provocaría que productos que no son de primera necesidad, como las flores, se vean golpeados, especialmente si aumenta el desempleo, una de las variables que está correlacionada con las importaciones de flores en ese país (ver Para saber más).