Economía

Entre optimismo y cautela, Colombia da sus primeros pasos para la energía eólica mar adentro

El país dio apertura oficial a la primera ronda de asignación de áreas para la generación de energía eólica costa afuera. Le explicamos los impactos sociales y ambientales de esta tecnología.

Periodista de economía y negocios. Egresada de la gloriosa Universidad de Antioquia.

06 de diciembre de 2023

El viento y la fuerza del mar hacen de Colombia una zona privilegiada para la instalación de proyectos de generación eólica. El potencial del territorio nacional, al ser marino casi en un 50%, hace que los parques eólicos offshore (costa afuera) puedan convertirse en una buena alternativa ante los lentos avances de las renovables en tierra.

Con este propósito, y luego de varios años trabajando en una hoja de ruta —lanzada en marzo de 2022 por el anterior gobierno de Iván Duque—, se anunció el inicio de la primera ronda competitiva de asignación de áreas para la generación de energía eólica costa afuera.

Las áreas que serán adjudicadas están ubicadas en la zona de Caribe central, cuentan con aproximadamente 12.000 kilómetros cuadrados y abarcan los departamentos de Atlántico, Bolívar, Sucre y Magdalena.

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“Somos el primer país Latinoamericano y del Caribe en desarrollar el primer proceso competitivo para la construcción de proyectos de energía eólica offshore. Contamos con excelentes corrientes de viento, lo que hace que esta tecnología represente firmeza, resiliencia y escala para la matriz energética (...) Por cada proyecto, podemos generar más de 4.000 empleos y fomento de la inversión extranjera por más de US$1 billón”, señaló el ministro de Minas y Energía, Omar Andrés Camacho.

En conjunto, se proyecta que las áreas exploradas podrían producir 1 gigavatios (GW) para el 2030, 3 GW para el 2040 y 9 GW para el 2050.

Entre tanto, la hoja de ruta estima que este tipo de energía podría atraer al país inversiones de alrededor de US$27.000 millones.

Los impactos

Una de las ventajas de la energía eólica mar adentro es que el recurso (vientos) que existe en el mar es mayor que en tierra (hasta el doble que en un parque terrestre medio).

“En esa zona del mar Caribe hay un gran potencial, porque la velocidad de los vientos es constante durante todo el año. Esto hace que la energía pueda ser más barata y que haya excedentes. Con eso, el gobierno podría, incluso, hacer intercambios comerciales con Venezuela y Ecuador a cambio de energía. También se podría generar hidrógeno para darle diferentes usos en el país o exportarlo”, explicó Carlos Vasco, profesor de la Universidad de Antioquia e investigador en asuntos energéticos.

Además, según el MinEnergía, la energía eólica marina reduciría los conflictos con comunidades y ambientales por el uso del territorio respecto a lo que se ha experimentado hasta ahora en el país con la eólica en tierra, la solar y las hidroeléctricas.

Sin embargo, los retos tampoco son menores, pues solo el aumento del espacio necesario en el medio marino para la construcción de los parques hace que se presenten otros impactos sociales y ambientales relacionados con sitios considerados sagrados o patrimonios culturales para las comunidades, actividades como la pesca artesanal e industrial, el turismo, y las áreas de importancia marina, de biodiversidad significativa o protegidas.

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“Entre los mayores riesgos está, por ejemplo, la afectación a las aves migratorias, porque sus alas pueden impactar con las aspas o hélices de los parques eólicos. También se puede generar aturdimiento en ellas y los mamíferos marinos. Igualmente, cualquier tipo de intervención en la naturaleza para producir algo generará impactos. Las renovables también lo hacen, el punto es tratar de mitigarlos al máximo”, indicó Vasco.

De acuerdo con el docente, una planeación adecuada puede reducir dichos efectos adversos: “Las empresas interesadas, por lo general, ya han instalado este tipo de proyectos en otras partes del mundo. Ya deben saber los caminos para transitar y evitar mayores afectaciones”, dijo.

A su turno, Inés Elvira Vesga, partner de la firma Holland & Knight, aseveró que la tecnología eólica, en relación con los proyectos en tierra, tiene múltiples ventajas.

“Por una parte, si bien se presentan los efectos mencionados antes, está claro que hay menos impacto sobre la vida de las comunidades con un proyecto en el mar que con uno en tierra. Además, no se presenta ocupación de tierras que puedan ser utilizadas para agricultura ni desplazamiento de comunidades”, dijo la analista.

Algunas de las medidas implementadas en otros países para mitigar los impactos es la detención de las turbinas durante los periodos sensibles de migración de las aves. Otros han empleado barreras acústicas bajo el agua, como paredes de burbujas para disminuir el ruido.

La hoja de ruta del MinEnergía advierte que todos los riesgos se deben reducir con prácticas bien definidas de Planificación Espacial Marítima (PEM), así como permisos requeridos, especialmente con respecto a las comunidades indígenas.

Para esto, algunas de las recomendaciones han sido establecer mesas y grupos de trabajo con las comunidades que podrían verse afectadas; la revisión del Plan de Ordenamiento Marino Costero, para analizar la compatibilidad del despliegue comercial de la energía con otros ecosistemas del mar; y un mapeo de los paisajes protegidos para ayudar a evaluar el impacto visual.

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Los proyectos

Desde el año pasado se han presentado 11 proyectos eólicos costa afuera que representan 5 GW de capacidad, superando la meta establecida por el Gobierno.

El primero de ellos fue Vientos Alisios, que tiene una potencia de 200 megavatios (MW) y es propiedad de la empresa española BlueFloat Energy. Este busca aprovechar la velocidad del viento mar adentro en Bolívar, mediante la instalación de unos 35 aerogeneradores.

También hay otros en La Guajira (6), Atlántico (1), Magdalena (2) y Bolívar (1).

Desde la óptica de los analistas de Holland & Knight, otro de las barreras para los desarrolladores de este tipo proyectos offshore en Colombia es el acceso a financiamiento de la banca nacional e internacional, los permisos y autorizaciones para realizarlos y la seguridad jurídica que pueda garantizar el Estado.

Vesga opinó que “es interesante ver cómo en otras jurisdicciones se ha abordado esta preocupación y tratar de tomar de esos procesos más avanzados lo que nos sea útil. La Unión Europea, por ejemplo, tiene una directiva en la cual identifica como cuello de botella los trámites ambientales, y propone una ventanilla única de trámites, ciclo rápido de evaluación, silencio administrativo positivo entre otras medidas, además de resaltar la necesidad de planificación”.

El viento y la fuerza del mar hacen de Colombia una zona privilegiada para la instalación de proyectos de generación eólica. El potencial del territorio nacional, al ser marino casi en un 50%, hace que los parques eólicos offshore (costa afuera) puedan convertirse en una buena alternativa ante los lentos avances de las renovables en tierra.

Con este propósito, y luego de varios años trabajando en una hoja de ruta —lanzada en marzo de 2022 por el anterior gobierno de Iván Duque—, se anunció el inicio de la primera ronda competitiva de asignación de áreas para la generación de energía eólica costa afuera.

Las áreas que serán adjudicadas están ubicadas en la zona de Caribe central, cuentan con aproximadamente 12.000 kilómetros cuadrados y abarcan los departamentos de Atlántico, Bolívar, Sucre y Magdalena.

“Somos el primer país Latinoamericano y del Caribe en desarrollar el primer proceso competitivo para la construcción de proyectos de energía eólica offshore. Contamos con excelentes corrientes de viento, lo que hace que esta tecnología represente firmeza, resiliencia y escala para la matriz energética (...) Por cada proyecto, podemos generar más de 4.000 empleos y fomento de la inversión extranjera por más de US$1 billón”, señaló el ministro de Minas y Energía, Omar Andrés Camacho.

En conjunto, se proyecta que las áreas exploradas podrían producir 1 gigavatios (GW) para el 2030, 3 GW para el 2040 y 9 GW para el 2050.

Entre tanto, la hoja de ruta estima que este tipo de energía podría atraer al país inversiones de alrededor de US$27.000 millones.

Los impactos

Una de las ventajas de la energía eólica mar adentro es que el recurso (vientos) que existe en el mar es mayor que en tierra (hasta el doble que en un parque terrestre medio).

“En esa zona del mar Caribe hay un gran potencial, porque la velocidad de los vientos es constante durante todo el año. Esto hace que la energía pueda ser más barata y que haya excedentes. Con eso, el gobierno podría, incluso, hacer intercambios comerciales con Venezuela y Ecuador a cambio de energía. También se podría generar hidrógeno para darle diferentes usos en el país o exportarlo”, explicó Carlos Vasco, profesor de la Universidad de Antioquia e investigador en asuntos energéticos.

Además, según el MinEnergía, la energía eólica marina reduciría los conflictos con comunidades y ambientales por el uso del territorio respecto a lo que se ha experimentado hasta ahora en el país con la eólica en tierra, la solar y las hidroeléctricas.

Sin embargo, los retos tampoco son menores, pues solo el aumento del espacio necesario en el medio marino para la construcción de los parques hace que se presenten otros impactos sociales y ambientales relacionados con sitios considerados sagrados o patrimonios culturales para las comunidades, actividades como la pesca artesanal e industrial, el turismo, y las áreas de importancia marina, de biodiversidad significativa o protegidas.

“Entre los mayores riesgos está, por ejemplo, la afectación a las aves migratorias, porque sus alas pueden impactar con las aspas o hélices de los parques eólicos. También se puede generar aturdimiento en ellas y los mamíferos marinos. Igualmente, cualquier tipo de intervención en la naturaleza para producir algo generará impactos. Las renovables también lo hacen, el punto es tratar de mitigarlos al máximo”, indicó Vasco.

De acuerdo con el docente, una planeación adecuada puede reducir dichos efectos adversos: “Las empresas interesadas, por lo general, ya han instalado este tipo de proyectos en otras partes del mundo. Ya deben saber los caminos para transitar y evitar mayores afectaciones”, dijo.

De hecho, algunas de las medidas implementadas en otros países es la detención de las turbinas durante los periodos sensibles de migración de las aves. Otros han empleado barreras acústicas bajo el agua, como paredes de burbujas para disminuir el ruido.

La hoja de ruta del MinEnergía advierte que todos estos riesgos se deben reducir con prácticas bien definidas de Planificación Espacial Marítima (PEM), así como permisos requeridos, especialmente con respecto a las comunidades indígenas.

Para esto, algunas de las recomendaciones han sido establecer mesas y grupos de trabajo con las comunidades que podrían verse afectadas; la revisión del Plan de Ordenamiento Marino Costero, para analizar la compatibilidad del despliegue comercial de la energía con otros ecosistemas del mar; y un mapeo de los paisajes protegidos para ayudar a evaluar el impacto visual.

Los proyectos

Desde el año pasado se han presentado 11 proyectos eólicos costa afuera que representan 5 GW de capacidad, superando la meta establecida por el Gobierno.

El primero de ellos fue Vientos Alisios, que tiene una potencia de 200 megavatios (MW) y es propiedad de la empresa española BlueFloat Energy. Este busca aprovechar la velocidad del viento mar adentro en Bolívar, mediante la instalación de unos 35 aerogeneradores.

También hay otros en La Guajira (6), Atlántico (1), Magdalena (2) y Bolívar (1).

Desde la óptica de los analistas de Holland & Knight, otra de las barreras para los desarrolladores de este tipo proyectos offshore en Colombia es el acceso a financiamiento de la banca nacional e internacional, los permisos y autorizaciones para realizarlos y la seguridad jurídica que pueda garantizar el Estado.