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NEA, la marca de ropa con la que un paisa de 23 años sueña llegar a toda Colombia

Su fundador se recorrió las calles de Medellín para darla a conocer y hoy ya se vende en casi 50 puntos. Quiere demostrar que No Existen Atajos.

En mis bolsillos hay una grabadora y unos audífonos; en mi mente, amor por el periodismo.

11 de noviembre de 2023

Aunque tiene solo 23 años, la vida de Sebastián Castrillón, un joven emprendedor del barrio Laureles, da para escribir un libro. Supo qué era ser una promesa del fútbol colombiano, enfrentar una enfermedad neurodegenerativa y ser el creador de NEA, una marca de ropa que hoy visten famosos como James Rodríguez o Ryan Castro, y que se perfila para llegar a toda Colombia.

Sentado en su patineta, luciendo una sudadera de NEA, Sebastián atendió a EL COLOMBIANO y contó cómo paso a paso ha logrado convertirse en un empresario exitoso. Hasta hace poco recorría las calles de Medellín para dar a conocer su emprendimiento en centros comerciales y restaurantes, y hoy lo llaman de todo lado distribuidores que quieren vender las camisetas oversize, las gorras o los hoodies de la marca.

Lo que empezó como algo informal, en pandemia, se convirtió en una empresa cuyas ventas están creciendo 50% cada mes. NEA ya está presente en 45 puntos entre Medellín, Cali y Pereira y próximamente espera aterrizar en Bogotá y en todo el territorio nacional.

Pero a Sebastián, más que el éxito empresarial que ha logrado a tan corta edad, le gusta más hablar del propósito social de su compañía. “Yo le puse a la marca NEA porque significa No Existen Atajos, pienso que en la vida no existen fórmulas mágicas, la vida es de trabajar y persistir todos los días”.

Es que “la NEA”, como cariñosamente le dice a su marca, es prácticamente una historia de vida. “Yo vendía como una especie de vendedor ambulante. Empecé entre 2020 y 2021, me iba con camiseta y gorra todos los días y le decía a la gente que me siguiera en Instagram. Hoy tengo una red muy fuerte con reguetoneros y deportistas como James Rodríguez, Ryan Castro, J Álvarez o Miky Woodz”, describe.

Un “9” de raza

Es que no es exagerado decir que su historia da para un libro. Sebastián comenzó lejos del mundo de la moda. Fue un delantero destacado en la cantera de Envigado, era un diestro con velocidad, buen dominio de balón, asistidor y por si fuera poco también goleador; en su mejor temporada metió 23 goles en 29 partidos.

Él mismo se define como un “enfermo por el fútbol” que veía la Champions League entre semana y los sábados madrugaba para no perderse los partidos de la Premier League inglesa y de la Serie A italiana. Además, sus goles en la “cantera de héroes” lo llevaron a ser llamado por la Selección Antioquia, donde también destrozó las redes y sus entrenadores lo consideraban como una de las mayores promesas paisas.

Pero como él dice, en la vida no hay nada escrito. A los 15 años un accidente le ocasionó un trauma craneoencefálico, lo que desmejoró su motricidad corporal en un 80% y le dejó la gran secuela de no poder caminar. Su forma de ver y vivir las cosas entonces cambió, y aunque el mundo del fútbol perdió una estrella, el de la moda ganó un genio cuya marca viste hoy a miles de colombianos y mañana planea estar en las grandes vitrinas de todo el mundo.

Cambiando de horizonte

El joven paisa admite que los cuatro años siguientes al accidente fueron bastante duros. “Me la pasaba encerrado en mi casa, solo, con mi mamá y mi abuela. Mi problema es neurodegenerativo y me tienen que ayudar a bañarme y arreglarme, entonces cuando uno está así aprende a ver la vida desde otro punto de vista, a agachar más la cabeza, a no pelear con nadie porque a veces se pelea por bobadas”.

Pese a que también destacaba académicamente, debido a un temblor cervical muy fuerte a Sebastián se le hizo imposible seguir estudiando y tuvo que abandonar el colegio cuando cursaba grado 11. Además, al no tener el cartón de bachiller no pudo estudiar en la universidad. Pero todo esto, no obstante, fue tal vez la base para arrancar con su empresa.

Los siguientes cuatro años en la casa fueron de estar pensando todo el tiempo. Se preguntaba qué haría cuando su mamá o su abuela faltaran y, en general, qué sería de su futuro. “Me dije que tenía que hacer algo, porque yo soy muy emprendedor y vendo hasta una arepa quemada”.

De cuadra en cuadra

Entonces echó mano de su alma emprendedora, se fue para Ayacucho y mandó a hacer camisetas. Ya en el colegio le había ido bien en una época que decidió vender ropa “AAA”, con estampados y hasta manillas.

Así, entre 2020 y 2021 decidió que no se quedaría en cama esperando a que pasara el tiempo y se fue a las calles a vender camisetas. El diferencial es que tenían la palabra NEA estampada y la tela, “aunque no era la más ganadora, era buena”.

“En la primera venta me compraron dos camisetas, eran negras y tenían el estampado de NEA. Las vendía a $60.000 cada una. Todos los días iba a un restaurante o centro comercial a dar a conocer mi marca, mi proyecto. Eso sí, la historia puede ser buena, pero si no hay un buen producto que la respalde no hay nada”, evoca Sebastián.

Esos fueron los primeros pinos de la exitosa marca, con todo y que era pandemia. La gente iba comprando, el voz a voz fue haciendo lo suyo y mientras tanto él era “todero”: contestaba WhatsApp, atendía el teléfono y promocionaba la ropa en redes, entre muchas cosas más. A la par de esto, su mamá lo acompañaba en la aventura.

En grandes ligas

“Yo pienso que hay tres cosas en la vida: nunca desistir, siempre persistir y tener suerte”, piensa Sebastián. Y no hay dudas de por qué ve así la vida, pues la historia de NEA tiene un toque de todo eso y de hecho un punto de inflexión fue cuando los famosos empezaron a usar su marca.

¿Quién fue el primero? Yeferson Cossio. El empresario recuerda que un día fue sin boleta a un evento en el que estaría el influencer paisa, con el objetivo de entregarle unos obsequios de la marca. El golpe de suerte fue que una conocida y hasta un guardia de seguridad lo ayudaron a ingresar.

“Yeferson estaba en la cúspide del éxito, yo le dije que no tenía plata, pero que le quería entregar una gorra y una camiseta. Entonces él sacó el celular y me hizo una historia en Instagram. Luego de eso el WhatsApp se me colapsó, yo no tenía stock, tenía como ocho camisetas; toda la gente pidiendo y yo sin producto para vender, porque uno cuando está empezando va mandando a hacer según le van comprando”, rememora entre risas.

Con todo el esfuerzo se fue dando cuenta que su marca estaba para cosas grandes. En un principio no tenía la plata para registrarla, pero con trabajo fue dando pasos hacia una empresa formal, al punto que hoy tiene el centro de operaciones en Guayabal y cuenta con un equipo que quiere llevar el proyecto a todo el país.

“Es una bendición encontrar el nombre indicado, la gente cree que NEA es gamín, pero el NEA por el que estoy luchando yo, es: No Existen Atajos. Actualmente tengo un gerente, dos comerciales, una chica de producto, una diseñadora, una que vende por redes (...) en total somos como 11 personas”.

Hoy, NEA tiene varios pretendientes detrás que quisieran invertir en el negocio y así mismo hay clientes en el extranjero que demandan sus prendas. Pero la prioridad de Sebastián por ahora es crecer en Colombia y no descarta llegar en un futuro a Europa y Estados Unidos. Todo a su tiempo.

Entrando en el negocio, la marca vende hoy una oversize en $135.000, una chompa en $290.000 o una gorra en $130.000, y ocasionalmente hay promociones con las que quedan a precios más bajos. En cualquier caso, NEA ya tiene hasta fans y como dice su fundador “se vende calidad”.

Proyecto social

Con todo y las dificultades que significa ser una compañía joven y que apenas empieza a crecer y ganar fama, Sebastián cuenta que uno de sus proyectos más ambiciosos será destinar una parte de las utilidades para ayudar a personas “en la misma situación o peor” que él.

“Este es el proyecto más bonito y grande que le puede suceder a la marca. En el mundo hay muy pocas posibilidades para todos, y si yo puedo ayudar lo voy a hacer”.

A sus 23 años, “Sebas”, “el emprendedor” o “la NEA”, como quiera que se le quiera decir, es ya un referente no solo de la industria de la moda sino de la vida, y su empresa se perfila como una de las más prometedoras del país con ventas que no encuentran techo. Al final de cuentas, para él No Existen Atajos.