Crisis inmobiliaria, deflación, envejecimiento y deuda, ¿fin del boom chino?
Los analistas prevén lenta deriva hacia un estancamiento al estilo japonés, sin descartar una crisis más grave.
Periodista de economía y negocios. Egresada de la gloriosa Universidad de Antioquia.
Lejos de ese boom económico que se esperaba, la recuperación de China tras el covid-19 ha sido bastante débil: la caída del comercio, la amenaza de deflación, la crisis inmobiliaria, la disparada de la deuda y el envejecimiento de la población han provocado que el llamado “milagro chino”, una transformación de tres décadas que convirtió al país en una potencia internacional, se venga abajo como un castillo de naipes.
Y es que por muchos años China fue una máquina económica con una demanda casi insaciable por materias primas minerales y agrícolas como aluminio, cobre, hierro, níquel, plata, carbón, algodón, arroz y maíz. Esto benefició a las economías latinoamericanas, pues el gigante asiático se convirtió en su principal socio comercial, por lo que todas las estanterías de los comercios latinos fueron invadidas por productos made in China.
De esta manera, ese país se acostumbró a tasas de crecimiento de doble dígito en su PIB, pero el escenario cambió luego de que el gobierno de Xi Jinping implementara su política de “cero covid”: cuando a finales de 2022 volvió a la normalidad, la segunda economía más grande del mundo ya estaba de capa caída.
“El ‘milagro’ económico de China no fue tan milagroso. El ascenso vertiginoso del país durante los últimos 40 años es, en realidad, un triunfo de principios económicos básicos: a medida que el Estado dio paso al mercado, la empresa privada y el comercio florecieron, el crecimiento se aceleró y los ingresos se dispararon. Pero la calidad de la gobernanza afecta la capacidad de un país para alcanzar su potencial”, afirmó Alejandro Godoy, experto en relaciones económicas y políticas de Asia.
Para el experto, ahora China está entrando en una era de crecimiento mucho más lento, agravado por una demografía desfavorable y una brecha cada vez mayor con Estados Unidos y sus aliados, que está poniendo en peligro la inversión y el comercio extranjeros.
“Más que simplemente un período de debilidad económica, esto podría ser el oscurecimiento de una larga era”, añadió.
Un PIB débil
El Producto Interno Bruto (PIB) de China registró una expansión de apenas 0,8% en el segundo trimestre de este 2023 respecto de los tres primeros meses del año, cuando había aumentado 2,2%.
Y aunque en el acumulado de la primera mitad del año el PIB chino aumentó 5,5% en comparación con el mismo periodo de 2022, hay que tener en cuenta que el año pasado estuvo marcado por fuertes restricciones y confinamientos en ese país, sobre todo en Shanghái, donde se paralizaron completamente fábricas, transporte, producción y consumo.
“El crecimiento del país se desaceleró más rápidamente de lo esperado, debido al desvanecimiento del impulso de reapertura (...) Dado el sombrío telón de fondo, no sorprende que los responsables políticos estén cada vez más preocupados y hayan hecho algunos esfuerzos para apuntalar la economía. Pero las medidas hasta ahora no han alcanzado lo que se necesita para proporcionar un impulso significativo a la economía”, señaló a medios nacionales Sheana Yue, economista para China de Capital Economics.
Comercio y crisis del ladrillo
Esta tormenta económica nubló el comercio exterior y la confianza inversionista: según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), las exportaciones chinas cayeron en junio un 8,3% interanual.
Mientras tanto, la inversión privada, indicador clave que mide la confianza del sector privado, se redujo un 0,2% en los primeros seis meses del año. Y si bien la tasa de inversión en activos fijos subió un 3,8% interanual en el primer semestre, el gasto en promoción inmobiliaria, que suele representar un tercio de la inversión total, se contrajo un 7,9%.
Y si por un lado llueve, por el otro no escampa. El mercado inmobiliario chino no solo ha tenido que sortear el escaso crecimiento económico, sino también los impagos récord de los promotores y la desaceleración mundial.
Los precios de la vivienda nueva bajaron un 2,4% desde el máximo alcanzado en agosto de 2021, mientras que los de la usada cayeron un 6%.
Pero, según los expertos, el desplome de la vivienda china parece ser mucho peor de lo que muestran los datos oficiales, pues el escenario que exhiben los agentes inmobiliarios y los proveedores privados es mucho más desolador: los precios de las viviendas usadas caen al menos un 15% en los vecindarios principales de áreas metropolitanas como Shanghái y Shenzhen.
Por el lado de las ventas, el año pasado, según Bloomberg, los bancos chinos otorgaron la menor cantidad de préstamos a largo plazo a los hogares en casi una década, y el endeudamiento descendió otro 13% en los cinco primeros meses de este 2023, lo que indica que menos personas están suscribiendo nuevas hipotecas.
Esta debilidad de la demanda inmobiliaria se ha ido trasladando a otras industrias que abastecen al sector, como acero, vidrio y otros equipos de construcción.
El economista Wang Lisheng, de Goldman Sachs China, expresó a través de un comunicado que “la debilidad de la propiedad es quizás el obstáculo de crecimiento más desafiante en medio de la recuperación posterior a la reapertura en curso de China y, por lo tanto, el impulso y el sentimiento en el sector inmobiliario tienen implicaciones significativas para el crecimiento y las políticas”.
Entre tanto, según la Corporación de Información Inmobiliaria de China, los volúmenes de ventas en los 100 principales desarrolladores del país cayeron 33% anual en julio, a pesar de que en el periodo de comparación (julio de 2022) la actividad ya estaba afectada.
“El sector inmobiliario ha sufrido un colapso en la demanda tras las restricciones al apalancamiento en los últimos años que contribuyeron a una congelación de nuevos fondos y a una crisis de liquidez luego de que el desarrollador inmobiliario Evergrande registrara pérdidas de US$81.000 millones en un periodo de dos años”, explicaron los analistas del equipo económico de Bancolombia.
Agregaron que todo lo anterior ha sido producto de los esfuerzos del gobierno chino por moderar el ritmo del desarrollo inmobiliario, lo que terminó por sofocar las finanzas de desarrolladores inmobiliarios de gran relevancia.
“Desde 2021 el mercado accionario de Hong Kong ha sufrido sacudidas por cuenta de la materialización de eventos de riesgo en compañías inmobiliarias chinas. Según S&P, más de 50 promotores inmobiliarios chinos han incumplido o no han podido pagar su deuda en los últimos tres años (los casos más emblemáticos son Evergrande y Country Garden). Así, los impagos han evidenciado que el modelo de pedir prestado para construir, solo funciona mientras los precios sigan subiendo”, dijeron los analistas.
El país asiático ha empezado a sopesar medidas de estímulo diseñadas para apoyar al sector inmobiliario, tales como flexibilización de las hipotecas, que incluye rebaja de los pagos iniciales. Aunque estas aún no surten el efecto esperado.
Por el momento, las estimaciones apuntan a que el sector inmobiliario podría limitar el crecimiento del PIB en alrededor de 1,5 puntos porcentuales este año, por lo que queda en entredicho si el país efectivamente alcanzará la meta de crecimiento del Gobierno, que es del 5%.
Deuda y envejecimiento
El problema de deuda del gobierno de China, que se ha disparado en gran parte por la fuerte caída de las ventas de terrenos a causa del desplome inmobiliario y de la estricta política de cero covid, también está poniendo cada vez más nerviosos a los inversores.
Un reporte del Fondo Monetario Internacional (FMI) sostiene que China desempeñó un papel fundamental en el incremento de la deuda mundial, ya que su endeudamiento total, que ascendió a US$47,5 billones, sobrepasó al crecimiento económico.
Economistas citados por CNN advirtieron que esto se debe a que China se ha endeudado demasiado para impulsar la economía como lo hizo hace 15 años, durante la crisis financiera mundial.
Con miras a calmar esta situación, el Banco Popular de China informó el mes pasado que coordinará un apoyo financiero para resolver los problemas de deuda de los gobiernos locales. El paquete de medidas implicaría una combinación de canales de financiación o refinanciación, canjes de deuda y prórrogas de pagos, y reestructuraciones.
Por otro lado, y como si fuera poco, China también enfrenta el envejecimiento de su gente: aunque el país canceló hace años la restricción de la política de hijo único, e incluso implementó incentivos para que las familias fueran más grandes, su población se está reduciendo de manera constante.
A esto se le suma que su población joven no la está pasando muy bien, pues el desempleo de los menores de 25 años llegó a más del 20%. Además, según The Economist, hasta el 70% de esa desocupación podría venir de jóvenes con títulos profesionales, que tienen problemas para incorporarse al sector productivo.
Amenaza de deflación
Por primera vez en más de dos años, los precios al consumidor en China cayeron 0,3% anual en julio. Si bien esto aún no se considera técnicamente como una deflación, pues para ello el índice de precios debería ser negativo por un período sostenido, sí lanza graves señales de alerta.
A simple vista, este desplome de precios puede parecer beneficioso para el poder adquisitivo de los asiáticos; sin embargo, según los analistas a largo plazo esto se puede convertir en una amenaza macroeconómica porque los consumidores tienden a retrasar las compras a la espera de caídas mayores. Esta situación obligaría a las empresas, por ejemplo, a recortar su producción, liquidar existencias o realizar despidos.
Es de anotar que, pese a que la alarma sigue latente, para el octavo mes del año las noticias fueron un poco más alentadoras. Datos de la Oficina Nacional de Estadísticas arrojaron que el indicador de la inflación se situó en un +0,1% en su variación interanual.
“En agosto la inflación al consumidor regresó a terreno positivo, jalonada por el aumento de los precios del petróleo. Algunos analistas advierten que China podría entrar en una trampa deflacionaria como la de Japón en la década de 1990, como resultado de la recuperación más débil de la demanda interna, el alto desempleo y los bajos precios de los automóviles y algunos alimentos”, señaló Laura Clavijo, directora de Investigaciones Económicas de Bancolombia.
Los impactos en la región
El cóctel de malas rachas y los grandes interrogantes sobre el futuro de China ha llevado a que el mundo se replantee si seguirá dependiendo tanto del gigante.
“El camino a seguir es incierto, ¿podríamos estar en el pico de integración entre China y el mundo después de años de vínculos cada vez más profundos? Sin duda potencias como Estados Unidos se encuentran enfilando sus esfuerzos para generar nuevas dinámicas globales como Aukus, (pacto de seguridad con Australia, Reino Unido). Y aunque aún es temprano para conocer el panorama geopolítico en el mediano plazo, todo dependerá de las fichas que mueva en el ajedrez global Estados Unidos, por el escenario de elecciones el próximo año”, indicó Godoy.
En cuanto a Colombia, el experto anotó que aún cuando el país a lo largo de su historia ha establecido una alianza estratégica más hacia el Atlántico (Estados Unidos) que el Pacífico (Asia), en los últimos años China se ha convertido en un socio central para la economía colombiana en diferentes proyectos: Regiotram, Metro de Bogotá, oleoductos, vías 5G, entre otros.
Además, también ha sido un importante socio comercial para las exportaciones colombianas: en junio de este año fue el segundo hacia el que más exportó Colombia, pesando un 7% en las ventas externas.
Por lo tanto, los datos de inflación del mercado chino no dejan de causar preocupación. “Que China esté consumiendo menos, para un país como Colombia, que depende de la demanda para vender, significa menores exportaciones”, sostuvo Javier Díaz, presidente de Analdex.
Según él, “para salir de este círculo vicioso se requiere una fuerte intervención de la autoridad monetaria para darle liquidez a la economía, y así, con dinero barato, el consumidor se decida a comprar hoy y no espere a que el precio baje más”.
Así las cosas, para los analistas todo lo anterior se traduciría en una lenta deriva hacia un estancamiento al estilo japonés, sin descartar la perspectiva de una crisis más grave.
“Las fuertes inversiones de China en infraestructura han llevado a una construcción excesiva, con muchos apartamentos desocupados y proyectos de infraestructura infrautilizados. Los niveles de deuda del país se han disparado y el retorno de la inversión ha disminuido. La fuerza laboral se está reduciendo y el crecimiento de la productividad se está desacelerando. Para combatir estos desafíos, China necesita avanzar hacia la promoción del gasto de los consumidores y las industrias de servicios, pero esta transición ha sido lenta, en parte debido a la preocupación de socavar la autoridad estatal. Por ende, las señales son bastante preocupantes frente a una potencial recesión global de la segunda economía del planeta”, concluyó Godoy.