Medio Ambiente

El impacto en la vida silvestre por el abandono de mascotas

La mala tenencia de animales domésticos tiene consecuencias en ecosistemas del país.

Soy periodista porque es la forma que encontré para enseñarle a mi hija que todos los días hay historias que valen la pena escuchar y contar.

27 de julio de 2020

En los últimos siete meses, 16 zorros llegaron al centro de atención, valoración y rehabilitación de fauna silvestre de la Corporación Autónoma Regional de Caldas, (Corpocaldas) con el mismo diagnóstico y desenlace: moquillo y el sacrificio.

La infortunada medida se debió no solo a los devastadores síntomas del virus que van desde pérdida del apetito hasta convulsiones y finalmente parálisis, sino por el riesgo de que pudieran diseminar la enfermedad en otros individuos.

Según le dijo Óscar Ospina, coordinador de fauna y vida silvestre de esta CAR, a Wildlife Conservation Society Colombia (WCS), tienen identificado que el brote se desencadenó por la presencia de perros, otrora domésticos, y que ahora, abandonados, andan buscando alimento y refugio en zonas boscosas. Así, deambulando, dejaron secreciones que luego entraron en contacto con estos cánidos de la especie Cerdocyon Thous.

Es un problema que podría aumentar con los abandonos de perros y gatos que reportan la Policía y refugios animales en el país desde marzo. Esto, según lo que explica el biólogo Andrés Felipe García Londoño, director de la fundación Bioethos, podría traer graves consecuencias.

Explica García que entre los efectos nocivos que pueden causar estos perros en áreas silvestres están la extinción local de animales debido a la predación y la transmisión de enfermedades.

Estas jaurías se conforman con individuos que han perdido paulatinamente contacto con los humanos. Muchos son descendientes de caninos abandonados, es decir, nunca han tenido contacto humano, y otros se han alejado de las dinámicas de domesticación.

Se les conoce como perros ferales, término que hace alusión a su comportamiento agresivo y a la independencia que adquieren a los humanos.

La CAR de Cundinamarca es una de las que más ha estudiado la problemática pues es uno de los departamentos más afectados no solo en su fauna sino por los animales de finca. En su plan de manejo y control la CAR evidencia extensas jornadas de indagación con la comunidad rural y monitoreo con cámaras para determinar su distribución.

En Colombia, entre las zonas más afectadas están las aledañas al Parque Chingaza donde se lleva registro, desde al menos hace una década, de cómo estas jaurías han diezmado especies de roedores, pequeños mamíferos y hasta venados.

En Antioquia, Cornare reportó que en los primeros 6 meses del año atendió 37 casos de ataques de perros y gatos a animales silvestres, dejando diez Zarigüeyas muertas, dos barranqueros, un perezoso, un sapo, dos morrocoy, un armadillo y un zorro.

Situaciones así generan una doble afectación para especies como los venados, pues según explica la veterinaria de Cornare, Cristina Buitrago, los procedimientos para atenderlos se tornan difíciles ya que tienden a estresarse con la captura dañando sus fibras musculares e incluso afectando su corazón.

¿Qué soluciones hay?

Según explica el director de Bioethos existen varias. La esterilización de estos perros ferales implica que se controla la población pero siguen generando impacto en los ecosistemas durante más de una década. Dice que la ciencia ha comprobado que es altamente improbable su resocialización una vez alcanzan un estado de feralidad total.

Otras medidas podrían ser su seguimiento y ubicación para extraer las crías antes de las 7 semanas e intentar su adaptación doméstica. También está la opción de capturar a estos individuos y llevarlos a centros donde puedan vivir en condiciones semisilvestres. Pero todo esto requeriría recursos y articulación de entidades y, según García, uno de los pioneros en el estudio de esta problemática, el desinterés institucional para atender este tema es el factor común.

Ante lo cual el camino que queda es la captura y eutanasia, medida controversial, reconoce el biólogo.

Pero hay otra solución, con aporte de toda la ciudadanía, que puede evitar tener que llegar a esto en un futuro. “Hace falta mayor educación en torno a la tenencia de mascotas, porque sino hubiera abandono, no existirían animales ferales”, insiste.

“Hace falta mayor responsabilidad para criadores, vendedores, incluso para el animalismo y la academia. También, endurecer las multas hacia quien irresponsablemente abandona a una mascota, porque este es el origen de un flagelo que afecta muy seriamente el patrimonio natural del país”, concluye.