Liberar millones de mosquitos en los barrios permitió a Medellín y al Valle de Aburrá salvarse de epidemias de dengue
Gracias a la audaz estrategia, el Valle de Aburrá respira tranquilo mientras en el país el dengue avanza.
Soy periodista porque es la forma que encontré para enseñarle a mi hija que todos los días hay historias que valen la pena escuchar y contar.
Mientras en Colombia las alertas están disparadas por los brotes de dengue en varias ciudades y departamentos que suman ya 52.586 casos en 2023, Medellín y el Valle de Aburrá observan la situación con la tranquilidad de haber hallado una solución de fondo, aunque el Ministerio de Salud sigue gastando millones en fumigaciones ineficaces.
¿Cómo logró Medellín, una ciudad que en su última epidemia en 2016 sumó 17.000 casos, tener ahora una reducción del dengue del 89%?
El largo camino para lograrlo está cumpliendo justamente una década. Comenzó en 2013 cuando un grupo de investigación de Australia se interesó en el trabajo que adelantaba el Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales – Pecet – en cabeza del profesor Iván Darío Vélez. Los extranjeros adelantaban en esa época una novedosa estrategia en Australia y luego en Indonesia, un país acorralado por el dengue, que mataba gente en 24 de las 32 provincias. Los investigadores descubrieron que cuando los mosquitos Aedes aegypti contraían la bacteria Wolbachia, esta empezaba a competir con los virus del dengue, zika, chikungunya y fiebre amarilla y dificultaba su capacidad de reproducción.
Medellín y el Valle de Aburrá eran territorio ideal para llevar más allá la investigación sobre la eficacia de este control biológico, y así ocurrió. El World Mosquito Program, que cuenta con la chequera de la Fundación Bill y Melinda Gates, depositó la confianza y la plata en el Pecet, el equipo investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia.
El equipo del profesor Iván Darío montó en la Aguacatala la biofábrica de mosquitos con capacidad de producir cada semana 20 millones de mosquitos infectados con Wolbachia. La premisa, explica el director de Pecet, era que al liberar la mayor cantidad posible de mosquitos con Wolbachia y propiciar su reproducción en los barrios, se reduciría la posibilidad de que el Aedes aegypti transmitiera el dengue a las personas.
El barrio París, en 2015, fue el punto de partida. Este populoso sector en límites entre Bello y Medellín era considerado hiperendémico, o dicho en otras palabras, sus habitantes se mantenían fregados por cuenta del dengue.
Luego se fueron a recorrer otras zonas de Bello, los barrios del Nororiente de Medellín y sectores de Itagüí. Dividieron 130 kilómetros cuadrados en ‘cuadritos’ de 50 metros por 50 y durante cada semana liberaron pelotones de 130 mosquitos adultos en estos cuadrantes. Empezaron en 2018 y terminaron a inicios de 2020. “Fue un trabajo ni el berraco”, recuerda el profesor Vélez sobre este proyecto pionero en el que recibieron portazos de familias asustadas ante la idea de la liberación de mosquitos y hasta tuvieron que lidiar con ridículas teorías conspirativas sobre supuestos intereses ocultos de Bill Gates con los dichosos mosquitos modificados.
Resultados irrefutables
Según cuenta el profesor Vélez, en los próximos días una de las revistas científicas de mayor prestigio publicará en detalle los resultados del control biológico del dengue que realizaron en Medellín, Bello e Itagüí. “Es una noticia de impacto mundial”, apunta el investigador.
Según señala, los resultados que allí se describirán detallan que la reducción del dengue en Medellín durante la ejecución de la investigación, hasta el año pasado, fue del 89%. En Bello fue del 94% y en Itagüí del 97%. “Es una evidencia enorme”, recalca.
En ese rango de tiempo, Medellín pasó de padecer una epidemia durísima con 17.000 casos en 2016 a reflejar una reducción drástica y progresiva en los años posteriores. La dinámica del dengue en Colombia indica que el país está expuesto cada cuatro o cinco años a una epidemia por este virus. En Medellín era ‘esperable’ un brote importante en 2020. Sin embargo, ese año la ciudad cerró con 627 casos, en 2021 fueron 240 y en 2022 el número se ubicó en 232.
Este año, señala el director de Pecet, se espera un leve aumento respecto al año anterior. Con corte al 30 de junio la capital antioqueña reportó 162 casos lo que, en cálculos de Vélez, indica que podría cerrar 2023 con cerca de 300 casos. Bello, por su parte, un municipio de más de 550.000 habitantes, reporta menos de 10 casos anuales. “Eso en palabras simples quiere decir que el dengue en Medellín y el Valle Aburrá deja de ser un problema de salud pública”, explica.
Pero la situación del país es diferente. En Cartagena, Sucre, Córdoba, Barranquilla, Cali, Bucaramanga y Leticia el panorama es preocupante. Incluso en Antioquia, en Urabá, el brote preocupa a las autoridades epidemiológicas.
El problema, detalla Vélez, es que los factores que están produciendo la escalada de los brotes en el país no tienen solución próxima. Los casi tres años de lluvias facilitaron la proliferación de criaderos en varias zonas. Esto, sumado a que en Colombia circulan las cuatro variantes del dengue, pone a cientos de poblaciones en situación de alerta.
Pero esto no es lo más grave, apunta el investigador. Resulta que por el cambio climático y el aumento en las temperaturas, este mosquito, que además de dengue transmite zika y chikungunya, está aumentado su distribución geográfica y ganando altura. En el Aburrá el mosquito ya se encuentra a 2.300 metros de altura, cuando antes solo llegaba a los 1.800 metros sobre el nivel del mar. Además se sigue expandiendo por ciudades que estaban libres del virus. Los cálculos de Vélez apuntan a que el país terminará 2023 con 130.000 ó 140.000 casos, el doble de 2022.
Señala que las secretarías de salud de todo el país lo han contactado para poder llevar allí el control biológico que mostró su eficacia en el Valle de Aburrá, pero su respuesta es la misma: “contacten al Ministerio, ellos son quienes pueden tomar la decisión. La evidencia científica está disponible. El Valle de Aburrá le mostró al país el camino para controlar el dengue, falta que el Ministerio se ponga las pilas”.