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El emotivo video con el que el Vaticano rindió homenaje al papa Francisco

El sumo pontífice murió este lunes a sus 88 años y será recordado como el primer papa latinoamericano, quien reformó la Iglesia y dio voz a los menos favorecidos.

21 de abril de 2025

El Vaticano publicó un video en homenaje a la vida y obra del papa Francisco, un pontífice que estuvo al servicio de la humanidad desde muy joven, cuando inició vocación como técnico químico y después como profesor de Literatura y Psicología en la escuela jesuita Inmaculada Concepción de Santa Fe (1964-1965), además de su congregación en el sacerdocio en 1969.

Más de 1.400 millones de personas que se reconocen como católicos lloran la muerte del sumo pontífice, caracterizado por ser el papa más alegre, un deportista que le gustaba el fútbol, el jesuita que apoyaba la austeridad, el hombre querido por los jóvenes y el primer latinoamericano al frente de la Santa Sede.

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La niñez de Jorge Mario Bergoglio siempre estuvo marcada de travesuras, pero también de bellas anécdotas que sus maestros recuerdan con cariño. En su escuela en el barrio Flores de Buenos Aires (Argentina), Jorge Bergoglio quería ser un exalumno más, alguien sencillo.

“Aquí hizo el jardín de infantes y en los patios grandes jugaba con sus amigos a la pelota. Cuentan que era bastante travieso”, detalla Teresa Rovira, monja en el Instituto Nuestra Señora de la Misericordia.

Además de ser el colegio donde se educaron las hermanas del pontífice, quien falleció este lunes a los 88 años, el lugar está a pocas cuadras de la casa de Francisco y de la Basílica de San José de Flores, donde decidió a los 17 años abrazar la vocación sacerdotal.

Así el colegio, casi centenario, guarda un nexo inquebrantable con la vida religiosa de Bergoglio. En su pequeña capilla de vitrales ofició misa por primera vez y allí también celebró una de sus últimas homilías en Buenos Aires, antes de partir en 2013 al sínodo del Vaticano donde terminaría siendo elegido papa.

“Se fue con una valijita y con lo puesto, sencillo como el hombre que era. Estaba convencido de que volvería a su amado Buenos Aires, y no volvió más”, cuenta Rovira.

En los patios de la escuela se conservan las escalinatas de mármol que el niño Bergoglio bajaba y subía una y otra vez bajo la tutela de la monja Dolores mientras repetía las tablas de multiplicar.

Ella fue su catequista y la mujer a la que Bergoglio llamó siempre su “maestra”. Cursó la primaria y el secundario en otras instituciones, pero en este colegio hizo su primera comunión y su confirmación: los primeros pasos de una vida católica que se encumbró en el Vaticano sin cortar nunca el vínculo con el barrio natal.

Francisco solía visitar el colegio en el aniversario de la fecha en que había tomado su primera comunión, en un gesto de gratitud hacia la monja Dolores, quien “lo había acompañado en un momento difícil de su vida, cuando a los 21 años tuvo su primer problema de salud pulmonar”, cuenta la hermana Rovira.

“Aquí estaba también su confesora y aquí solía venir a comer pastas los domingos, en la cocina, como uno más”, prosigue. El entonces arzobispo llegaba en transporte público desde la Catedral, en la Plaza de Mayo, cerca de la Casa Rosada, y se escabullía por una puerta lateral del colegio directo a la cocina para compartir un té en complicidad con la cocinera.

”Le decía: ‘Porota, no avises a las monjitas que llegué todavía, primero tomemos té, pero dejá que yo lo hago’”, recordó Rovira, risueña. “Le gustaba sentirse cercano a los demás”. También tenía un costado de “porteño terco”, como lo describe la monja. “Aunque tenía dificultad en una rodilla y a veces rengueaba, jamás aceptaba irse en taxi”.

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