Trump y la confrontación como discurso político
El mandatario norteamericano ha aumentado su tono provocador con actores internacionales. China, Norcorea e Irán son sus principales blancos.
Periodista egresada de la facultad de Comunicación Social - Periodismo de la Universidad Pontificia Bolivariana.
Hacer a América grande otra vez. Ese era el lema de campaña que Donald Trump, presidente de Estados Unidos, utilizaba en 2016 cuando preparaba su carrera política para llegar a la Casa Blanca. Esta promesa vaticinaba un periodo que se enfocaría en asuntos internos y el republicano se perfilaba como un mandatario que haría una pausa en la agenda exterior norteamericana.
Pero de ese pronóstico quedó poco. Trump no pudo dejar a un lado su rol como actor global con injerencia en conflictos internacionales y asuntos políticos y económicos como la disputa arancelaria con China, las sanciones a los regímenes de Cuba, Nicaragua y Venezuela o la tensión con México por el muro que prometió crear en la frontera, que aún es tan solo una idea, muestran cómo fortaleció su retórica respecto a cuestiones foráneas.
Cristian Rojas, director del Programa de Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana, explica que el mandatario se dio cuenta de que es necesario responder a los asuntos de política exterior de manera firme porque “Estados Unidos no puede aislarse”.
Disputa con Medio Oriente
Pasando los límites del continente, el republicano sigue sin encontrar un consenso con su homólogo de Corea del Norte, Kim Jong-un, las diferencias con Rusia permanecen y los aires de confrontación en Medio Oriente no cesan.
Una evidencia de esto es que el pasado domingo John Bolton, su consejero de Seguridad Nacional , anunció el envío de portaviones y bombarderos a esta región con el objetivo de, en palabras de Bolton, “enviar un mensaje claro e inequívoco al régimen iraní de que cualquier ataque a intereses estadounidenses o de sus aliados será respondido con una fuerza implacable”.
Su retórica de confrontación con este país ha sido protagonista durante su administración. En diciembre de 2018 anunció el retiro parcial de tropas de Afganistán y Siria. Y en febrero de este año, cuando comenzó a hacerlo efectivo, aseguró que mantendría al Ejército estadounidense en Irak “para mantener vigilado a Irán”.
Además, la Guardia Revolucionaria iraní, fuerza militar del gobierno, es considerada como un grupo terrorista por la Casa Blanca. Entre tanto, en el ámbito económico, el país impuso sanciones desde el año pasado a la venta de petróleo proveniente del régimen de Hasán Rohaní.
David Castrillón, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Externado, encuentra en los conflictos con China e Irán los más destacados focos de confrontación de la administración Trump y explica que estos pueden tener dos lecturas. La primera es una estrategia para presionar negociaciones arancelarias; la segunda, un método de disuasión.
“Busca distraer la mirada de los asuntos internos y ponerla en el frente lo internacional. Estos países le funcionan bien porque el público estadounidense compra esos asuntos”, explica Castrillón. Y es que la Cámara de Representantes, de mayoría demócrata, intenta poner en la agenda limitaciones a su administración (ver recuadro).
Trump, bien librado
Mauricio Jaramillo, profesor de relaciones internacionales de la Universidad del Rosario, comenta que “la política exterior se convirtió en una extensión de la interna, una manera en la que el presidente gana popularidad”.
Una encuesta de la firma Gallup revelado el pasado lunes encontró que el nivel de aceptación de su gestión se estima en 46 %, la cifra más alta desde que llegó a la presidencia en enero de 2017, una muestra de los frutos que le han dejado las confrontaciones externas.